🎫 | Una estrella fugaz, un Parlantes, o simplemente canciones de historias y emociones [Crónica]

La estrella fugaz en la que se ha convertido Parlantes después de su impecable disco Todo esto eran mangas, volvió a aparecer en los escenarios el pasado sábado 2 de febrero en el Claustro San Ignacio.

Andrés López
Rockal
6 min readSep 1, 2019

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Foto: Marcell Cano (@marcellcano)

La RAE define una estrella fugaz como un “cuerpo luminoso que suele verse repentinamente en la atmósfera y se mueve con gran velocidad, apagándose pronto”. Me creo esa idea de que Parlantes sea un cuerpo luminoso. Su música, sus letras y sus ideas están llenas de una luz exquisita, elegante y callejera. También me creo eso de que es repentina y pasa con gran velocidad. Lanzaron en vivo Todo esto eran mangas un 10 de mayo de 2016 en la Universidad EAFIT, y tan solo hasta el 7 de septiembre de 2018 la estrella fugaz volvió a verse en un escenario. Y también hay que creer aquello de que se apaga pronto, pues nos emocionamos por una hora, y después hay silencio y vacío musical hasta una nueva oportunidad.

Pero no hay ningún problema con ello, y está bien. Me agrada pensar en la idea de que Parlantes es un evento único e irrepetible. Que a esa estrella fugaz, cada que pasa, vale la pena correrla hasta el mejor punto donde uno pueda verla y apreciarla en todo su esplendor. Y así hicimos el pasado 2 de febrero en la 6ta Internacional Nadaísta, corrimos al Claustro San Ignacio de Comfama para volver a ver a la cabeza parlante en acción.

Programado para las 10.00 PM, el concierto se hizo esperar más de lo planeado. Ya el Parque San Ignacio y el auditorio del Claustro se encontraban llenos. Tanto así que Comfama habilitó los corredores del segundo piso del lugar para que todos lograran tener su espacio para ver a Parlantes.

Fue así como a las 11.10 PM todo el que estaba en el parque ingresó de inmediato y se ubicó. Parlantes subió al escenario y empezó con un viaje lleno de historias y emociones. “¡Y soplaré y soplaré!” gritó Camilo Suarez para iniciar con toda la banda el recorrido que se vendría, empezando con lo que parecía ser Fuego (El peligro de llamarse Incendio) y posteriormente mutó a Barranca, del Lenguanegra.

Sin mediar palabra, el Futuro Anterior llegó. Todo esto eran mangas es un gran disco (si no es el mejor de Medellín en 2016), y esta canción, que habla de que “el futuro de Parlantes ya pasó” fue su primer sencillo. Parlantes ha tenido que adaptarse de a poco a los cambios que ha sufrido la alineación inicial. Ya no hay percusionista, no hay una segunda guitarra y tampoco otro teclado. El formato de cinco que actualmente sostienen el Burro, Camilo, Pedro, Alfonso y Fredy está no solo cumpliendo las expectativas, sino que ha logrado un ensamble impecable y a tono con lo que la banda requiere. Nunca se sintieron vacíos, tampoco hizo falta algo adicional. Parlantes está fino y en su punto, sin demasiados condimentos.

Por eso, cuando el final de Futuro Anterior se acercó, los cinco demostraron la banda que son al unirla sin pausa y silencio con Simón del desierto. Aquí la gente se contagió y empezó a bailar y cantar. “La palabra es una piedra, Simón. ¡Simóoon, Simóoon!”. Y con el público ya entrado en calor, era hora de visitar el homónimo Parlantes, lanzado en 2006, con un Camilo Suarez que vestía para la ocasión el famoso Saco azul. Llegaba el burro de papel, Donkey presentaba su distorsión para hacer cantar al público del lugar por completo: “¡Donkey! Eres gris, Donkey. Eres triste, Donkey. Eres gris, Donkey Donkey”.

Foto: Marcell Cano (@marcellcano)

La banda nos recibió con esa tanda de 4 canciones que llegaba a su silencio. Así, Camilo aprovechó para invitar a los que permanecían sentados en el piso a que se pusieran de pie, y a los que estaban más atrás, que se acercaran al escenario. Así tomó un mayor aire a concierto el ambiente, que estaba alejado y con signos de respeto al escenario.

