Complacencias Hipócritas

Así en Facebook como en la vida

Facebook me ha traído algunos inconvenientes con gente querida. Incluso distancias radicales tanto en la vida digital como analógica.

Admito que lo tradicional, la doble cara, doble moral, así como la diplomacia y mucho menos, la complacencia, nunca ha sido lo mío—eso queda claro cada vez que abro la boca o le doy a las teclas—por lo que todavía me sorprende cuando ocasionalmente alguien me reclama alguna de mis publicaciones en mi página en Facebook (léase bien el adjetivo posesivo).

Es especialmente curioso porque, aún desde mi autenticidad inevitable, en mi proceso de alineación personal—en el que cada vez me parezco más a mí—alguna que otra vez me he encontrado editándome. Será muy divertido ver quién queda, una vez que la barra llegue a mínimo filtro.

Algunos me han reclamado la forma, otras el fondo, incluso me han llegado a reclamar la no claridad del mensaje. Algo así como: “Y si no se entiende lo que quieres decir, ¿para qué lo escribes?”.

Carajo, lo escribo porque me da la gana, porque es un canal de expresión y una válvula de liberación.

Algo así como suspirar en público, o hacer algun gesto inconsciente con la cara mientras se piensa en algún tema que no se busca ventilar. No hay que dar más explicación.

Escribir es un acto de liberadora y relajante masturbación, que no requiere de la intervención de dos, aunque pueda haber testigos.

Sí, sí, el respeto y todo eso. Está bien, es válido y siempre importante honrar al otro. No digo que hay que andar insultando libremente a todo el mundo. No nos pongamos exquisitos con la precisión, pero admitamos que hay muchas maneras de ser rudo o grosero. Para mí, la estupidez es una. Y cuando alguien escribe o comparte algo estúpido, decido no sentirme insultada, sino pasar de largo.

Al fin y al cabo nuestros juicios e interpretaciones nos pertenecen y delatan. Lo que cada quien decida opinar, es suyo, sale de sí y se lo lleva puesto.

Queda claro que:

Las redes sociales han incrementado la oportunidad de ser hipócritamente complacientes

Y muchos han tomado esa oportunidad, evidenciando sus propios miedos y creencias.

Pululan coletillas como “En mi humilde opinión…” y “Con mucho respeto…” que se usan como frase-condón para evitar potenciales consecuencias indeseadas, y tener de dónde agarrarse a la hora de un reclamo (y que buscan a todo costa evitar la fuga de seguidores).

(este fenómeno se ve con preocupante frecuencia entre mamás blogueras y en las redes, especialmente si tienen muchos seguidores).

Sin acostarnos en el diván de Freud, en la mayoría de los casos esa hipocresía y complacencia provienen de una necesidad de aceptación, aprobación o validación:

“¡Oh cielos, alguien puede incomodarse y dejar de quererme!” (…o de seguirme en Instagram).

Freud y su famoso diván, en el Museo de cera de Berlín

Y es que, innegablemente, la exposición es mucha, y la oportunidad de ser juzgados es inevitable. Alguien la tomará y estaremos bajo el mazo en algún momento.

So be it!

Por mi parte, yo no pienso complacer preferencias ni atender expectativas, ni en mis redes ni en mi vida.

Cuando algo me incomode, me ocuparé de verME y aprovechar el reflejo de este gran salón de espejos llamado «vida», para explorar y expandirme.

Con mi gente cercana, apuesto al amor incondicional para aceptar las diferencias de estilo. De lo contrario sucederá como con el resto del público, donde apuesto a la elemental madurez y/o el UnFollow.

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Evelyn Mezquita @elpoderdeser
Mi Arroz con Mango en Español

Awakening addict | Unapologetic | Arroz con mango espiritual & humano | Sin promesas.