Datos y emociones en tiempos del Covid-19

Lola Martín-Gil
Secuoyas Experience
4 min readApr 30, 2020

Dice Byung-Chul Han en su obra “Psicopolítica” que “el poder tiene formas muy diferentes de manifestación. La más indirecta e inmediata se exterioriza como negación de la libertad”.

Desde el 13 de marzo en España y semanas antes en Italia y China, hemos visto cómo nuestra libertad se ha ido diezmando: la libertad de ver cuándo y cómo queramos a nuestros seres queridos; la libertad de estar dónde nos agrade el tiempo que nos apetezca; la libertad de abrazarnos.

También dice Han que “cuanto mayor es el poder, más silenciosamente actúa” y así ha sido con este virus. Ha sido una de las formas más simples de vida la que ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad como personas y como sociedad.

En este tiempo hemos reaccionado de diferentes formas, la mayoría siguiendo las etapas del duelo, y hemos asistido a diferentes narrativas -¿o quizá deberíamos decir la misma narrativa?- construidas por grandes empresas para seguir conectando con su mercado, mientras que otras muchas tomaban decisiones que han puesto contra las cuerdas a sus trabajadores.

Hemos sido testigos y protagonistas de una situación sin referentes, sólo con algunos precedentes lejanos de los que tenemos constancia en libros de Historia pero que estuvieron situados en un contexto económico, político, social y cultural que nada tiene que ver con el hoy.

Hemos sido deconstruidos y ahora tenemos que saber cómo y de qué manera encajar las piezas para recomponernos y avanzar, a ser posible sobre unas bases más sólidas que las anteriores. Tenemos que redefinirnos y escoger qué seguiremos manteniendo, qué necesitaremos crear y, más importante aún, qué debe desaparecer para siempre. Un proceso de transformación y de redefinición que ya anticipamos traumático.

Tenemos por delante un desafío en el que todas y todos tenemos algo que aportar.

En Secuoyas confiamos en los datos y creemos en las emociones y, como diseñadores que somos, consideramos necesario poner el foco en ambos. Los datos dan certezas, pero hay que saberlos contextualizar e interpretar. Observar las emociones nos ayuda a comprendernos como individuos y como sociedad, pero hay que saberlas descifrar.

En nuestra reunión de status semanal en Secuoyas, tras el primer fin de semana de estado de alarma y tras la obligada pregunta de “¿y ahora qué?”, decidimos que aquello que íbamos a aportar era lo que mejor sabíamos hacer: Diseñar centrándonos en las personas.

Rediseñamos nuestros procesos. Nacieron nuevas rutinas, que algunas se han convertido en rituales, e inauguramos nuevos espacios de encuentro. Nos sirvió y nos sirve para cohesionarnos como equipo.

A su vez, terminaron de emerger dos proyectos que empezaron a tener forma días antes:

  • Un site donde proporcionamos datos depurados y actualizados acerca de cómo el COVID-19 está afectando a nuestro país, sin tintes políticos. Coronavirus.secuoyas.com es un espacio donde se facilita el análisis, el tratamiento de datos y la toma de decisiones por parte de terceros.
  • Un proyecto de investigación cualitativa, aún en proceso, que nos ha permitido obtener una instantánea del marco emocional que vivíamos en las primeras semanas, a través de varias entrevistas, y una línea sobre cómo estamos evolucionando: qué hacemos, por qué lo hacemos y cómo nos hace sentir. A esto último lo llamamos Diario de emociones, porque nos recuerda a ese objeto, lo hemos concebido como un símil de libro donde quedan recogidas las vivencias de las personas que se han ofrecido a colaborar.

¿Por qué estos proyectos? En realidad, ¿qué aportan?

En un momento como el actual, de auge de memes, fake news y ruido informativo, en el que estamos hiperconectados e hiperestimulados y en el que se habla del traspaso del síndrome del burnout al screenout, creemos fundamental simplificar el acceso a la información que puede resultar de valor, para tener una panorámica más certera y tomar mejores decisiones.

En una entrevista reciente, Javier Echevarría, filósofo, ensayista y matemático español, habla del “tecnovirus, una entidad informacional cuyo nivel de contaminación mental mengua la libertad de las personas” -de nuevo, la libertad- y advierte de la importancia de gestionar bien esa información, ya que “un mal uso puede elevar el grado de alarma, temor y angustia de la sociedad”.

Siendo parte de una sociedad en shock, donde las emociones negativas ocupan más espacio que las positivas, vimos pertinente entender el origen de nuestros miedos pero, también, nuestra evolución emocional y tomar consciencia de qué momentos, acciones o hechos alivian nuestro estado emocional general y fomentan nuestro bienestar.

Ha cambiado nuestro ánimo social, nuestro marco de valores y nuestras prioridades y, solamente comprendiéndolo desde ya, podremos resolver los retos y problemas del futuro cercano.

Referencias:

Byung-Chul Han, Psicopolítica, Herder, 2018. Pág. 27.

“Existe un ‘tecnovirus’ cuyo nivel de contaminación mental mengua la libertad de las personas”, entrevista de José Ángel Plaza López a Javier Echevarría, en Retina de El País, 26/04/2020.

--

--