Con Herzog en la Montaña: Storyhackers: Día 1

En California. Still Dreaming.

El viaje fue largo y uno siempre siente que está poco preparado. A veces sólo queda asumir que uno nunca va a estar preparado para todo y que las cosas siempre se acomodan casi como en un masterplan desconocido. Que fluyen.

Parece que uno aterriza en California y se pone hippie, surfer y musical. Todo junto. Empiezo a hablar de la “fluidez de las cosas”, me pongo extraña.

Estoy aquí para pasarme una semana con Herzog. Una semana sin conexión con otra cosa que no sea la montaña. Una semana sin fotos, teléfonos ni cocktails caros de festivales de cine. Una semana con la propia historia, y todos sus átomos circundantes.

Respiro.

En el avión escribo. Leo como maniática y duermo como quien necesita dormir por adelantado. Pero estoy despierta. Y vuelvo a escribir. Empiezo a ver diferente. A pensar en todo lo que me rodea como una plataforma narrativa. Como átomos de storytelling: luz, colores, pantallas, experiencias, ventanas.

Hasta ahora todo ha servido como plataformas para vendernos cosas que no precisamos, y pienso: ¿cuándo empezaremos a usar las plataformas como épicas de salto? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que las historias que contamos y nos contamos son lo único que afectan la realidad y el mundo?

En el avión veo una película y otras tres pantallas más de tres asientos diferentes. Mi cerebro puede procesar tres finales al mismo tiempo, pero solo una buena historia puede anclarme en el momento presente. Hipnotizarme. Crear magia. Que los narradores vuelvan a ser magos, chamanes y hackers.

El cine, tal como lo conocíamos, agoniza. Como han muerto los grandes magos ilusionistas que nos transportaban en sus aventuras con una simple dirección de mirada. Hitchcock o Houdini. Aquellos que creaban una pieza artística que suspendía la noción de realidad creando una experiencia sensorial con el espectador.

Pero hay buenas noticias: el espectador también ha muerto.

Ya no esperamos. Cocreamos. Salimos a buscar la historias donde sea que estén. Buscamos sus fallas, las rearmamos, creamos un nuevo sistema, nos salimos de las prisiones culturales y volvemos a contar una historia que cambie el mundo.

¿Los cineastas nos convertiremos en una tribu trashumante de diseñadores de experiencias, hackers, tecnoartistas y escritores que manejan la palabra y el código con igual facilidad? ¿La audiencia será ahora parte inamovible de esta tribu? ¿Serán creadores, anfitriones, mecenas y nuevos hackers para las historias de aquello antes conocido como cine?

Siento que no hay que temer. Todo ha cambiado, y eso es una buena noticia.

Vuelvo a escribir. Y pienso que tal vez, si tenemos suerte, estos cuadernos que hoy escribo a 30.000 metros de altura, en una silla, en el cielo, en algún momento se convertirán en la biblia de los hackers de las historias. Vuelvo a pensar en regresar a algún lugar y escribir lo que antes llamábamos películas en un Laboratorio de narración. Vuelvo a pensar en la montaña. En Herzog. En la posibilidades infinitas. Vuelvo a pensar que Herzog tiene un yahoo y que en sus seminarios a veces hay un ring de boxeo.

Sonrío. Todo puede pasar.

“Estoy tan acostumbrado a sumergirme en lo desconocido que cualquier otro entorno y forma de existencia me parece exótica y no adecuada para los seres humanos”. Werner Herzog.

Remix y Reedición de El Diario de Viaje de María Laura Ruggiero en el Rogue Film School, escuela de cine de Werner Herzog. 2014

M.Laura Ruggiero. Productora Transmedia. StoryHacker.

Join the StoryHackers

FACEBOOK TWITTER INSTAGRAM SNAPCHAT MEDIUM VIMEO

Hello@seirenfilms.com