Rompiendo las cadenas de la perfección
Por Estefanía Cubillos Nova
Cuando me dicen que soy un ejemplo de vida, cuando debo reconocer que las lisonjas deben tener un límite para que mi ego no se engrandezca, me detengo a pensar y reflexiono que todos estos pensamientos surgen por la burbuja en que muchas de nosotras, mujeres con discapacidad, hemos crecido.
Escribo desde mi lugar de mujer con discapacidad, y reconozco el enorme privilegio de haber crecido acompañada y querida por mi familia. Escribo, también, reconociendo que crecí, como muchas mujeres, sintiendo la responsabilidad de complacer.
Sí. Complacer para sacar las mejores notas, porque ya era demasiado ser ciega como para traer problemas a mi casa por una mala calificación. Para complacer a la sociedad y “comportarme” en reuniones. Para complacer a mis parejas y aprender los trucos para ser buena en la cama como nos indican innumerables revistas. Estos son solo algunos de los ejemplos de exigencias puestas desde el afuera, que superan mis necesidades y mi voluntad.
Todavía hay una exigencia de que las mujeres tengamos hijos -y si bien, en general, las mujeres con discapacidad muchas veces no solo estamos exentas de esta regla, si no que activamente se nos intenta disuadir de la idea de ser madres por prejuicios y estereotipos sobre nuestra discapacidad- no son pocas las veces que me han preguntado “Si no tienes hijos, ¿quién cuidará de ti cuando seas mayor? ¿Cuándo te casarás? ¿Por qué no tienes pareja?”. Los reclamos y cargas añadidas son muchos y varían según la etapa que esté viviendo. Lo único que deseo es que otras niñas y mujeres, en particular, aquellas con discapacidad, no pasen por lo mismo.
Para no agobiarme con estas exigencias, debo identificarlas y eliminarlas de mi vida si no las quiero, reconociendo que tengo todo el derecho a equivocarme, a cambiar de opinión, sobre todo, a tomar decisiones en busca de mi propia felicidad. Sé que no estoy sola, que muchas otras mujeres y niñas, con y sin discapacidad, también hacen frente a estas cargas impuestas desde afuera.
Les doy la bienvenida a mi papelera de exigencias inútiles.
Les invito a que, juntas, tiremos a la basura todo lo que no nos sirve y nos hace daño.
En mi mano derecha, imagino que tengo un papelito. En él, voy haciendo una lista de cosas que me fastidian, de exigencias y cargas que no quiero llevar (algunos ejemplos de lo que contiene la mía: — casarme antes de los 30, — Dejar que precaricen mi conocimiento por ser joven). Luego, arrugo el papelito con la lista y lo suelto mientras respiro profundo y sonrío.
Espero que este ejercicio de sanación también, te sirva a ti que me lees y necesitas liberarte. Si no es tu caso, compártelo con tus amigas discas para que juntas y a distancia, hagamos nuestra pequeña revolución ante lo supuestamente correcto.
Sobre la autora
Estefanía Cubillos Nova (ella) es periodista, feminista y adora los felinos. Estefanía colabora con organizaciones como MADRE, Women Enabled International y Palabras Poderosxs, entre otras colectivas.