Ya soy Maratonista

Curiosa
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4 min readApr 2, 2017

Hace una semana exactamente corrí mi primer maratón. Todavía no lo creo. No sé por qué, pero es así.

¡Nada te prepara para eso 42.195 mts!

Obviamente, el entrenamiento hace la diferencia, pero luego de esos kilómetros que hiciste en tu largo más largo (en mi caso fueron 35K) lo que viene es territorio virgen y no sabes cómo vas a terminar.

Esperé la fulana pared, que juraba me iba a tocar en algún punto del recorrido entre el Unicentro El Marqués y Los Dos Caminos, pero resulta que fue un dolor en la banda izquierda de mi rodilla la que me hice frenar el paso y aullar de dolor. Eso fue por el kilómetro 37 y el resto fue una mezcla de suplicio, alegría, desesperación, cansancio, mucho dolor y llanto de emoción.

Como todo en mi vida, no podían faltar los WTF?. Saliendo de mi casa se rompe la lycra y ya no me daba tiempo de ponerme a inventar, así que la enteipé y me fui al Parque Los Caobos. En la Av. Río de Janeiro ese teipe se bajó y me lo tuve que quitar. Hice amago de mi mejor actitud para el resto del camino co si fuera medio Hulk con las carnes por fuera.

Ah, pero antes de quitarme el teipe, un manotón hizo que mi reloj volara y tuve que pararme unos 5 minutos a arreglarlo. Muchos dirán (y me lo decían) que lo guardara y siguiera. Yo sé que mi reloj es el que me ayuda a bajar el paso cuando me pongo desbocada así que lo necesitaba. Al final, un amable expectador me ayudó y seguí. Eso sí, el reloj se apagó dos veces, así que el kilometraje y tiempo que decía que estaba haciendo no era real, pero el paso de carrera era lo que me importaba en ese punto.

Correr por esa Caracas libre a la que no tenemos acceso todos los días es una bendición. Ver a la gente apoyoyándonos, aupándonos, aplaudiendo es un aliciente que siempre menciono. Invaluable. ¡No tienen idea del ánimo que nos dan, nos llenan de fuerza!

No he tenido la fortuna, ni tampoco la tuve esta vez, de que mis amigos más cercanos o familiares estuvieran en la ruta animándome. Esas cosas que no te explicas, porque uno jura que si es empático y apoya a los demás en sus retos los demás harán lo mismo por ti, pero nop. En fin, prueba superada. Ya no importa.

Hay partes de la ruta, sobre todo al final que no la recuerdo. Luego que comenzó el dolor en la banda comencé a bajar el ritmo y a caminar en algunos tramos donde el dolor era más fuerte. Parte de Chacao, Chacaíto y la Francisco Solano no la recuerdo.

Eso sí, una fuerza inexplicable se apoderó de mí cuando llegué a Plaza Venezuela y subí ese infernal tramo, porque cuando ví el letrero que decía: “Faltan 200 metros” (creo que decían 200 , me pareció que eran más) comencé a correr como si hubiera llegado el pan y no hubiera cola. Hice un sprint del otro mundo y llegué con brazos alzados, una sonrisota enorme, aplaudiendo y dando gracias a Dios y a mi tía por haber culminado esa locura masoquista que es un maratón.

Antes de que la voluntaria de CAF me colocara la medalla me fui a un lado a llorar como bebé. Ella se reía mientras me veía. Al momento de ponerme la medalla me felicitó, me dió una palmada y sonrió. Ella entendió todo.

Me sentía tan bien, no había dolor, no había cansancio, no había arrepentimiento. He llegado peor en las carreras de 21K que en esta. ¡Inexplicable!

Claro, cuando comencé a caminar al kilómetro 43 para buscar al causante de mi debut en el maratón: Ernesto Linzalata, comencé a sentir ese dolor en los cuádriceps que te dice: Mijitica, sí hiciste el maratón. Ve poco a poco.

Abrazar a Ernesto y darle las gracias llorando fue parte del ritual y ya lo demás fue risas, satisfacción, abrazos y recuerdos que durarán toda la vida.

Ni en mis más salvajes sueños pensé correr un maratón. Mucho pensé en que luego de hacerlo querría volver. Ahora entiendo a los maratonistas. Esto es adictivo, retador, frustrante, desafiante y absolutamente satisfactorio.

Agradezco muchísimo a aquellos que me dieron su apoyo en los 5 meses de entrenamiento.

No me arrepiento ni un instante de las decisión que tomé de entrenar sola ni de todas las decisiones que tomé en el proceso. Lo volvería a hacer todo de nuevo.

No sé si se nota, pero soy feliz. Soy maratonista.

No sé cuánto dure esto de poder correr, pero este recuerdo y esta experiencia no me la puede quitar nadie.

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Una bloguera y publicista que trabaja en Social Media, que curiosea para aprender y descubrió una nueva pasión: Correr