A capela entre toda la banda, Los madrugadores, apertura del Todo esto eran mangas, fue entonada. Poco a poco fue subiendo para llegar a su punto alto, donde la banda supo mezclar para iniciar con Sweet Banana. En serio, Parlantes anduvo fino, sin errores, hacían un perfecto repaso por todos sus discos y sin ningún silencio, nos seguían teniendo atentos a todo lo que sonaba en el escenario.

“¡Menos mal no estoy solo! Menos mal no estoy solo en la oscuridad”. Los Huesos empezaron a sonar, y el público ya feliz y entregado empezó a saltar junto con el Burro. Lo que era una canción rápida y bailable, fue bajando de a poco el ritmo para aterrizar en Aguacate y su particular teclado inicial. ¿Y cómo dice? “¡Aaaaguacateeee! Tenés que madurar a la fuerza. ¡Aaaaguacateeee! Te cogen a plomo y estás verde”.

Volvía la pausa. El público feliz y entregado ya estaba ganado por parte de Parlantes. Y ellos vivían su momento con una alegría inmensa, pues se notaba en sus caras lo bien que la estaban pasando en el concierto con la respuesta que recibían por parte de todas las personas que llenaron en Claustro. Así, iniciaba otra tanda de canciones, donde Lenguanegra hizo presencia. “Escribe en el cielo loro lenguanegra”.

Los decibeles encontraron su contraste cuando sorpresivamente Bailarina tomó presencia con el acordeón. “Caminarás sobre los cables sobre el papel, caminarás sobre cenizas… Bailarina de porcelana”. Sin dudas, la canción solo hizo que el concierto tomara un mayor aire a épico e irrepetible.

El acordeón seguía siendo el protagonista de la tanda, pues empezó a sonar junto a la voz de Camilo: “Solo quedan los más viejos, los que no pueden marchar…”. Sinclair llegaba y reclamaba de forma imponente, entre tantas paredes y cuartos del Claustro que “si tú no estás en esta ciudad, en esta ciudad no hay nadie. ¡¿QUIÉN VIVE?! Tras la puerta, tras el muro, tras la ventana, ¡¿QUIÉN VIVE?!”. Y posteriormente sucedió de una forma similar a la magia la llegada del Stella Maris, para ser el mejor momento de la noche, el más emotivo.

El Claustro fue una sola voz junto a Camilo para gritar que su destino estaba en el fondo del bar. “He perdido una mano, pero no la razón. Yo te quiero sirena con todo el corazón en el fondo del bar. Todos los animales han venido a buscar entre mares de vinos a la estrella del mar en el fondo del bar”. Ya con la canción lista y el público habiendo cumplido con cantarla por completo, los gritos vagabundos de “¡EN EL FONDO!” fueron más que suficientes para hacer entender que la estrella fugaz había valido la pena. Que la espera, tan larga y tardía, tenía algo de sentido. Lo bueno se hace esperar.

La Equis Balada, el recorrido por las calles, le cumplió a la abuela: “Tranquila abuela, yo voy a dejar un coro, un conjuro para que la gente se sienta bien”. Y todos coreamos junto a la banda: “Laaara, laaaaralaralalaaaaara…”. Después llegaron los de la camioneta y su Crónica de indios. Hasta Parlantes después logró darse el lujo de presentar en vivo una nueva canción de cara al disco que están componiendo, se llama Sur de Norteamérica, habrá que esperar cuándo será grabada y presentada al público.

Con el Camino al valle, que tuvo una preciosa pausa en la mitad para cantar “Mi amor es una gota de agua, una gota de agua, una gota de agua”, del Cuentagotas, el concierto fue tomando un cierre perfecto, que terminó como empezó, con Fuego o El peligro de llamarse Incendio de forma completa. ¡Harto viento San Lorenzo!

Y así pasó el destello de luz. Casi una hora y veinte minutos de concierto. Con la pregunta entre los cercanos de “¿Qué les hace falta por tocar?”, pues tocaron de todo y no se guardaron nada. Parlantes fue más a la cita, cumplió, gustó y enamoró aún más a todos los que seguimos con fe a esa estrella fugaz, que la esperamos y, cuando apunta un día y hora, salimos a la calle a buscarla con alegría.

Foto: Marcell Cano (@marcellcano)

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Andrés López
Rockal

“Que la cuenten como quieran, pero que esté bien contada” • Le dediqué mi vida a la música con @rockaloficial. Ahora descanso • Una vida austera y cultural.