Negociación en el chifa Esperanza

Uein
RevistaPLASMA
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6 min readAug 21, 2017

Colocó la bolita de papel junto a las otras. Ya van 10 minutos. La úlcera en su estómago lo está matando. Ese café de mierda me fregó. se lamenta para sí mismo Gonzalo Garrido Arístegui. Sus manos torpes, dejan la carpeta en la mesa y buscan en su maletín la medicina. Le toma todo el vaso tragar las 3 cápsulas calmantes, pero el dolor disminuye rápidamente. CHIFA ESPERANZA resalta el menú frente a Garrido. Incluso en estos días el chifa tiene actividad. Las paredes están algo descascaradas, pero aún conservan los típicos decorados orientales, y la fachada está tan empolvada que a duras penas se ve el nombre del local. Un lugar con testigos. Las precauciones básicas que hay que tomar los tiempos que corren. La brisa trepa por la costa verde para finalmente pasar a través de su camisa y refrescar su pecho. Trae consigo olor a veranos en la costa. Se siente lejano de todo, ¿cuánto que no vuelvo a Mejía? — piensa. La última vez fue en el verano del 84. “Hace diez años”.

CNN

Aún no se cumplen los 15 minutos cuando ve escabullirse a el joven entre dos mozas. Casi desapercibido, separa una silla y se sienta frente al señor con marcas de sudor en la camisa y una pila de bolitas de papel en la mesa.

-¿Melgar, no? ¿O me confundí de mesa? -dice sin dudarlo realmente.

Es un mocoso. 20 años. 25 a lo mucho.

- No te confundiste- responde secamente Garrido- pero llegas tarde.

-Los controles policiales. Usted sabe cómo es.

Es posible- piensa Garrido. La cosa está jodida después de todo. Una camisa blanca y unos pantalones grises. Uniforme de oficina, ropa gastada, maltratada por el sol del verano. Pelo corto, cortado a máquina. ¿Milico? No, el joven no lo parece. No se mueve con esa disciplina trivial, inocultable para los militares. A este chico se le ve despreocupado, incluso disfrutando con su desconcierto. Sus ojos pardos parecen escanear el lugar. Buscando una emboscada quizás. O tan solo una moza que lo atienda. Garrido se revuelve en su sitio incómodo. La úlcera le muerde el estómago, sus manos instintivamente van hacia la carpeta de papel madera que descansa en la mesa. El joven nota esto, y hace una seña a una de las mozas.

- Un menú 3 por favor. — A Garrido no se le escapa el guiño de ojo que le regala a la chica. -Bueno… usted dirá.

De repente los ojos del mocoso parecen taladrarle. Garrido le devuelve la mirada. Ambos se dedican varios segundos a estudiarse meticulosamente. La mirada del empresario es inmutable. Como todo en él, esta es producto de años de práctica, libros de negocios, seminarios, incontables ensayos frente al espejo. Esa mirada que pretende transmitir seguridad y agresividad. Indispensable para ser alguien en el Perú. El joven simplemente lo mira. Calmo, relajado. Sus ojos no regalan ni toman nada. Simplemente devuelven la mirada. Eso lo pone incómodo. La moza disipa la tensión al poner un plato de arroz chaufa con una ración de wantán frito frente al joven.

-Un menú 3. Provecho. — Sonríe la chica.

Garrido se la juega. Su situación es desesperada de todas formas. Le entrega la carpeta al chico, este la ojea rápidamente.

-Ramírez Bulano se apellida- susurra Garrido- es el gerente de ARMPE, mi principal competidor en el mercado. Normalmente no necesitaría de sus servicios, pero esta… es una ocasión particular.

Me van a arruinar si no lo matas piensa, pero no dice. Garrido tiene muy en claro que siendo él el principal distribuidor de armas, Sendero Luminoso y su guerra sucia no han hecho más que enriquecerlo durante los últimos años. Ese el orden de las cosas y Garrido lo sabe. Ramírez Bulano, con sus persuasiones y sus contactos en los altos rangos, amenaza ese orden.

-Ya. Y cuando … bueno. Ya sabe. — El mocoso sonríe sin alegría.

-Dentro de los próximos 3 días.

-Es muy poco tiempo- comenta el chico con los ojos pegados a la carpeta. — ¿Tan necesaria es la fecha?

-Ramírez está a punto de firmar un contrato con las tres ramas de las fuerzas armadas. Millonario. Les proveerá de armamento y municiones por los próximos 20 años. Esto entra en conflicto directamente con los intereses de mi empresa. Así que si, tiene que ser dentro de estos 3 días- chibolo de mierda.

