Me niego a aceptar que no puedo entrar en lugares

Women Enabled International
Rewriting the Narrative
6 min readMay 25, 2023

Por Gianna Agostina Mastrolinardo

¿Dónde están mis derechos cuando yo no puedo entrar? ¿Dónde está el Estado? ¿Dónde está la gente? ¿Dónde estoy yo? ¿Dónde están les discas?

Gianna en su silla de ruedas, vestida de blanco levantando la mano izquierda con un fondo de árboles verdes y cielo nublado
Gianna en su silla de ruedas, vestida de blanco levantando la mano izquierda con un fondo de árboles verdes y cielo nublado. Crédito: Nahui Xochitl

Siempre que salgo de mi casa tengo que enfrentar un procedimiento. ¿Cómo llego? ¿Quién me lleva? ¿Entra la silla? ¿Cómo es el lugar? ¿,Podré pasar? ¿Podré ir al baño? ¿necesitaré mucho de otras personas? ¿Cómo vuelvo? ¿Quién me lleva?

Una y otra vez resuenan esas preguntas. La verdad es que muchas veces me da ansiedad no poder responderlas. Me gustaría poder entregarme a la espontaneidad de decidir hacerlo y simplemente salir, pero no puedo. Resuenan tanto estas preguntas, que incluso me pregunto si en verdad quiero salir. Siempre termino respondiendo que sí, es mi deseo. Es mi derecho. Quiero ser esa que está entre las risas de les amigues, entre las cervezas después de ir a clase o entre personas bailando en una fiesta. Esa que esta entre la multitud del concierto. Esa que está entre las estanterías de una librería.

Fuimos a festejar el cumpleaños de un amigo a un bar. Dos días antes comencé con el protocolo para poder ir. Hablé al lugar para preguntar si era accesible. Me dijeron que sí. Por más que eso debería estar garantizado, las personas con discapacidad no nos podemos confiar. Mi transporte de la obra social accedió a dejarme en el bar después de cursar para que pudiera ir. Llegué y tenía rampas, pero resultó que no hacían reserva para 10 personas en mesas bajas, simplemente por política del lugar y la disposición del espacio. Nos dieron muchas alternativas pero finalmente accedieron a hacerlo. Pude entrar en el baño accesible. Pude estar ahí.

Quiero ser esa que está entre las risas de les amigues, entre las cervezas después de ir a clase o entre personas bailando en una fiesta. Esa que esta entre la multitud del concierto. Esa que está entre las estanterías de una librería.

Al día siguiente, después de pasar toda la tarde en lo de una amiga decidimos ir a una marcha. Para llegar hicimos aproximadamente seis cuadras. Y mientras hablábamos de anécdotas, tuvimos que frenar la conversación un par de veces para resolver cómo cruzar con las veredas sin rampa o para pedir ayuda a algún desconocide. Seguimos conversando. Cuando faltaban tres cuadras, un señor se frena, y como si gozara de toda la impunidad del mundo me pregunta qué tenía, qué me había pasado. Y yo dejo de ser la que charla con mi amiga y soy de nuevo esa pregunta impune con una sed morbosa de un diagnóstico.

Me invitaron a otro bar para festejar otro cumpleaños. Una vez más, emprendí la búsqueda de alguien que me llevara porque el transporte público es difícil de utilizar, no es accesible y no todos los taxis pueden o quieren llevarme. Mi papá dijo que podía. Nuevamente le escribí al lugar para preguntar ¿Su local es accesible para personas con discapacidad motriz? ¿Tienen rampas?¿Baño accesible? ¿Mesas bajas? ¿Cuentan solo con escaleras o poseen ascensor? Me escribieron un -Sí- y cuando llegué había dos pisos de escaleras que me separaban de mis amigues. Los recursos accesibles sólo estaban disponibles en el primer piso. Me ofrecieron subirme, extrañes teniendo que levantarme y llevarme dos pisos por escalera, sintiéndome incómoda y poniéndome en peligro. Me fui. No pude entrar. Y aunque viví estas experiencias muchas veces, es indescriptible la impotencia que sentí. Pregunté en otros dos bares y tampoco eran accesibles. El disfrute y el ocio pareciera no pertenecernos.

