Información sanitaria: ¿Nos cuentan historias nuevas?

Los datos y la información sanitaria, para que sean útiles, nos deben mostrar una realidad, visibilizarla y problematizarla ¿no se nos estará olvidando que las estadísticas sanitarias sirven para hablarnos de la salud de nuestra población?

Lorena Hoffmeister Arce
Salud en Todas
3 min readJun 30, 2016

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Chile tiene una larga tradición de registros de datos sanitarios, lo que nos ha permitido orientar las acciones de salud y también –por qué no enorgullecerse- estar presentes con nuestra realidad en comparaciones internacionales y contribuir al desarrollo de modelos y teorías demográficas y epidemiológicas. Nuestros tempranos registros de mortalidad son un buen ejemplo de ello. Ahora, los datos y la información sanitaria, para que sean útiles, nos deben mostrar una realidad, visibilizarla y problematizarla.

Foto de Jonny Goldstein

La información para que realmente sea útil, debe ser una “diferencia que haga la diferencia”; nos tiene que mostrar algo distinto, los datos tienen que ser capaces de contarnos historias nuevas. En salud, nos hablan de quiénes están más afectados y dónde están, de qué intervención es más efectiva o acerca de qué tan bien estamos tratando a los pacientes. Ese es su rol principal, que no es nada trivial, por cierto. Por eso se justifican los grandes esfuerzos destinados a registrar, construir, analizar y difundir información de salud.

La información sanitaria y las estadísticas de salud no son un mero instrumento de control de gestión, ni su meta principal es la de servir en modelos de incentivos para los equipos, son mucho más que eso. Entonces, parece relevante detenerse a revisar el tipo de información que generamos y cómo la utilizamos: ¿no se nos estará olvidando que las estadísticas sanitarias sirven para hablarnos de la salud de nuestra población?

En este sentido, debemos preocuparnos, por ejemplo, de la calidad y oportunidad de los registros de defunciones. Con respecto a estos registros, si bien se entiende que haya un retraso en el acceso a los datos, explicado al menos en parte por los tiempos asociados a los procesos de codificación y validación de cada registro, igualmente, el sistema de salud debiese dedicar más recursos y esfuerzos para acotar esos plazos y que la información esté disponible de manera más rápida, de manera de poder actualizar las tendencias seculares de mortalidad por causa específica o por subgrupos poblacionales.

Otra información que es muy relevante proviene de registros rutinarios asociados a los episodios de utilización del sistema de salud, en atención primaria, atención de urgencia, episodios de hospitalización, enfermedades de notificación obligatoria, entre otros. Es necesario que estos registros nos provean información relevante en términos de salud y que se mantenga cierto grado de comparabilidad a través del tiempo, así como se incluya y se pueda acceder de manera sistemática a información estratificada por variables claves como el género, entre otras.

Para cerrar, dejemos sobre el tapete el cómo estimamos los denominadores, es decir, los tamaños poblacionales asociados particularmente a las acciones del sistema: usamos población inscrita en los centros de salud ambulatoria (solo FONASA), beneficiarios del sistema, población censal -¡y ni hablar de lo que pasa con nuestro querido Censo! Eso ya es harina de otra columna, por si alguien la toma y comparte su opinión….

Los invitamos a inscribirse en nuestro Congreso Salud en Todas y usar #SeT16 para contarnos qué otras temáticas en salud deben ser discutidas.

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