Con Herzog en la Montaña: Storyhackers: Día 8

Las puertas de la percepción

Aquí está el poeta y esas son sus herramientas. Su mente, su alma y dos pedazos de metal que usa para abrir puertas y lleva en su bolsillo. Cosa de ladrones, dice, pero él no roba nada, sólo busca alojamiento cuando sale en sus maratónicas caminatas a pie durante días.

Por momentos Herzog se pone suave, como un abuelo cuentacuentos y luego su acento alemán se eleva y repite mil veces la palabra “abominación”. A este punto ya no intimida. Durante la cena, seis de nosotros ya pueden imitar el acento Herzogiano y ponerle voice overs ridículas a cualquier cosa. Nos divertimos.

Hablamos muchísimo de dirección de actores, del rol del director y de cómo realmente poder leer una escena. Claro, el viewfinder, las tomas de cobertura, los storyboards son herramientas de los cobardes que no saben lo que quieren. Así de definitivo en sus palabras es Werner.

Nos recomienda siempre vivir la vida, si no, no hay nada que contar. Deportes de contacto: rugby, basketball, lucha, aprender trucos de magia con las manos, aprender a pensar en movimiento y aprender a fascinar.

Nos insta a no caer en la Disneysación (!) de la naturaleza, a respetar a entender el caos sin morir, sin juzgar y sin creer en tonterías New Age. Al universo le importamos poco.

De la profundidad extrema pasa a cosas risueñas como decir que no sabía qué era “un Simpson” y que cuando lo llamaron para hacer una participación con su voz le dijo con claridad “que no sabía que esas criaturas hablasen, pensé que sólo estaban dibujadas”.

Habla incansablemente por horas y horas, no se guarda nada, cualquier cosa que uno quiera preguntarle está ahí. Por un momento mi mente geek se queda mirando su computadora, sus íconos, cómo organiza sus notas e imágenes y vuelvo a caer en esta alucinación colectiva de no poder creer bajo ninguna circunstancia que Werner está ahí.

De pronto, en break, Herzog está al tanto de todo, me dijo “María Laura estás muy callada hoy” y luego “María Laura, quiero saber que es eso del transmedia, no entiendo nada”. Hablamos un poco de instalaciones y de que simplemente le interesa como forma de ganar de dinero. Entender la internet, entender que para él ya no, pero que las próximas generaciones re definirán el concepto clásico de distribución.

Hay muchas personas aquí que sólo quieren hacer películas tradicionales y hay otro tanto que no. Ya uno tiene identificado los desarrolladores de software, los creativos del hardware y los que no. Alguien cuenta que está haciendo una traducción del lenguaje etrusco, tratando de descifrar lenguaje antiguo y volvemos a hablar de transmedia: el monstruo del momento.

Me acerco a Werner y le entrego un libro: una bitácora en blanco diseñada por mi amiga Luz, confeccionada con sus propias manos e inmediatamente Werner me muestra todos sus anotadores con hojas en blanco y papel de acuarela. Sólo anota time codes e ideas con precisión. Los usa para editar. Por un momento sueño que su próxima película la escribirá en ese papel. También dice que leerá la nota que está dentro y responderá. Tal vez Luz, algún día reciba un email de Herzog.

Todo pasa muy rápido. Se discute un documental sobre física cuántica y animaciones fabulosas. Reímos.

De pronto, todo está bien, yo también podría aprender latin o etrusco o alguna lengua muerta pero decido practicar un arte moribundo: el cine.

Algún día la poesía tendrá otras formas y tal vez sean código y experiencias, pero siempre, siempre, el alma de los poetas será la misma. Inmutable. Integra. Visionaria. Salvaje.

Así pasa el día.

Remix y Reedición de El Diario de Viaje de María Laura Ruggiero en el Rogue Film School, escuela de cine de Werner Herzog. 2014

M.Laura Ruggiero. Productora Transmedia. StoryHacker.

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