El último puño, o cómo volverse insecto

Lorena Peña Brito
RIPAZ
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4 min readApr 4, 2020

Querida Gina,

Desde que te fuiste, hace tantos años ya, te he olvidado por largos periodos, pero eventualmente vuelve tu recuerdo a acosar mi memoria. Tenías el peor corte de pelo de todo el pueblo. Ahora lo envidio. En realidad estaba, tu corte, viviendo una época de oro que pertenecía a otro tiempo. Da igual, ahora que apareces de nuevo me da, no solo una profunda pereza narrarte mi vida, sino vergüenza infinita caer en los lugares comunes. Sal, pimienta, ajo y azúcar, ya sabes, como todo mundo. Las vidas extraordinarias no se hicieron para chicas tímidas y de clase media, como nosotras.

Gina lo que prefiero contarte tiene de extraordinario que es urgente. Estoy segura de que aquí vamos a encontrarnos, porque ya desde el día en que caíste de la loma demostraste tener habilidades y cuerpo de insecto. Una cierta tendencia a lo invertebrado, a rebelarte contra las columnas.

Sentía, desde hace diez años, una opresión en la cadera. Empezó la mañana de un jueves de agosto y se quedó tanto tiempo que empecé a imaginarla como una costra aferrada a mis huesos y órganos. Me hice revisar por doctores, curanderas, bio-desprogramadoras, y nada la aliviaba. Esa tensión terminó por crecer tanto, que llegó al pecho empujando mis pulmones hacia el interior de mis hombros. Como haciéndose espacio para llenar mi tórax. Me pensaba “rellena” de una presión extraña, habitando los límites entre un órgano y otro, empujándolo todo.

Un día lo decidí e inicié una metodología nueva para intentar domarla, controlarla, en la mejor de las instancias, desaparecerla. Pero en vez de eso encontré cómo no combatirle, sino darle salida. Empecé a hacer Tai Chi.

Gina, es un arte marcial que pareciera de mentira pero no lo es. Una vez alguien me preguntó si era una actividad para viejos, contesté que no, pero si lo pienso mejor, concluyo que quizás es verdad, son las personas mayores quienes comprenden que hay que combatir lo que de humanos nos va quedando, sobre todo, frente a todo. Es un arte marcial real y de lo que se trata es de adiestrar a tus órganos para que vibren y se reacomoden. El objetivo: volverse insecto. Por supuesto la doctrina filosófica, como todo lo oriental, es el contenedor de un deporte que de especial tiene la misión de pugnar, además, contra el tiempo. Los movimientos son acciones de combate; un golpe que empuja hacia adelante, un codo que desvía un ataque fantasma. Todo esto con la velocidad de medio minuto. El ataque en cámara lenta, lentísima, es rebelión y lo he entendido, Gina. Desaprender el ritmo del tiempo. Destartalarlo como lo conocemos es resistencia, carajo. Y en esta lentitud, traer a la mente el poder de los animales. El mono, la garza. Adoptar esa potencia bestia y mover desde la tripa lo vacío y lo lleno. Intestino gusano de seda. Buscar que ese movimiento emerja como campo magnético a tu alrededor. Es en el momento en el que empiezas un vaivén natural, un pie y otro pie, de una rodilla a otra, el punto en que te conviertes en una mantis. Un bichorrebele contra el tiempo.

Convertida en insecto puedes verlo todo como si fluyera en cámara lenta. El mundo se ajusta a tu entraña inexplicablemente. Se convierte en un material en proceso, bolo alimenticio que te nutrirá o vas a desechar. Una fuerza inminente, notable como si siempre hubiera estado allí, surge de un pequeño hueco entre el hígado y el vaso. Se cimbra calladamente todo tu cuerpo hasta las plantas de los pies. El día que lo logré, que alcancé la vibración de órganos internos como si pequeñopatearan, comprendí todo. Cuando se dice alcanzar las nubes no es en relación a la tropósfera. Nos fuimos con la finta, Gina. Es sobre encontrarte con tu propio aliento al abandonar tu cuerpo y es la comprobación de algo inaudito: que estás viva. Insecto contra el tiempo, sé que solo tú vas a entenderme, llegar a ese estado es algo de lo que hubiéramos hablado si no te hubieras ido tantos años a seguir a una familia que no era la tuya. Alcanzar la conciencia de bicho se celebra, tenemos una metodología que se llama “mover las manos como nubes”. Te mando un dibujito para que me entiendas. Las manos deben ir a la altura de tu cara, que no se te olvide.

El dibujito es este:

Te abrazo lentamente como bailando.

L.

LPB. 2019

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Lorena Peña Brito
RIPAZ
Writer for

Curadora, escritora, gestora cultural. Buscadora de la pierna y la mano que se quedaron en el camino.