Cárceles del momento y cómo escapar de ellas
Hoy presento esta charla en Interaction Latin America 2019 en Medellín, Colombia. Nunca antes había dado una charla que haya sido escrita por primera vez como un artículo; debe ser interesante convertir dicho artículo en una presentación. (Aquí está el artículo original en inglés; aquí está en portugués.) Gracias a Marcela Valencia por su ayuda con la traducción.
Descargo de Responsabilidad: No soy un físico o, realmente, un diseñador. Pero en esta charla voy a hablar sobre el tiempo y el espacio y de cómo, de alguna manera, importunan y acaban con los diseñadores.
No somos muy buenos con el tiempo
No sorprende que la mayoría de nosotros tenga dificultades para entender las teorías de la relatividad de Einstein. Requieren que ampliemos nuestra comprensión de cómo el tiempo funciona, pero ni siquiera podemos manejar la noción de tiempo Newtoniana que guía nuestras vidas.
Cuando agregas el espacio al tiempo, las cosas se vuelven más enredadas. Hablemos de cálculo, por ejemplo. Lo necesitas cuando tratas de hacer que cosas (como buques de guerra) impacten cosas (como otros buques de guerra) con otras cosas (como balas de cañón). Todas estas cosas están en movimiento de manera simultánea, y eso es complicado de entender para nosotros. Artilleros: ¡Mis respetos!
Nosotros, los humanos, también somos notablemente malos en entender las consecuencias de nuestras acciones, y eso también podría tener algo que ver, nuevamente, con nuestras dificultades con el tiempo. Es difícil para nosotros pensar con anticipación cuando apenas podemos comprender el pasado. Nuestras memorias de corto plazo se distraen fácilmente y nuestros recuerdos a largo plazo son muy defectuosos.
Cuando tomamos en serio la comprensión del futuro, utilizamos herramientas como el análisis predictivo, basado en el pensamiento probabilístico, el cual también es muy difícil de entender para la mayoría de las personas. Hasta cuando se nos confronta con datos que sugieren relatos de hechos del pasado y predicciones sólidas del futuro, las historias inevitablemente triunfan sobre estos datos.
Por ejemplo, recuerden la famosa historia sobre cómo la banda de los 80 Van Halen se negaba a tener chocolates M&Ms marrones en sus conciertos. Décadas más tarde, este se mantiene como un gran ejemplo estándar que demuestra cómo en realidad son las estrellas de rock.
Pero, realmente, no demuestra tal cosa. Van Halen usó esta cláusula en sus contratos para asegurarse de que los recintos donde se hacían los conciertos prestaran mucha atención a los requisitos que exigía la banda, muchos de los cuales abordaban asuntos críticos de seguridad. Pero preferimos creer lo que se dice de que las estrellas de rock son unos idiotas insufribles, incluso cuando se presentan hechos que sugieren que en realidad son astutos negociantes. Muchos de nosotros aplicamos este mismo pensamiento narrativo sobre evidencia cuando nos enfrentamos a datos que predicen eventos futuros, como es el caso del cambio climático.
Forzar el tiempo en momentos
No pretendo ser bueno en cálculo (lo dejé en la secundaria), en pensamiento probabilístico, la interpretación de la evidencia o incluso en mantener mi propio lente narrativo bajo control.
Como la mayoría de la gente, estoy de acuerdo en comprender que necesitamos plantar banderas para fijar momentos que nos ayuden a navegar por el remolino del universo y su descabellada continuidad de tiempo-espacio. Los momentos son pequeños paquetes digeribles de tiempo y memoria. Y son útiles: podemos recordar lo suficiente sobre nuestros momentos para dar sentido a nuestras experiencias. Esperamos que fluyan en una secuencia ordenada, del pasado al presente y al futuro, hasta que se agoten.
Billy Pilgrim, el héroe de la novela clásica de Kurt Vonnegut, Slaughterhouse-Five, experimenta los momentos de manera muy diferente: se vuelve “desatascado en el tiempo”. Sus momentos fluyen de manera impredecible, no lineal. Momentos pasados, presentes y futuros suceden simultáneamente. (Es un concepto extraño, y si aún no han leído el libro, háganlo).
