Más y más datos para una sociedad más sana

Salus Coop
Salus Coop
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11 min readSep 7, 2019

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por Joan Guanyabens

Vivimos un periodo de explosión de datos: la digitalización de registros, el uso creciente de teléfonos inteligentes, los dispositivos portátiles, la sensorización y la secuenciación de genomas incrementa exponencialmente la cantidad y calidad de los datos personales relacionados con la salud.

El sector sanitario es uno de los que genera un mayor volumen de datos, ya sea relacionados con la salud o con los estilos de vida de los ciudadanos. Los datos, de múltiples orígenes, se registran a través de diferentes dispositivos y sistemas, como los sistemas de Historia Clínica Electrónica (EHR), las Apps, Redes sociales, Sistemas de Registros Personales de Salud (PHR), Sistemas de Información Hospitalaria (HIS), Sistemas de Laboratorio (LIS) o Sistemas de Información Radiológica (RIS-PACS).

La creciente capacidad computacional de los sistemas informáticos permite procesar una gran cantidad de datos, los cuales se convierten en información cada vez más útil y valiosa. Estos datos son de enorme valor para las empresas e instituciones hasta el punto de que para obtener nuestros datos ofrecen servicios a bajo coste o gratuitos a cambio de que aceptemos acuerdos legales que tienden a ser muy extensos y difíciles de comprender.

Esta competición por nuestros datos conlleva que estén en silos y que no están fácilmente disponibles ni accesibles, dificultando y ralentizando la investigación.

Aun así, la tendencia, por los cambios sociales y de mentalidad, es que el ciudadano, propietario de la información personal y de su propia historia de salud, cada vez más pueda disponer y acceder, desde cualquier sitio y momento a su información.

El futuro de la investigación médica reside en la posibilidad de combinar e integrar todas estas fuentes de datos, desde registros médicos, genéticos hasta datos provenientes de redes sociales.

El conocimiento generado combinando y analizando los grandes volúmenes de información existentes: nuestros datos clínicos, hábitos, estilos de vida y circunstancias, perfil genético supondrá un salto cualitativo en el conocimiento de estas enfermedades.

Los beneficios del uso de los datos en la investigación son tangibles y significativos: si cambiase el paradigma de la escasez a la abundancia de datos sería sin duda una gran oportunidad, un gran acelerador para la investigación.

La mejora potencial en la provisión de servicios es también significativa:

No solo nos va a ayudar a definir tratamientos más personalizados y eficaces, además, la tecnología permitirá — permite ya — sortear barreras físicas y proveer atención sanitaria a las colectivos y áreas con menos accesibilidad.

PROPIEDAD Y DISPONIBILIDAD DE “MIS DATOS”

Pero este nuevo panorama plantea algunas cuestiones sobre las que debemos reflexionar, decidir y legislar. La primera de ellas, ¿de quién son los datos? Si a un paciente le hacen una radiografía, ¿es esa persona propietaria de los datos que se obtienen o lo es el hospital público, que, pagado con nuestros impuestos, podría hacer uso de ellos y emplearlos en una investigación que redundaría en beneficio de todos?

Los ciudadanos somos los titulares de los datos de carácter personal.

Desde mayo de 2018, los ciudadanos europeos, en virtud del Reglamento general de protección de datos (GDPR), y como titulares de los datos tenemos derecho de acceso a nuestros datos, a obtener una copia de los mismos, en formato común (ej. PDF) y también tenemos derecho a la portabilidad de nuestros datos (si cambiamos de empresa, podemos pedir que nuestros datos se pasen a la nueva empresa, a través de un mecanismo similar a lo que ocurre cuando cambiamos de operador telefónico y conservamos el número), incluida la disponibilidad de nuestros registros de salud para la investigación.

SALUS: Cooperativa ciudadana de datos de salud para la investigación

SalusCoop quiere contribuir a acelerar el desarrollo de la investigación en el ámbito de la salud poniendo a disposición más datos y más diversos a más investigadores en condiciones más accesibles.

Para ello SalusCoop pretende facilitar a los ciudadanos la posibilidad de fijar las condiciones en las que ponen a disposición de los investigadores los datos relevantes para la salud de los que dispongan: clínicos, estilos de vida, sociodemográficos, otros… De este modo los ciudadanos pueden ejercer sus derechos de gestión sobre los datos e influir en la agenda de investigación.

SalusCoop solo podrá contribuir a cumplir su misión de generar abundancia de datos para la investigación en salud si es capaz de atraer a una masa crítica de ciudadanos y una diversidad de datos suficiente como para convertirse en un actor relevante en este entorno.

La posición de ventaja de SalusCoop en el mercado de los datos para la investigación en salud debería sustentarse en los siguientes factores:

· Coste de acceso a los datos = cero // donación de los ciudadanos

· Diversidad de datos: clínicos, hábitos, // visión holística de la salud

· Desarrollo tecnológico “ligero” que no almacena datos // gestión de las llaves de acceso a los datos

· No ánimo de lucro // todos los excedentes son reinvertidos

El camino para la consecución de esta masa crítica y para la financiación de los desarrollos tecnológicos y equipo humano necesarios para alcanzarla son las decisiones críticas más relevantes del plan de desarrollo de SalusCoop.

