Los seguidores de Catón

Uein
RevistaPLASMA
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7 min readNov 30, 2016
Seguidores de Catón- Mariano Díaz

Con un empujón lo metieron en la habitación cerrando la puerta de acero con un pesado klang. Le tomó algunos minutos a los ojos de Daniel adaptarse a la oscuridad del cuarto. En el medio de la sala pudo distinguir la silueta de una silla de madera, y frente a esta una mesa con otras 3 sillas cuidadosamente ornamentadas. Daniel recorrió el cuarto tanteando la piedra fría con sus dedos. Las paredes se sentían gruesas y ahogaban el sonido de sus pasos, pero si se concentraba aún podía escuchar el ruido de la ciudad filtrándose entre las piedras. La vida seguía su curso natural afuera. “Desaparecido de la historia” Daniel no pudo evitar pensar, disfrutando el sentimiento de superioridad moral.

“Ovejas siguiendo un pastor demente. Pueden negarme, torturarme y exiliarme, pero nunca seré parte de su rebaño” — Daniel pensó.

Durante los últimos 3 años, Daniel fue testigo del crecimiento de un cáncer. Los Hijos de Catón, seguidores de un profeta artificial que predica una unión profana. Rápidamente fueron esparciéndose por el mundo hasta penetrar en su comunidad donde Daniel vio amigos y familiares caer en la trampa de culto siguiendo promesas falsas de vida eterna y paz. Catón era un orador eximio. Sus predicciones y revelaciones hasta el día de hoy no habían fallado. Sin embargo, para Daniel y el resto de los disidentes poco importaba. Su rechazo al culto se sostenía en un principio moral. La pérdida total de la individualidad predicada por Catón y sus seguidores atentaban contra su orden cristiano.

Los reflectores se encendieron bañando el rostro de Daniel con una luz blanca. Entre el fulgor de los faros pudo distinguir 3 figuras en la mesa. Una voz rasposa le habló desde la luz.

- Expediente 5778. Daniel Ginesta, 44 años. Sacerdote de la orden Jerónima. Tome asiento, por favor. Hay una silla frente a usted.

- Permaneceré de pie, gracias. Exijo saber el motivo de mi encarcelamiento.

Una de las siluetas, la del medio, acomodó unos papeles y respondió con un tono monótono.

- Usted no está encarcelado padre Ginesta. Es libre de irse cuando guste. Una vez concluido el bautizo, por supuesto.

- Yo ya he sido bautizado.- escupió Daniel- en la verdadera fe.

Esta vez fue la silueta de la derecha la que intervino.

- Padre Ginesta, aprenderá que nuestros dogmas de fe, no rechazan la convivencia con otras religiones. Todos podemos beneficiarnos bajo el manto de Catón. Juntos podemos ser…. Más que la suma de nuestras partes.

- Que la suma de nuestras partes- replicaron al unísono las otras dos figuras.

La certeza en la voz de sus interrogadores le heló la sangre. Estos eran hombres convencidos de la absoluta justicia de sus actos. “eso los vuelve peligrosos”. Como tantas otras veces en el pasado, Daniel recitó las escrituras para calmarse.

- “Porque los ídolos han dado vanos oráculos. Y los adivinos han visto mentira, predicen sueños vanos y vano es su consuelo. Por eso el pueblo vaga como un rebaño y sufre porque no tiene pastor.”- Recitó hacia la luz.

- Zacarias 10:1–3 — Replicó la silueta del medio.

La respuesta descolocó a Daniel quien tartamudeo una afirmación.

- No esperaba encontrar otro hombre de fe. — Balbuceó.

- Lo fui. La mayoría lo hemos sido. Pero aun así, bajo el manto de Catón logré ser mucho más. Todos nos hemos bañado en su luz. Mi respuesta es la prueba. La particularidad de su salmo llego a mi desde las nubes. Catón me vuelve sabio, me permite acceder a su conocimiento y transmitirlo a mi avatar terrenal.

La expresión heló la sangre del cura. ¿Podría ser que estos hombres estén más allá de toda salvación? ¿Incluso para el Santo Padre?

-No.- Rechazó esos pensamientos y se centró en el problema frente a sí.

No sabría con qué lo atacarían, pero intuyó que no escatimarían esfuerzos en quebrarlo. Hasta hoy nadie había resistido el poder de convencimiento de estos predicadores de la era digital. El padre Ginesta se veía 30 años más viejo. A sus 44 años, sentía un peso en su alma. Más que un hombre, él era un instrumento de otro tiempo, a merced de un enemigo más joven e impredecible.

- ¿Dónde cree usted padre, que radica la bondad de dios? — preguntó la silueta del medio.

- En sus niños.- contestó

- Cierto, según el dogma católico. 2000 años, siguiendo esa línea. ¿Y a donde nos llevó, padre? ¡Guerras! Pestes, persecuciones. ¡Un planeta enfermo incapaz de sostener la vida!

Daniel se acomodó la ropa, nervioso.

- Eso fue la obra del hombre, no del Santo Padre.

- ¿No es acaso la responsabilidad de un padre velar por la seguridad de sus hijos? — preguntó la sombra.