Billy es consciente de que está desatascado en el tiempo y aprende a apreciar que su experiencia carece de un camino narrativo. Por otro lado, el resto de nosotros, estamos atascados en el tiempo. Esperamos que nuestros momentos se alineen de manera impecable y ordenada, para revelar las experiencias de nuestras vidas, para contar nuestras historias. En realidad, no funciona de esa manera, porque simplemente no somos buenos trabajando con el tiempo. Y somos terribles al recordar cómo deben secuenciarse los momentos, qué fue lo que de verdad sucedió en cada momento y qué momentos vale la pena recordar.
Lo que es peor: cuando somos confrontados por nuestra mala memoria y nuestra incapacidad de comprender lo importante, el camino de nuestras experiencias, nos enfocamos más en las pequeñas cosas: nuestros momentos. Esas pequeñas cosas son sencillamente demasiado diminutas por sí mismas, demasiado limitantes para revelar que sea significativo.
Los momentos son cárceles.
¿Cómo nos libramos de las cárceles del momento para poder entender mejor nuestro mundo, nuestras vidas y nuestro trabajo?
Hoy abordaré algunas de las cárceles del momento que limitan nuestras carreras profesionales. Como autor y editor, mi consejo es principalmente sobre las palabras y cómo rechazarlas.
Definiciones de Cárceles del Momento
Primero, hablemos sobre cómo definimos lo que hacemos.
Probablemente seas muy joven para recordar lo que fue percibido como la muerte de la arquitectura de la información (AI). Y eso significa que definitivamente eres demasiado joven para recordar cuando la AI estaba en sus días de gloria, antes de su supuesta desaparición, hace 15–20 años. Después de haber coescrito este libro, pude experimentar esa gloria de primera mano.
Salió por primera vez en 1998. La gente lo leía en un momento en que sabían que lo que estaban haciendo iba más allá de lo que llamamos ser un “webmaster”. Pero no tenían la palabra correcta. El libro salió, y de repente la gente estaba emocionada: había una palabra para lo que ellos hacían. Comenzaron a llamarse a sí mismos “arquitectos de la información”.
Bandera plantada. ¡Hurra!
Sin embargo, casi de inmediato, el término “arquitecto de la información” se convirtió en una cárcel del momento. Era tan imperfecto que los arquitectos de la información rápidamente se dividieron en dos campos. Busquen en Google “little IA y big IA”, y verán lo que quiero decir. “Little IA” se refería a metadatos y taxonomías, y “Big IA” se refería a sistemas y experiencias. Por lo visto, estas dos cosas no podían coexistir, y eventualmente la gente de “Big IA” se apartó, algunos volviéndose a enmarcar como diseñadores de UX, otros como diseñadores de interacción. Esto conduce a mucha fricción y retorcimiento de manos. La gente incluso discutía por esto, tanto como para acabar con sus propias amistades.
Mucha gente me preguntaba si estaba triste por la “desaparición de la AI”. No sé por qué. ¿Tal vez pensaron que eso significaba que la AI fue un fracaso? ¿O quizás yo era un fracaso? Lo que sea. Lo único negativo, en mi opinión, fue haber tenido que escuchar durante 15 años a personas lamentando la “Muerte de AI”. Solamente porque el uso del título laboral se redujo:
Ahora escucho sobre la “muerte del diseño de interacción”. Y bueno: la trayectoria del título laboral “diseñador de interacción” es, según la evidencia, no muy diferente a la de “arquitecto de información”:
Escuchen todos: están en una conferencia de IxDA. Entonces, ahora deberían estar deprimidos. Muy deprimidos, ¿verdad? ¿Suicidas, quizás?
Deberían estar deprimidos. Así como ustedes nos reemplazaron a nosotros, los arquitectos de información, ustedes están a punto de ser reemplazados por los “diseñadores de productos”:
¡TODOS SALUDEN A LA ERA EMERGENTE DEL DISEÑADOR DE PRODUCTOS!
Y: OH POR DIOS!
El problema aquí es que plantamos una bandera para crear un momento comprensible. Para darle sentido a algo nuevo o ambiguo, recurrimos a definiciones de una línea y descripciones de trabajo de 200 palabras. En esos momentos, creamos cárceles que aún no podemos imaginar. Y esas cárceles del momento nos molestarán, restringirán y literalmente nos dañarán en el futuro.
Nos puede ir mejor que eso. Aquí tenemos una idea: primero, reconocer el cambio. Tal vez no tienen que aceptar el cambio, pero al menos deben estar dispuestos a mirarlo directamente a los ojos. Vamos de vuelta a la cuestión del tiempo/espacio: todo está cambiando siempre. Este es literalmente el cálculo sobre nuestra industria particular.