SalusCoop es una cooperativa ciudadana de datos de salud para la investigación. Su objetivo es ayudar a los ciudadanos a gestionar sus datos de salud y a compartirlos para proyectos de investigación científica que son de su interés.

Los cooperativistas y donantes de datos no percibirán una compensación económica personal por el uso de sus datos. Los excedentes de la cooperativa serán destinados a financiar proyectos de investigación y servicios para los asociados.

La última contribución de SalusCoop es SALUS Common Good License que intenta incorporar una licencia dirigida por ciudadanos para administrar los datos de salud.

¿Cómo pueden los ciudadanos tomar posesión de sus datos y tener un papel activo en la investigación médica? Para dar una respuesta a esta pregunta, SalusCoop presentó en febrero de 2019 la Licencia Salus para el bien común para la investigación médica.

Basado en un estudio abierto (TRIEM) para descubrir bajo qué condiciones los ciudadanos estarían dispuestos a donar sus datos de salud, esta licencia proporciona una herramienta para avanzar en el manejo de datos en la investigación médica y mejorar la salud colectiva.

Las 5 garantías o condiciones de la Licencia Salus Common Goods para investigación médica son:

  • Solo salud: sus datos solo se utilizarán para la investigación de cualquier enfermedad, especialmente crónicas y raras.
  • No comercial: los proyectos de investigación serán promovidos por entidades que apoyan el interés general, como instituciones públicas, universidades y fundaciones.
  • Resultados compartidos: los resultados de la investigación serán accesibles sin costo alguno.
  • Máxima privacidad: todos los datos serán anonimizados antes de su uso.
  • Control completo: podrá cancelar o cambiar las condiciones bajo las cuales se puede acceder a sus datos en cualquier momento.

Donación condicionada: Consentimiento y anonimización

Mediante la compartición o donación de datos estamos delante de una gran oportunidad, pero no exenta de problemas, dilemas y riesgos que debemos comprender y discutir.

Los pacientes suelen ser muy generosos con sus datos cuando se trata de ayudar a la investigación clínica, pero ponen por delante, con razón, la protección de su intimidad. Por otro lado, como hemos comentado, existe una atmósfera de opacidad que lleva a que las empresas hagan usos no éticos de los datos, generando desconfianza en los ciudadanos que deciden no compartir sus datos con los que podrían contribuir a generar un retorno colectivo significativo — por ejemplo, descubrir nuevos tratamientos.

Parece indiscutible que el paciente debería dar un consentimiento informado para el uso de sus datos, igual al que se requiere para otros servicios menos sensibles que el de la sanidad.

Sin embargo, no está claro cuál es el alcance de ese consentimiento, y la pregunta es si se podrían usar en cualquier tipo de investigación, de cualquier enfermedad, en cualquier circunstancia. Probablemente la respuesta sea no, pero tampoco es razonable que se limite tanto el alcance del consentimiento que haga inviables investigaciones futuras.

Los datos relativos a la salud son de máxima sensibilidad, pueden contener información sobre los aspectos más íntimos de nuestra vida y pueden exponernos a múltiples riesgos, por ejemplo, el riesgo de ser discriminados o incluso manipulados.

El consentimiento, pues, por sí solo no parece suficiente. Es necesario que la intimidad de los pacientes se proteja además con la anonimización de los datos, es decir, la eliminación de cualquier dato que permita identificar a la persona. Parece sencillo. Sin embargo, este proceso plantea un nuevo debate: ¿qué ocurre si en un futuro fuera necesario contactar otra vez con determinados pacientes? ¿Estamos dispuestos a un olvido sin retorno siempre y en todos los casos? Y si no fuera así, ¿quién debe ser el guardián y con qué garantías?

¿Cómo pueden los ciudadanos tomar decisiones informadas sobre las condiciones de compartición y uso de sus datos?

La decisión de compartir nuestros datos requiere equilibrar muchos riesgos, incluida la privacidad y la seguridad y el posible uso indebido de los datos, en relación al enorme potencial valor de acelerar la innovación en medicina e incluso mejorar la planificación y provisión de los servicios públicos.

Solo los ciudadanos pueden tomar esas decisiones, considerando sus creencias, sus miedos y motivaciones. Y mientras más conocimiento tengan sobre la naturaleza de los datos y las operaciones tecnológicas que permiten extraer valor de ellos, más capacitados estarán para tomar decisiones que minimicen los riesgos y aumenten el retorno colectivo.

Tenemos que dar un consentimiento expreso para donar nuestros datos a terceros. En este consentimiento, tiene que detallarse bajo qué condiciones y para qué finalidades se produce la cesión de datos.

Si terceros usan nuestros datos, éstos deberían tratar sólo aquellos que sean pertinentes a la finalidad del análisis y, cuando sea posible, disociarlos de nuestros datos personales.

Consentimiento del paciente y anonimato son las condiciones para el uso de información médica con fines de investigación.

