Con Herzog en la Montaña: Storyhackers: Día 4
Fire Walk with me
Tuve pesadillas toda la noche. Sueño con volcanes en erupción. Me despierto temblando. En el sueño alguien me dice que tengo que ir a Teotihuacan. Lo googleo. Del náhuatl: Teōtihuácān, “Lugar donde los hombres se convierten en dioses”.
Pienso en mi película.
¿Volver a dormir?
Me despierto. Trato de hacer la cama y lucho 10 minutos tratando de doblar la manta del sofá cama que ha sido mi hogar en la montaña hasta ahora. He llegado al nivel de nervios de terminar enredada en una lucha mexicana con una sábana. Mañana conozco a Herzog.
Mañana me traslado a una locación secreta a reunirme con Werner y una cantidad desconocida de aprendices. Será la primera vez que nos veremos cara a cara. Se supone que cenaremos y nos dirá qué nos espera de ahora en más. O no.
Hasta ahora hemos recorrido un laberinto de pistas que incluyen links secretos, hacerse amigo de una personalidad ficticia en Facebook que tiene la cara de un coyote y seguir avanzando hasta conocer a algunos de los que estaremos aquí. Por momentos me siento en una gamificación extraña pero me doy cuenta de que no. Que no hay que pensar más allá de nada. Estos NO son los caminos misteriosos del Señor.
Se dice que en el seminario hablaremos de cómo vencer la burocracia, de por qué las películas no deberían nacer de la unión de productores en cocktails caros y de cómo el cine es una actividad atlética. Herzog robó su primera cámara ya que sentía un derecho natural hacia el cine.
Y aquí estamos nosotros tratando de filmar coproducciones y no de contar historias.
Vuelvo a la realidad, no tengo cómo viajar hasta la nueva locación y, mediante un pedido en Facebook y la unión latinoamericana de directores-que-solo-nos-vemos-en-festivales-de-cine, lo consigo. A cambio tengo que trasladar un “patito”. Una mascota, me dicen. No sé de qué hablan, pero digo que sí. A esta altura, un pato es la menor preocupación que tengo.
Salgo a caminar por mi barrio adoptivo, llego a la cima de Mulholland pero ya es tarde, no puedo escapar del cine.
“Esto no es para los débiles de corazón; es para aquellos que han viajado a pie, que han trabajado como portero en un club de strippers o como guardianes en un manicomio, para aquellos que están dispuestos a aprender acerca de abrir cerraduras o falsificar permisos de rodaje. En resumen: para los que tienen un sentido de la poesía. Para aquellos que pueden contar una historia a los niños de cuatro años de edad, y mantener su atención. Para aquellos que tienen un fuego ardiendo en su interior. Para aquellos que tienen un sueño”.
Werner Herzog hablando sobre el Rogue Film School.
Remix y Reedición de El Diario de Viaje de María Laura Ruggiero en el Rogue Film School, escuela de cine de Werner Herzog. 2014
M.Laura Ruggiero. Productora Transmedia. StoryHacker.
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