Entonces intentemos reimaginar el concepto de definición en el contexto del cambio. ¿Qué significa definir lo resbaladizo? ¿Podemos plantar una bandera sabiendo que estaremos plantando la misma bandera una y otra vez en diferentes lugares? Incluso los polos norte y sur cambian con el tiempo; las banderas de Amundsen y Peary ya están fuera de sus marcas por al menos algunas pulgadas. (Y aparentemente los polos magnéticos se han desplazado unos 2.000 km en menos de dos siglos).
Estoy tratando de hacer eso para el UX de dos maneras. Ayudo a organizar tres conferencias UX (y ya comencé con otra). Cada año, hacemos toneladas de investigaciones de usuarios para determinar el espíritu de cada tema o área de práctica. En otras palabras, un programa de conferencia sirve como una definición funcional de su tema.
Aquí está el programa de la conferencia para Interaction Design LA 2019. Véanlo de cerca, porque es literalmente una definición funcional del diseño de interacción. Dentro de un año, será diferente, y esa es una característica, no un error.
También publico libros sobre UX; con el tiempo, han pasado de ser centrados en el enfoque a ser conceptuales y multidisciplinarios. Es fascinante, y sí, definitorio, presenciar ese cambio, así como ver lo que no ha cambiado. Tanto las agendas de conferencia y la de editorial son ejercicios de definición, pero en realidad solo son útiles porque sabemos, desde el principio, que cambiarán regularmente.
Los cargos y las descripciones de los trabajos no han funcionado históricamente de esa manera. ¿Por qué no pueden? Sabemos que necesitan cambiar, pero nos sentimos avergonzados cuando lo hacen, como si no pudiéramos hacerlo bien. Eso es innecesario. Es como sentirse avergonzado de ser un mamífero.
Ya sea que lo noten o no, están tratando constantemente de definirse a ustedes mismos. Su currículum, su portafolio, su conjunto de habilidades, su afinidad tribal: todas se convertirán en cárceles del momento si ustedes se lo permiten. ¿En cambio, podrían ver estas cosas como parte de secuencias, como historias de ustedes en desarrollo? ¿Eso haría que se sientan más cómodos con el cambio?
Como editor de libros sobre UX, productor de conferencias sobre UX y autodenominado como un tipo UX, puedo prometerles que abandonaré ese término en el momento en que se vuelva restrictivo, porque no quiero encontrar a Rosenfeld Media atascada en una cárcel del momento.
Metáforas como Cárceles del Momento
Hablemos de otro tipo de cárcel del momento: metáforas. Aquí tienen un clásico: ¡los “portales”!
Hace años, gran parte de mi vida profesional giraba en torno a esa palabra. Mis clientes me pedían ayuda con los portales. ¡Todos querían uno! Incluso tuve un trabajo como testigo experto para la parte defensora en una demanda de US$17,000,000 que giraba en torno a la definición de “portal”. (Ganamos.)
Entonces, ¿qué es un portal?
Nadie lo sabía realmente. ¡Pero todo el mundo tenía que tener uno! A pesar de que era innecesariamente caro. Y casi siempre inútil. Pero la metáfora parecía precisar las cosas de una manera que hacía que las personas se sintieran cómodas. Narrativa sobre la evidencia. ¡Literalmente, todos querían pagar grandes cantidades de efectivo para encerrarse en sus propias cárceles del momento!
Así que esto es lo que me pareció útil: me reuniría con clientes, me sentaría y propondría una regla: prohibiríamos el uso de la palabra “portal”. Si usaban la palabra, los multaría con $1. Si yo la usaba, pondría $5 sobre la mesa.
Esto hizo que mis clientes se sintieran incómodos. Después de todo, ¡necesitaban tener un portal! Habían estado hablando de portales durante meses, incluso años, y estaban muy entusiasmados por tener uno finalmente.
Pero la prohibición de la palabra los obligó a enfrentar los problemas subyacentes a sus suposiciones sobre los portales. Y luego, cuando entendieron cuáles eran sus verdaderos problemas, descubrieron que sí podían resolverlos. A menudo, de una manera fácil, eficaz y muy económica.
¡Problema resuelto! ¡Y no tenía nada que ver con pequeñas ventanas redondas!
