El verbo no alimenta y las cifras no sacian, una editorial

Carla Albinagorta
RevistaPLASMA
Published in
3 min readMay 9, 2017

— los niños se van a la cama hambrientos.
— los viejos se van a la muerte hambrientos.

El verbo no alimenta.
Las cifras no sacian.

— el hombre es un extraño animal.

-Blanca Varela

Es curioso como usualmente lo “humano” y lo “animal” se toman como polos opuestos. Por un lado, la razón, por el otro, el instinto. Hay algo que nos distingue de cualquier otra clase de ser viviente: aún cuando los más cínicos (¿realistas?) entre nosotros se esfuerzan por resaltar nuestro lugar en la cadena alimenticia (somos, a fin de cuentas, mamíferos de la familia de los primates y hay poco que se pueda decir al respecto), resulta difícil asimilar cómo, en un plano físico y corporal, somos tan solo un animal más, una de las especies dentro de las miles que existen, todas viviendo bajo las inalterables leyes de vivir, comer, defecar, reproducirse y morir.

Mariposa alegórica — Rodrigo Becerra

Y aun así, hay algo en nosotros que nos exige intentar determinar qué es exactamente lo que nos hace tan distintos, qué es lo que nos permite afirmar que aún si pertenecemos en efecto, al mundo animal, somos innegablemente animales “especiales”. Ya desde la Ilustración se concibe la razón como la característica definitoria del ser humano. Pero al mismo tiempo, no se puede negar que somos más que solo razón, más que circuitos y lógica dentro de un blando cuerpo de carne. La capacidad de abstracción, el lenguaje, la fe, el amor… Solo se tiene la certeza de que hay algo, algo único y exclusivo del homo sapiens que lo pone en un nivel distinto a todos los demás seres vivos, en donde puede mirarse a sí mismo y reflexionar sobre su grandeza.

Es curioso, porque al mismo tiempo que separamos radicalmente lo humano de lo animal, no podemos de dejar de relacionarnos a nosotros mismos con ellos. Animales totémicos, heráldica, “spirit animals”; la cuestión de lo natural, lo instintivo y lo animal está constantemente presente en cómo nos definimos a nosotros mismos. Y precisamente es en esto, creo, en que radica la clave de la diferenciación que hacemos entre nosotros y los animales: el poder “creativo” del hombre es lo que inunda todo nuestro universo antropocentrista. Y no me refiero a “creativo” en el sentido artístico, imaginativo, positivo; si no en la capacidad de construir el mundo a nuestra imagen y semejanza. El mundo es antropocentrista porque creamos un imaginario en el somos señores y dominadores de todo lo que tocamos.

No somos más humanos porque usemos lenguaje, sino porque en lenguaje que usamos construye la forma en la que nos vemos a nosotros mismos, en la que nos relacionamos con el mundo. No podemos evitar compararnos con el mundo “natural”, no, pero incluso en esta comparación reafirmamos nuestra diferencia. Expresiones como “valiente como un león”, “terco como una mula”, “fuerte como un toro” testimonian una cercanía entre lo humano y lo animal, sí, pero también refuerzan su lejanía: por medio de analogías nos apropiamos de las características animales, las volvemos parte de nuestro mundo, les imponemos connotaciones determinadas. Y al mismo tiempo, resaltamos la singularidad la raza humana: precisamente porque puede ser como un león, como una mula o como un toro, no se es ninguno de ellos. Las tontas cuatro letras de “como” resaltan que no es, de ninguna forma, cercano a ese animal, considerando que si lo fuese no necesitaría el comparativo.

El hombre es un animal extraño, extrañísimo. Crea su propio lenguaje para denominarse así mismo. Se pone a sí mismo por encima de su dimensión física que lo conecta con los animales. Y desde el pedestal que él mismo se ha armado, se compara con los animales para separarse a sí mismo de sus pares, al mismo tiempo que testimonia su auto-construido dominio y lo imagina como natural, deslumbrado por su propia maravilla.

la piel del hombre se quema en el sueño

arde desaparece la piel humana

sólo la roja pulpa del can es limpia

la verdadera luz habita su legaña

tú eres el perro

tú eres el desollado can de cada noche

sueña contigo mismo y basta

-Blanca Varela

Originally published at www.revistaplasma.com.

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