Gobernanza

Lo que entendemos como “datos de salud” está cambiando y cambiará de manera significativa:

irá integrando y vinculando a la persona, información tan diversa como:

• registros médicos de los pacientes

• datos generados por los pacientes

• datos biológicos de monitores portátiles, fitness …

• datos de estado de ánimo y de seguimiento de síntomas

• datos de vídeo y sensores de las personas

• datos del genoma.

Los datos son el oro de nuestro tiempo, un negocio gigantesco para quien sabe aprovecharlos. Y así como los sistemas públicos de salud recogen la inmensa mayoría de nuestros datos sanitarios, el sector privado quiere acceder a ellos para llevar a cabo investigación clínica. Aunque pueda tratarse de una relación provechosa para ambos, es evidente que solo el sector público pondrá al ciudadano a la cabeza de las prioridades de esa investigación.

Todas estas cuestiones deberían abordarse para el diseño de una auténtica gobernanza de datos sanitarios. Los beneficios que la digitalización aportará al sector sanitario son indiscutibles y no se puede, ni se quiere, obstaculizar la investigación clínica. Pero únicamente si los ciudadanos con la colaboración de los sistemas públicos protagonizan dicha gobernanza se garantizará tanto el derecho fundamental de acceso a la salud como la equidad en los avances de la investigación.

Es imprescindible que los sistemas públicos y privados sean custodios y garantes de nuestros datos sanitarios en las posibles relaciones que puedan establecerse para la asistencia y la investigación clínica.

En realidad, a efectos prácticos, la administración pública y las empresas privadas están fracasando en el intento de proteger digitalmente la privacidad del individuo, parece que les importa más bien poco.

Para desarrollar servicios de salud mejores y más justos, para mejorar y hacer sostenible los servicios de salud universales y gratuitos de salud, las organizaciones y los investigadores necesitan tener información de calidad, representativa sobre los pacientes ….

El uso de macrodatos y la revolución que supondrá para los servicios sanitarios, más eficaces, de mejor calidad y completamente personalizados, es también una oportunidad para asegurar la sostenibilidad de los sistemas públicos si se consigue garantizar el retorno de la inversión pública.

Los datos pueden servir para curar si están bien utilizados. Debemos pues superar la actual crisis de confianza en relación al uso de los datos personales de salud:

“Menos del 0,25% de todos los pacientes en Inglaterra habían dado acceso en línea a los registros de su médico de cabecera”.

“Uno de cada cinco pacientes optó por no compartir sus datos con organismos que no pertenecían al NHS y solo uno de cada diez lo quiso compartir más allá de su médico de cabecera”

La única manera de avanzar hacia un sistema de salud mejor es haciendo que las personas controlen sus datos de salud. La tecnología nos ayuda, cada vez es más fácil ver, consultar estos datos, sugerir cambios, compartirlos.

Los ciudadanos podrían permitir el acceso y compartir fácilmente sus datos de salud en un formato estandarizado y en tiempo real con proyectos de investigación específicos y con estudios que funcionan a gran o pequeña escala a cargo de organizaciones de todo tipo, incluidas comunidades de personas comprometidas en condiciones particulares.

El siguiente paso sería hacer que estos conjuntos de datos tan grandes y variados sean útiles para las personas y los profesionales del sistema sanitario. Consiste en utilizar nuevas herramientas y habilidades para analizar grandes cantidades de datos, interpretar-los a nivel individual, mediante el desarrollo de algoritmos de aprendizaje continuado, alimentados por millones de datos históricos de salud y avanzar en nuevas investigaciones para una mejor comprensión de las enfermedades y la salud.

Todos estos intentos de aumentar, a partir de nuestros datos, el conocimiento de lo que es la salud y cómo conseguir una vida más sana requiere que los ciudadanos se sientan cómodos con el uso que se hace de sus datos.

Los servicios de salud deben moverse gradualmente desde la atención médica de las enfermedades hacia las acciones que mejoren la salud de la población. Los proveedores deberían ser recompensados en función de los resultados de la atención que proporcionan y de si ayudan a los ciudadanos a vivir bien y mantenerse saludables.

Los Servicios de salud universales y gratuitos, no deberían discriminar en función de si los ciudadanos compartan sus datos al igual que no se discrimina por determinados comportamientos no saludables. Hay que mantener la confianza y explicar de forma clara los beneficios de compartir.

El sistema de salud tiene que trabajar para extraer todo el potencial de los datos de salud, ser más transparente sobre lo que ocurre con los datos de salud, como se procesan y cuáles son los resultados generando la confianza en que los datos no caerán en las manos equivocadas y no se utilizaran sin el permiso del ciudadano.

Puntos clave a destacar:

• Los ciudadanos son los titulares de sus datos personales.

• El consentimiento y el anonimato deben ser obligatorios cuando se trata de proteger los datos de los pacientes.

• Los datos generados por los pacientes son invaluables para la salud tanto pública como privada.

SalusCoop tiene como objetivo otorgar a los ciudadanos derechos de gestión sobre cómo los investigadores utilizan sus datos.

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Salus Coop aims to legitimize citizens’ rights to control their health data to accelerate research innovation in healthcare