¿Por Qué Ahora Hay un Coach en Cada Esquina?

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Estamos rodeados.

Se suman cada día más y más cuentas en redes sociales y blogs, en las que la palabra Coach aparece en el perfil descriptivo de la cuenta. Usualmente junto a la palabra «motivación», alguna promesa a lograr sueños, o la declaración de que servir a otros es su pasión.

Los hay de diversas edades, género, especialidad, estilo e historia.

¿Tiene eso algo de «malo»? ¿Tiene eso algo de «bueno»?

Como en todo en la vida, las circunstancias son neutrales y no vienen con significado de fábrica. La respuesta dependerá del cristal con que se mire, y las definiciones que se usen para interpretarlas.

En mi filosofía de vida está el siempre esperar lo mejor de la gente y las circunstancias, en la certeza de que todo ofrece un servicio individual y colectivo, nos resulte agradable o no, sea consciente o no.

Así que desde ahí escojo pensar y sentir que cada coach tiene una genuina intención de apoyar, contribuir y ser de valor.

Sin embargo la reciente proliferación de coaches, lo que ello implica y las consecuencias que trae no me ha pasado desapercibido, y ha generado miradas que quizá sirvan para disparar procesos interesantes y relevantes para ti en caso que seas coach, quieras serlo o estés buscando uno.

¿Por qué hay tantos Coaches?

Porque hay un cambio de consciencia, una elevación de la frecuencia colectiva, y cada día más gente está sintiendo un auténtico llamado a…

  • despertar
  • verse
  • escuchar su voz
  • conectar a su entusiasmo
  • contribuir

Y desde ese llamado a despertar, la gente busca caminos, vehículos, herramientas que habiliten y promuevan su proceso. Muchos, han encontrado en el coaching una excelente manera de verSE, y automáticamente buscan satisfacer su deseo de contribución, apoyando a otros a hacer lo mismo.

¿Y acaso eso no es “bueno”?, podrías preguntarte.

Bien, cuando ese llamado es genuino, que haya más gente resonando con despertar ¡es fantástico! pero creer que convirtiéndonos en coach, inevitablemente despertaremos y «contribuiremos al despertar de otros”, es irreal e ingenuo.

Sumerjámonos y vayamos un poco más profundo, porque esta es apenas la punta del iceberg.

El sentir un llamado a despertar no quiere decir que necesariamente uno esté preparado para despertar a otros.

Es importante también considerar la ilusión en el concepto de «despertar a otro», porque ese es un proceso absolutamente individual, que involucra temas que van más allá del espectro humano y entran en el ámbito de lo espiritual.

Recordemos que…

Sólo podemos dar de aquello que tenemos. Y solo podemos guiar o acompañar a otro hasta donde nosotros hemos llegado, y hasta donde el otro desea ser acompañado.

Si nosotros estamos confundidos, difícilmente podemos guiar a otro hacia la claridad. Si tenemos creencias de escasez, abandono, inseguridad o victimización, poco le aportaremos al otro en el camino a su abundancia, confianza, auto-valoración o adueñamiento.

Porque cada quien ve el mundo desde su filosofía, sus ilusiones, definiciones, creencias, heridas y certezas, y lo que haremos será seguir sembrando más de nuestras propias perspectivas, aunque quizá disfrazadas en nuevos y elegantes trajes.

Si las teorías no son una práctica, y si las innumerables imágenes con citas citables de gurúes célebres que se ven en Instagram no se viven en experiencia directa, más temprano que tarde se notarán las costuras.

No hay opiniones 100% objetivas. Detrás de cada opinión hay un sujeto, que convierte lo objetivo en subjetivo desde sus historias y creencias.

Así que cuando un coach ofrece una mirada, la está ofreciendo desde su experiencia personal, independiente de la formación que haya recibido.

Si esa experiencia personal del coach se encuentra en un proceso de despertar incipiente o confuso, sus aportes serán igualmente incipientes o confusos.

Lo ví y veo en mi experiencia propia. Y lo veo en mis clientes que son coaches, que son muchos.

Por supuesto, cada quien — en este caso el cliente — es dueño de su proceso y de lo que decide tomar para sí, pero cuando una persona contrata un coach de vida es lógico que asuma que recibirá miradas experimentadas, y más expandidas que la suya. Para ello, el coach requiere haber transitado un viaje de despertar él mismo.

Y a menos que se tenga un muy elevado nivel de consciencia, uno no puede acompañar a otro en lo que uno todavía no experimenta, mucho menos lo que no entiende ni domina.

No importa cuánto duró el entrenamiento de coaching, ni quién otorgó el certificado: estar preparados en la forma, no es igual a estar preparados en el fondo. Al final…

No es un papel lo que valida lo que sabemos, sino cómo vivimos, expresamos y canalizamos nuestra propia sabiduría, lo que realmente tiene valor.

Voy con una analogía:

¿Te ofrecerías como instructor de parapente después de haber hecho un curso de una semana, porque te apasiona volar, amas el cielo más que las papas fritas, quieres que otros también sientan la magia y libertad de sentirse ave, y además eso te permitiría trabajar libremente por tu cuenta, sin jefe, horario ni fecha en el calendario?

El único detalle es que no has volado nunca solo… te dan pavor las alturas… cada vez que piensas en la posibilidad de un accidente te entran nauseas y un vacío en el estómago… y para remate te vuelves un ocho a la hora de desenredar las trenzas de tu zapato.

El mundo como espejo

No me malinterpretes, no creo que haya que ser «perfecto» para ser coach (ni para nada en la vida). De hecho, llevo años ejerciendo como coach y soy perfectamente imperfecta como ser humano, porque…

Somos humanamente imperfectos por diseño, y espiritualmente perfectos por origen y esencia.

Estoy convencida que vivimos en un salón de espejos en el que el mundo que proyectamos como «real» no es más que un reflejo que nos muestra más de quien realmente somos—no quien creemos ser—a través de todo y todos. No siempre por ser igual a nosotros, sino también por mostrarnos otras perspectivas que desde nuestro punto de vista del momento, no alcanzamos a ver.

Afortunadamente yo no me certifiqué nunca como coach así que no tuve que desaprender lo que la mayoría de mis clientes coach desaprenden en el camino de expansión de consciencia que emprenden conmigo.

Mis clientes son una constante fuente de expansión en mi viaje porque a través de explorar y catalizar sus procesos, me conecto a frecuencias cada vez más expandidas y elevadas de consciencia, observo el contraste de quien ya no soy y cómo no quiero vivir, y también me observo en su valentía, en sus descubrimientos, miedos y creencias.

¿Conclusión?

  1. Mientras más sé más sé que no sé nada —Sócrates
  2. Hay cada día más gente sintiendo el llamado a despertar, y solo cada quien es responsable de hacerlo. ❤
  3. Cada coach acompaña a sus clientes hasta donde puede, desde lo que tiene.—Independientemente de su certificado.
  4. Cada quien es responsable de sus decisiones, de a quién escoge como coach, por qué lo escoge y qué toma de él/ella. —No hay culpables ni devoluciones.
  5. No hay cursos para despertar, ni certificados que garanticen que se ha despertado. Es un viaje infinito que va más alla de la mente, y se vive en cada ahora —Sólo la experiencia avala cada paso.
  6. A la hora de estudiar coaching… primero explora a fondo tus motivaciones.
  7. A la hora de contratar a un coach… asegúrate de seguir tu entusiasmo, no tus expectativas—y de resonar full con tu coach!

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Evelyn Mezquita @elpoderdeser
Mi Arroz con Mango en Español

Awakening addict | Unapologetic | Arroz con mango espiritual & humano | Sin promesas.