Seamos cuidadosos con las metáforas, amigos. Pasamos por muchas metáforas, a menudo sin darnos cuenta de lo que estamos haciendo. El término “arquitectura de la información” es, sin duda, una metáfora que realmente nos puede encerrar. Descubrí que hago mi mejor trabajo de AI cuando no lo catalogo como arquitectura.
Hablando de AI, es posible que hayan escuchado recientemente sobre la desaparición del Information Architecture Institute, que cofundé en 2002. ¡Otra vez con eso de la muerte de AI!
Yo amaba el IAI. Me duele verlo desaparecer. Estoy agradecido con muchas, muchas personas inteligentes, amables y generosas que se esforzaron por hacer que fuera un éxito como solía ser. Y es algo considerable, dado que sobrevivió durante tanto tiempo cuando estaba destinado a ser un fracaso casi desde el principio.
No mucho después de que inició sus operaciones, de alguna manera se decidió que se necesitaba un modelo operativo reconocible. Uno que la gente pudiera entender. Ya que estaba sirviendo a una comunidad de profesionales, se adoptó el modelo de asociación profesional, no como un modelo de negocio estructural real, sino como una metáfora orientadora.
El modelo de asociación profesional se creó en el siglo XX, o quizás en el XIX. Funcionó bien durante una era de disciplinas aisladas, tenencia académica, viajes costosos y ausencia de redes sociales y software baratos de telecomunicaciones.
Pero esos días quedaron atrás. La metáfora proporcionó un lenguaje y una estructura sobre cómo podría funcionar el IAI, pero fue confinado y finalmente destruido. Hay muchas otras razones por las que el IAI falló, pero sigo creyendo que la más grande fue nuestra comunalmente creada cárcel del momento. Hace años plantamos una bandera en la metáfora de la asociación profesional, y nunca la movimos lo suficiente como para salvar a la organización.
¿En qué se convertiría el IAI si, desde el principio, prohibiéramos el uso de términos como “asociación profesional” en nuestras discusiones de planificación?
Las metáforas son fuego. Son útiles, pero, pueden salir mal rápidamente. Como las definiciones, son los ladrillos y el mortero de las cárceles del momento.
¿En qué metáforas confían para darle sentido al mundo o, centrémonos un poco, en sus carreras?
¿Eres un constructor? ¿Un contratista? ¿Eres el director de tu equipo? ¿O su psicólogo? Esos son todos conceptos útiles, pero solo les llevarán hasta cierto punto. Así que respeten sus medias vidas. Acostúmbrense a reevaluar esas metáforas. Con frecuencia. Tal vez una vez al año, como cuando van al odontólogo. De hecho, háganlo mientras están sentados en esa silla; es posible que necesiten una buena distracción.
¡Abajo las partículas!
Para finalizar, volveré a abusar de mi mínimo conocimiento de física, en este caso, mecánica cuántica.
Cuando se trata de comprender la complejidad, parece que las reglas del universo están en contra de nosotros. A nivel cuántico, entendemos que las cosas del universo se comportan como partículas. O como olas. Pero nunca, como ambas cosas a la vez, según el principio de Incertidumbre de Werner Heisenberg.
Los momentos son las partículas de nuestros recuerdos. Las historias que se desarrollan con el tiempo son las olas. Somos bastante buenos en lo primero y terribles en lo segundo. Eso tiene que cambiar.
Cuando se trata de comprender nuestra complejidad, debemos tener en cuenta tanto el tiempo como el espacio, tanto los momentos como el ímpetu. Es hora de que salgamos de nuestras cárceles del momento, comencemos a aceptar el cambio y nos familiaricemos mejor con los impulsores del cambio: principios, creencias y una incertidumbre placenteramente desconcertante. Necesitamos explorar el cálculo de las narrativas, de las cadencias superpuestas, del sinuoso paso del tiempo que experimentamos juntos como humanos.
Como profesión, dejemos de perder el tiempo discutiendo sobre las cárceles del momento, especialmente sobre definiciones y metáforas. Esa es una energía desperdiciada que, en su lugar, podría invertirse en resolver los enormes problemas que el planeta necesita que nosotros, como diseñadores, abordemos en este momento.
De todos modos, hagamos el favor de no usar demasiado “cárcel del momento”. No queremos que este momento se convierta … en una cárcel.
Gracias.