Renuncia silenciosa ¿De qué lado estás?

Lleva varias semanas siento un trending topic en varias redes sociales. Si pones el hashtag #QuietQuitting en Tiktok, te van a salir literalmente miles de videos que alcanzan ya los 140millones de reproducciones.

Yo mismo publiqué uno explicando qué es (te va a tomar 1 minuto verlo) y que más allá de las miles de reproducciones que alcanzó, lo que me tocó el corazón fue la enorme cantidad de comentarios de personas que están muy incómodos con sus trabajos y que les parece que “renunciar silenciosamente” está muy bien, es justo y necesario.

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Aquí el debate no es si esto existe o si no existe, o qué si el nombre está bien puesto o no. Porque eso sería surfear superficialmente el fenómeno y lo que necesitamos es bucear en él, ya sea que eres un trabajador o que lideras un grupo humano.

Lo que dice el contrato

Este es el argumento que la mayoría de los trabajadores pone por delante: Hago lo que dice el contrato, ni más ni menos y eso, no es renunciar, es simplemente cumplir con aquello que se me paga. Si me pagan más, hago más.

Y claro, el contrato es un pacto legal, explícito, teóricamente de común acuerdo (aunque sabemos que no es así porque la mayoría de las veces los trabajadores no proponen nada, solo aceptan las condiciones que les dan) y que cumplirlo es lo básico.

Pasa que para unos (los trabajadores), el cumplir su parte del contrato no es lo básico, es lo justo, incluso es todo lo que tienen que hacer y nada más.

Y para otros (los que lideran equipos), el contrato es lo mínimo y se espera algo de compromiso extra contractual, donde puedan “mojar la camiseta” por el proyecto y poner de su parte más allá del horario laboral.

No vale la pena mojar la camiseta

“Cómo voy a mojar la camiseta si mi jefe no la moja”, “¿Qué camiseta?, si ni camiseta me dan, tengo que poner hasta la camiseta yo”, “Pasé años mojando la camiseta y así mismo me despidieron, con la camiseta mojada” y así literalmente cientos de comentarios en el video que puse en Tiktok donde el “mojar la camiseta” parece ser un despropósito.

No hay una deuda de gratitud de parte de las organizaciones que retribuya ese sudor que empapa a los trabajadores; o al menos esa es la sensación y si fuera falso, quizá sería bueno buscar formas de mejorar esa sensación.

Lo triste es que parece que tienen razón. Varias personas comentaban que por años dieron más de la cuenta, más de lo que exigía el contrato y aún así, cuando la cosas se pusieron difíciles, los desvincularon injustamente dejándolos en la calle.

Ahora nos definimos por otras cosas, y me parece bien

Hasta ahora te he planteado el problema, para que tu veas de qué lado estás, pero quiero cerrar dejándote una opinión.

Antes, la gente se definía y construía gran parte de su identidad en base a su ocupación. “Soy ingeniero”, “soy profesor”, “soy enfermera”.

Lo que soy es lo que hago y lo más importante que hago es aquello por lo que me pagan y de lo que he hecho mi carrera, mi trabajo.

Pero ha pasado estos años, que las personas comenzamos a definir nuestra identidad basado en otros aspectos, que no tienen que ver con lo ocupacional. “Soy papá”, “soy deportista aficionado”, “soy jardinero”, “soy amante de la naturaleza”.

Y ahora, que la gente se define así, le da prioridad a cultivar eso. Eso que justamente ocurre después del horario laboral y donde la jornada laboral extendida (y no pagada) es un estorbo. Entonces me parece que la gente ha priorizado por usar el trabajo como una fuente de ingresos, pero lo valioso de su vida ocurre después.

Y eso, a mí me parece excelente.

Y entonces, respecto a la renuncia silenciosa, ¿De qué lado estás?