Tu Sauvignon; mi Sauvignon

Manuel Páucar González
Scrambled Eggs
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2 min readJan 13, 2015

Sí. Empecemos desde el instante mismo en que pruebas el primer bocado de un tiradito de salmón. La carne rosada y cruda tiene que estar apenas sazonada con sal, aceite de oliva, orégano y limón recién exprimido. Nada más. Aquella pulpa fresca y de sabor amelonado -entonces-, emblanquece con la maceración de minuto tras minuto. No hay premuras. Cada lasca hay que colocarla encima de la lengua, como una sábana bienamada que se disuelve mientras se mastica tan sabrosa delicadeza.

He ahí que tienes que lavarte ese delicioso tintineo con un sorbo lento y alargado de un Sauvignon Blanc heladísimo. Del agrio al ácido hay un puente amaderado y ligeramente mantequilloso que redondea la exquisitez de ese almuerzo con sabor a aperitivo intenso.

Sí. No hay nada mejor que un Sauvignon Blanc para acompañar las comidas más frescamente agrias y acuáticas.

Y cuando llega la hora de un trozo de carne primal y reconfortante, las brasas están hechas de carbón y guitarreo lleno de colores. Puede ser una tarde, por ejemplo, cuando el sol esquirla sus ímpetus más sosegados, y los caballeros en ropas veraniegas se dedican al antiguo rito de asar carnes al fuego vivo.

Es un ritual con resabios de cueva y andares primitivos. Los cortes, sin embargo, son de lo más estudiados ahora. Que si una picanha, que si un t-bone, que si unos churrascos largos, que si unos bifes de chorizo…

El sabor de la tarde llega a término medio, a un cuarto, o bien cocido. Para rematar lo civilizados que puede llegar a ser un pitekantropus llegado a homo sapiens, el emborrachador oficial del grupo ofrecerá tragos largos de Cabernet Sauvignon.

¡Ah, qué hermosa sensación de maderas y frutos maduros en los primeros sorbos de ese caldo vigoroso!

El vino precede a la carne, siempre. Las risas acompañan la ligereza del ambiente, cuando salen los primeros cortes bien marcados, listos para puentearse con alegría de humo, especias, y más vino. El calor de la hoguera se transmite en la pulpa vibrante de la carne recién hecha, suavizada con el recio resplandor del vino que deja más y más ganas de que la noche se haga eterna, y que alguien saque una guitarra.

Ése es tu Sauvignon. Ése es mi Sauvignon. Un domingo jamás pudiera ser mejor.

Originally published at eggscrambler.blogspot.com on October 27, 2010.

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Manuel Páucar González
Scrambled Eggs

En este camino de ida, voy empecinadamente de a pie. Siempre termino recalando en estaciones intermedias. Ahí descanso, me tomo una cerveza; escribo.