Gianna en su silla de ruedas, vestida de blanco levantando la mano derecha con un fondo de árboles verdes y cielo nublado. Crédito: Nahui Xochitl

Para poder acceder a una silla de ruedas motorizada mediante la obra social tuve que esperar más de un año. Tuve suerte de poder obtener una que me permitió cursar la carrera que estoy estudiando. ¿Qué pasa con les discas que no tienen esa suerte? A pesar de que la Convención de las personas con discapacidad establece mi derecho a la Educación Superior, para que me cubrieran el transporte a la universidad tuve que insistir, la primera respuesta fue no. Hoy puedo estar estudiando gracias a que insistí y finalmente se me otorgó el transporte que necesitaba. ¿Qué pasa con les discas que no insisten? ¿Qué no saben qué cuentan con este tipo de derechos?

Elijo empezar esta intervención con experiencias concretas porque últimamente tengo la sensación de que nos sentamos a discutir en espacios académicos y políticos sobre los sistemas de opresión y las violencias utilizando categorías y conceptos abstractos. Pensamos y pensamos, pero después yo salgo de un encuentro y esas experiencias que conté siguen pasando en mi cotidiano, es muy frustrante. No quiero con esto deslegitimar ese tipo de instancias sino más bien poder acercar la cotidianidad, el día a día ¿Cómo podemos generar prácticas cotidianas de resistencia? Creo que pensar el Estado y los derechos humanos debe implicar necesariamente eso: salir de las abstracciones y pensar en que hay personas que día tras día habitamos este mundo.

Me niego a aceptar que hay lugares a los que no puedo entrar.

Creo que la universidad es parte de esa resistencia. Hoy puedo acceder a esta institución porque cuenta con múltiples recursos que lo hacen posible. El Estado me posibilita estar. Yo logré tener acceso a una obra social, a mis terapias, a mi certificado único de discapacidad (CUD) ¿Qué pasa con quienes ni siquiera tienen acceso a una obra social? ¿Qué pasa con la atención del sector público y la falta de recursos?¿Qué pasa que a pesar de que existan tantos derechos y leyes todavía haya quienes no acceden a los apoyos que necesitan? ¿Qué pasa con la precarización de les transportistas, les trabajadores de la salud, les docentes? ¿Qué pasa qué es tan difícil enfrentar lo burocrático? ¿Qué pasa con el sector privado? ¿Nuestros derechos pierden contra la ganancia? ¿Por qué las personas siguen entendiendo a la discapacidad como algo ajeno?

Quiero poder habitar este mundo sin tener que entregarle mi vida a la gestión constante de mecanismos que me permitan existir en el afuera.

Gianna en su silla de ruedas, vestida de blanco con las piernas y los brazos cruzados y expresión seria en el rostro. Crédito: Nahui Xochitl

Es necesario que las conquistas de nuestro país en materia de discapacidad se profundicen para acercar recursos que las hagan efectivas en el día a día. Tenemos múltiples leyes y derechos. En este caso la ley de discapacidad y el CUD ¿Cómo los hacemos accesibles? ¿Cómo creamos dispositivos que estén en el día a día posibilitando que nuestros derechos sean garantizados? ¿Cómo eliminamos las barreras? ¿Con quién hablo cuando el bar no me deja entrar? ¿Cómo hacemos para que el problema que perciba el dueño no sea la denuncia por la falta de accesibilidad sino las barreras con las que cuenta su establecimiento? ¿Como acercamos información? ¿Como brindamos opciones para el traslado de las personas con discapacidad?

La sociedad y el Estado deberían darme las respuestas de las preguntas que me hago todos los días. Estas preguntas y sus respectivas respuestas no deberían ser una formulación individual sino colectiva.

Quiero poder habitar este mundo sin tener que entregarle mi vida a la gestión constante de mecanismos que me permitan existir en el afuera. No quiero pensar en miles de alternativas por si no hay condiciones adecuadas en un lugar. No quiero vivir como si todo se tratase de trazar maneras de sobrevivir. Quiero poder salir de mi casa cuando lo desee. No debería ser ese el sueño de una persona.

Sobre la autora

Gianna Agostina Mastrolinardo es militante por los derechos de las personas con discapacidad e integrante de Orgullo Disca. Escribe en redes bajo el seudónimo de @plumalibree. Estudia Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

--

--

Women Enabled International
Rewriting the Narrative

Advancing human rights at the intersection of gender and disability.