Sin sacar los ojos de la carpeta el chico revuelve el arroz y toma un bocado. Se limpia con una servilleta de papel y la deja en el cementerio de bolitas frente al empresario.

-Muy bien…. 10.

Garrido hace su mejor esfuerzo para borrar rápidamente la sorpresa de su cara. Tuvo mejores momentos.

-¿10?

-Si, 10… verdes, ¿obvio no? Pagado la mitad mañana y la otra mitad en 3 días cuando el trabajo esté resuelto.

Su cabeza se acelera, no esperaba una cifra tan alta, ni siquiera en estos tiempos. Chibolo de mierda. Me esta estafando. No hay forma que pueda cumplir. Solo pide un precio alto para que me niegue. Seguro que quiere zafarse de la responsabilidad.

-Es mucha plata.

-Es muy poco tiempo que me estás dando. — responde.

El chico ni siquiera le dedica una mirada. Sigue con los ojos clavados en la carpeta, ocasionalmente parece disfrutar el chaufa; ¿O es su situación? Garrido lo analiza largamente. Buscando signos de debilidad. No los encuentra, pero tampoco de fortaleza. El chico parece estar en el momento.

-Tengo mas de 1000 trabajadores a mi disposición. Gente que depende de mí para darle de comer a sus hijos. — Argumenta.

-La calle esta dura. Para todos. — El chico no parece conmoverse

Tengo favores que reponer — Piensa pero no dice Garrido. Nadie llega hasta donde yo llegue sin deber favores.

-3. En efectivo, mañana por la tarde.

-Heh- sonríe el muchacho.

La úlcera le muerde rabiosamente los intestinos.

-¿De qué te estás riendo conchatumadre? — Escupe Garrido-. No vine aquí para que se me rían. 3.000 es lo máximo que puedo conseguir para mañana, y es lo máximo que estoy dispuesto a pagar. ¿Tienes idea de quién soy yo? ¿De lo que logré? Yo no me voy a dejar intimidar por ti, los terrucos o las putas conexiones de Ramírez Bulano.

- ¿Está seguro de eso?

-Más seguro que…

-Ya, entiendo.- Lo corta el joven sin mirarlo. — Hemos terminado entonces. Una lástima. — El chico levanta la mirada finalmente. Hay acero en sus ojos. — Ahora me gustaría terminar mi almuerzo en paz. Por favor.

Garrido está a punto de romperle la boca, pero se contiene. No tiene sentido implicarse aún más. Hay problemas más cercanos que aún no han sido resueltos. Antes de irse le dedica una última mirada, con sus ojos toma nota de su rostro y sus facciones. Ya lo destruirá por otros medios, cuando toda esta vaina termine. A él nadie le falta el respeto de esa forma chibolo de mierda.

Garrido, se levanta y sin decir palabra abandona el local. El sol, comienza a romper a través de las nubes, parece que será un lindo día. Quizá solo tengo que relajarme. Pensar más claramente. Un pisco en el Regatas parece ser la solución obvia. Cierra bruscamente la puerta de su carro y pone la llave en el contacto; por un segundo, mientras las llamas lo comienzan a envolver y un estruendo le destroza los oídos, se da cuenta de su error. Se sorprende a sí mismo por la magnitud de su estupidez. Casi se siente merecedor de su destino. Todo sucede muy rápido. No llega a sentir sus ojos fundiéndose en sus cuencas ni la onda expansiva reventando sus entrañas. Tampoco siente el fuego derritiendo su piel y calcinando sus huesos. Tan solo siente la úlcera, la que lo acompañó a lo largo de estos años, siempre carcomiéndole el estómago.

A unas cuadras, un joven carga más monedas que las necesarias en un teléfono público. Las sirenas acercándose tapan su voz, pero aun entre los gritos Ramírez Bulano identifica la voz neutra del sicario.

- ¿Ya está hecho? -Pregunta Ramírez Bulano intuyendo ya la respuesta.

-Si. Garrido ya no le impedirá nada.

-Excelente, pasa cuando quieras por la oficina. Tengo los 5 mil dólares conmigo.

-Ya. 1 hora.- Responde mientras cuelga.

El joven se aleja de la muchedumbre, mascando chicle y con la misma expresión vacía con la que salió del chifa. A una cuadra. Cuando el humo se disipa, los curiosos solamente encuentran un amasijo de carne y acero chamuscado. Indistinguibles el uno del otro, y entablados en un abrazo mortal.

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Uein
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Terrícola que edita una publicación Sci-fi con otros tres terrícolas.