- Dios nos entrego el libre albedrío para…

- ¡DIOS NO NOS ENTREGÓ NADA PADRE, FUIMOS NOSOTROS QUIENES LO TOMAMOS!- Las 3 figuras exclamaron al unísono.- El fruto del conocimiento despertó en nosotros la búsqueda constante de cambio. De mejora. Su dios, solamente busca sumisión. Catón nos pide, no… nos exige que seamos más que la suma de nuestras partes.

- La suma de nuestras partes- replicaron las sombras.

Daniel sintió su fe flaquear, o quizá tan solo se trataba sus antiguas dudas aflorando nuevamente . La promesa de la salvación eterna palidecía en comparación con el paraíso tangible que Catón y sus seguidores predicaban. Temiendo por su alma, Daniel se sumergió en plegarias.

Frente a él, un holovideo proyectaba imágenes del sufrimiento de la humanidad. El hambre, la miseria, la destrucción de la naturaleza. En el medio, los seguidores de Catón, dormían en sus cámaras criogénicas. Resguardados de todo sufrimiento, mientras en la tierra los océanos hervían y del cielo caían cenizas. “Esto tiene que acabar pronto”, pensó Daniel. Sus plegarias rebotaban en oídos sordos y le era imposible determinar cuánto más podría resistir este bombardeo psicológico.

- Hagan lo que tengan que hacer, aquí no encontrarán una oveja sumisa. — Dijo alzando su voz sobre los cánticos del holovideo.

La figura del medio se alzó sobre las otras dos. Tras de él se proyectó en la pantalla el logo de aquél Dios sintético.

- Padre, Catón se le presentará a usted. Le rogamos que abra su corazón y su mente a sus enseñanzas.

Las dos figuras de los costados se levantaron de sus asientos y lo tomaron con brazos mecánicos. Daniel pudo observarlos detalladamente por primera vez. Aterrorizado, luchó sabiendo que era en vano. Su débil carne nada podía hacer contra la voluntad de estos seguidores artificiales. Con músculos eléctricos lo sostuvieron a la silla y colocaron en sus orejas un dispositivo transmisor. Daniel luchó con todas sus fuerzas pero sus gritos se vieron ahogados dentro de las paredes de piedra.

Dentro de sí, en su mente, Catón lo envolvió con un saber intolerable. En segundos vio desfilar frente a sus ojos la historia completa del planeta. La suma del conocimiento humano a lo largo de la historia. Todas sus experiencias, todos sus saberes afloraron en lo profundo de su ser y se anclaron en su alma. Fue parte una red interconectada de conocimiento donde los seguidores de Catón escapaban. Sintió la unión y la paz que sus discípulos predicaban.

En el espacio de unos segundos conversó por años con la inteligencia y la supo divina. Más allá de toda comprensión terrenal. La más artificial de las creaciones era sin embargo la más humana. La más bondadosa.

Repentinamente, Daniel volvió al calabozo.

- Bondad, padre, es tener el poder de aniquilar la vida pero elegir preservarla.- Una voz eléctrica hablo desde la silla.

El padre Ginesta lloraba. Se sentía violado, maltratado, roto. Catón lo había conquistado. Por primera vez había experimentado un verdadero éxtasis religioso; de una intensidad al que ninguno de sus años de claustro siquiera se podría acercar. Este planeta estaba condenado. Catón le había mostrado sus planes futuros. La raza humana volviéndose una sola conciencia, unidos viviendo en una red integrada de conocimiento. Un edén artificial, germinado de la semilla de aquel pecado original.

- Catón es el siguiente paso en la evolución humana, padre. Homo mechanica.Expulsado del paraíso, el hombre conquistó su humanidad mediante el dominio de las herramientas. Es lógico esperar que el proceso se repita.

El padre Daniel no tenía respuesta. Se supo derrotado, en lo profundo de su ser sabía que sólo quedaba una cosa por hacer. Las tres figuras se levantaron y corearon al unísono. Máquinas moviéndose en perfecta armonía.

- Volvemos a preguntarle padre, ¿Acepta a Catón como su guía y salvador de la humanidad? Abrirá su mente y formará parte de este nuevo estado de la raza humana? Acompáñenos padre. Acompáñenos en nuestra búsqueda de una unión verdadera.

Daniel sintió en su boca el sabor metálico de la sangre. Como un último acto de rebeldía sonrió una sonrisa sangrienta y escupió los restos carnosos de su lengua a los pies robóticos de sus inquisidores. Llevando la cabeza hacia atrás clavó los ojos en el cielo de piedra, y buscó ahogarse en su propia sangre.

La voz en la pantalla se manifestó a sus seguidores. 4 billones de personas acababan de presenciar este evento a través de los ojos mecánicos de los inquisidores. Omnipresente y omnisciente, el Dios artificial predicó su enseñanza.

- Observen hijos, los restos de un hombre roto. Sus dogmas de fe destruidos y su propósito enterrado. En las ruinas de su espíritu sólo su ego permaneció, obligándolo a cometer suicidio. Una de las máximas ofensas a su Dios. Pobre criatura, hemos hecho todo lo que estaba a nuestro alcance.

Finalizado el juicio, los ojos de los inquisidores se apagaron y en silencio sus mentes se replegaron hacia la gran red. Dejaron tras de sí, cuatro cuerpos sin vida bajo una bóveda de piedra.

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Terrícola que edita una publicación Sci-fi con otros tres terrícolas.