Cómo te ubica una carrera. Mi 5to. medio maratón

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4 min readApr 25, 2016

Pasas meses entrenando, haces series, chequeos, juras que te la vas a comer, y el día de la carrera pueden pasar docenas de cosas que tumban tus pronósticos. Eso me pasó a mí ayer, en el Maratón CAF. Mi 5to. medio maratón.

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Buscaba reinvindicarme del año pasado. Quería quitarme la espinita de que me tumbaran. Ya en frío, luego de llorar, patalear, renegar y refunfuñar, analizo todo y resumo que no todo fue tan malo.

Pasé las dos semanas anteriores a la carrera con mucha pesadez, carga y calambres en las piernas. Me hice un masaje de descarga que no sirvió de nada. Al final, decidí hacer lo que pudiera. Y así fue.

Tener agarrotadas las piernas desde el kilómetro 5 ya era una señal de que no iba a ser fácil. Afortunadamente soy terca y sé rezar. Sí, le recé a Diosito para que no me dieran esos calambres feos que tumban a la gente en la calle y no los deja terminar, le pedí fuerzas para terminar como fuera. Esa rezadera fue desde el kilómetro 8 hasta el final. Pobrecito, tantas cosas importantes en el mundo y yo jorobándolo con esto.

Caminé, pero cada vez que lo hacía sentía la tensión más fuerte y el miedo a no poder terminar me impulsaba a seguir corriendo. Ya en el kilómetro 15 suponía que no iba a hacer menos de 2:15, que era lo que quería, pero pensé en el Pacer de ese tiempo, me volteé, no lo vi cerca y me sentí mejor. Cometí el error de dudar de mi relojito que me ha mostrado su precisión en cada carrera. No lo vi más, creo que fue entre la rezadera, los calambres y confiarme en el fulano Pacer.

Entre Los Próceres y Plaza Venezuela quería pararme e irme a mi casa. Ya no podía más, un calambre en los glúteos me aterró. Volvió la terquedad y seguí.

El ánimo de la gente fue vital. Los mismos corredores que me veían padecer me animaban, eso ayuda muchísimo. Sólo un corredor sabe cuánto. Pitos, maracas, gritos, aplausos, te gritaban por tu número, eso ayudó metro a metro.

Sabía que venía lo más fuerte, Plaza Venezuela, pero guapeé y la verdad, dentro de todo, no me castigó tanto. Al fin veo la señalización de 200 mts., al fin voy a llegar. Llegué dos minutos antes que el Pacer de 2:15 (que se espichó). Hice 2:17. No hice el tiempo que quería…

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Uno debería hacer las paces con sus límites, saber que no todo se puede, saber que no todos somos iguales, disfrutar más de las cosas y competir menos con uno mismo, pero es que esto de correr, para algunos, es así. Te pones una meta y quieres mejorar tu tiempo porque te demuestra que eres la mejor versión de ti mismo, pero no siempre un número o una marca personal lo demuestra. Muchas veces el terminar una carrera a pesar de todos los obstáculos tiene más valor.

Siempre he dicho que tanto el primero como el último en una carrera tienen el mismo coraje. Le echan las mismas ganas. Unos son más rápidos que otros, pero eso no quiere decir que los últimos sean malos. Llegaron a la meta más tarde, pero llegaron.

En frío, como ya dije, doy gracias por la experiencia, por haber terminado algo que se suponía yo no podía hacer, por la sensación de morir buscando sentirme viva, porque no todos pudieron llegar a la meta y yo pude, porque todo esto me recuerda a todos aquellos que conocí y se fueron de este mundo en la plenitud de su vida, porque mientras viva quiero seguir viviendo como sea y haciendo lo que me gusta.

Ya tengo una meta para el próximo año. En realidad, ya la tenía desde antes de esta carrera, vamos a ver cómo se presentan las cosas en este país este año para ver si se puede hacer realidad en el 2017. Amén.

Mientras tanto, nadie me quita lo corrido. Nadie me quita lo bailado.

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Una bloguera y publicista que trabaja en Social Media, que curiosea para aprender y descubrió una nueva pasión: Correr