Nueva salud pública: la lucha contra epidemias modernas

Hoy es posible distinguir entre la salud pública naciente y otra actual, una disciplina preocupada y ocupada de la salud colectiva, distinta a la salud individual, donde “nuestro paciente” es toda la población.

Salud en todas
Salud en Todas
4 min readAug 19, 2016

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Por Dra. Nelly Alvarado Aguilar, Presidenta del Comité Científico Congreso Salud en Todas 2016, Coordinadora Salud Pública de la Universidad Diego Portales y Prof. Asistente de Salud Pública en Universidad de Chile.

Carlos Reusser Monsalvez

El surgimiento de la salud pública como disciplina y rama de la medicina estuvo marcado por fenómenos de salud y enfermedad que configuraban una demografía y epidemiología de la mortalidad y morbilidad muy diferentes al día de hoy.

Con la propagación de los estados de bienestar en Europa no se ponía en duda que los servicios de atención de salud serían provistos por el Estado y que se daban garantías de universalidad, existiendo una protección en los espacios de atención pública para todos los ciudadanos.

Por otro lado, tampoco estaba en duda el rol de la autoridad sanitaria, en cuanto resguardar la salud poblacional en materias tan importantes como el cuidado del medio ambiente, las aguas, la situaciones de desastres naturales, las epidemias y la definición de políticas públicas. Su rol se desarrollaba desde la identificación de los problemas de salud hasta la aprobación y aplicación de nuevas soluciones.

El saber médico fue reconocido hasta por los mayores enemigos de la profesión, que lo han denunciado como un nuevo imperialismo, y, sin embargo, han supeditado casi todo el quehacer humano y social a la sapiencia de la profesión médica y no solo la atención directa de la enfermedad y su curación.

La salud pública, entonces, invadió la vida de la sociedad con el estandarte de hacerse cargo o tomarse el poder del cuidado de las personas tanto sanas y vivas como enfermas e incluso después de la muerte, en cuanto a políticas sanitarias se trata.

La epidemiología, como herramienta y arma instrumental de la salud pública, permite estudiar e intervenir casi todos los fenómenos. El enfoque de riesgo y las medidas de asociación entre otras, pueden aplicarse a cuanto suceso sea posible visualizar y también de aquellos que se requiera visibilizar.

La nueva visión

Hasta hace unos años era más o menos claro reconocer algunos límites en nuestra disciplina, como por ejemplo homologarla a la atención de salud en el sector público estatal, que es de donde surgieron -ligados a los Estados y en la lógica del bienestar ciudadano- los cuidados colectivos de los cuales el Estado se hace cargo como mandato constitucional.

Hoy es posible distinguir entre la salud pública naciente -de hace aproximadamente unas siete décadas con la proclamación del código sanitario en Chile y de bastante más de un siglo desde la aparición de los estados de bienestar europeos- y otra salud pública actual, una disciplina preocupada y ocupada de la salud colectiva, distinta a la salud individual, donde “nuestro paciente” es toda la población.

Lejos de las epidemias infecciosas que la preocuparon en su nacimiento, hoy vemos una multiplicidad de “epidemias” de otro orden que son igualmente “contagiosas” para la ciudadanía. Como ejemplo -y para citar sólo algunas- está la afluencia irreversible de los seres humanos a la tercera y cuarta edad con todas las enfermedades y costos que ello implica, una situación que parece no queremos ver y menos resolver con modelos de salud que sean innovadores y acordes a las nuevas necesidades que están surgiendo.

Otra calamidad la constituye la infinita demanda de las personas por servicios de atención médica y especialmente médicos de alta especialidad, esto incentivado por la propia autoridad sanitaria que ha invertido menos energía en la promoción del autocuidado que al discurso de abrir más hospitales, más camas e invertir en la formación de más subespecialistas en un nada virtuoso círculo que sólo acrecienta las expectativas de las personas por buscar resolver su problema con un médico especialista en un centro complejo, “ojalá un hospital”.

Otro infortunio puede observarse en la cantidad de riesgos que tiene la atención médica y, mientras mayor tecnología hay, más posibilidades existen de errar, generando eventos adversos que dañan al paciente por el sólo hecho de atenderlo.

¿Qué pasa con la cuarta catástrofe que se relaciona con la explicitación de los derechos por sobre los deberes de las personas en la atención de salud?¿Y su propia autonomía para decidir que puede incluso contravenir una política pública como lo es la vacunación, u otra que implica también el cuidado de los demás?

Lo que antes era más o menos evidente para la salud pública en cuanto a hacer un diagnóstico e intervenir, ahora no es tal y, muy probablemente, hemos caído en una suerte de sequía intelectual peligrosa para los problemas que existen y que, de no diagnosticar, comprender y tratar, solo irán en franco aumento.

Te esperamos en Coquimbo este 1 y 2 de diciembre en Salud en Todas 2016, para poner acciones a estas palabras. Sigue y comenta con #SeT16

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Enfrentando la Crisis· IV Congreso Chileno de Salud Pública y VI Congreso Chileno de Epidemiología, 1-2 diciembre 2016. Universidad Católica del Norte, Coquimbo