El confinamiento, ¿es lo mejor que nos podría haber pasado?

Farah Ramadan
Secuoyas Experience
5 min readMay 12, 2020

En tiempos de emergencia, como ya observó el historiador Yuval Harari, “las decisiones que en tiempos normales pueden llevar años de deliberación, pasan a resolverse en cuestión de horas. Países enteros se utilizan como conejillos de indias en experimentos sociales de gran escala”. Es como si presionáramos la tecla de “avance rápido” en la historia.

Han pasado semanas desde que comenzó el confinamiento, y ahora que los países están aliviando sus restricciones, las organizaciones y los gobiernos se están apresurando para dar sentido a estos experimentos a gran escala. Son muchos los análisis y predicciones que están intentado estimar y entender cuáles de los cambios que se han producido durante este período, han llegado para quedarse.

Ian Davis, el Director General a nivel mundial de McKinsey & Company, afirma que “cuando finalmente entremos en el período posterior a la crisis, el contexto económico y comercial no volverá a su estado anterior”. Y esto se debe, en parte, a que la estructura social tampoco volverá a su estado anterior a la crisis. Es crucial entender, cuando tratamos de pensar en una “nueva normalidad”, que nuestra brújula moral, nuestros valores y prioridades se han visto sacudidos.

En Secuoyas, hemos estado trabajando en una investigación interna para comprender estos cambios de comportamiento. Nos hemos interesado especialmente​ en comprender el viaje emocional de las personas durante el confinamiento, y qué factores están contribuyendo en los altibajos de su estado emocional. Para ello, hemos realizado un “diario de emociones” de tres semanas de duración y 17 entrevistas cualitativas en profundidad. A continuación, comparto con vosotros mi reflexión personal sobre esta investigación.

Al comenzar la investigación, esperaba que algunas personas vieran el lado positivo del confinamiento, y quise descubrir qué significaba ese lado positivo para las diferentes personas que entrevistamos. Pero lo que me encontré fue algo distinto: muchas de ellas pensaban que el confinamiento, en su totalidad, estaba siendo algo negativo. Descubrir esta realidad me afectó… ¿Estaba siendo el confinamiento nuestra mejor opción?

Por supuesto, este no ha sido el caso de la mayoría de las personas, pero al poner el foco en experimentos a gran escala, o cambios a nivel de sociedad, hemos perdido la oportunidad de observar cómo está afectando el confinamiento a grupos de la población más pequeños.

Para algunos, el aislamiento ha supuesto un alivio para la ansiedad social cotidiana.

Pensemos, por ejemplo, en personas con trastorno de ansiedad social (SAD). El SAD “se caracteriza por el miedo persistente a una o varias situaciones sociales, en las que una persona está expuesta a otras personas desconocidas o al posible escrutinio de éstas”.

Illustrar.io — made by Gema Hoang @Secuoyas

Para ellos, el confinamiento, aunque de manera aislada, también les proporciona un entorno más seguro y controlado para interactuar socialmente, y les brinda un alivio a la hora de pensar en grupos más grandes, ya sea en el trabajo o socialmente. Les proporciona un entorno que juega a su favor. Durante unos meses, están experimentando un mundo en el que pueden prosperar.

“Para mí, al tener ansiedad social, el confinamiento ha sido un alivio en cierto modo. Lo he aprovechado para tomarme mi tiempo y analizar esa ansiedad, con el fin de tratar de entenderla y poder curarme. Por un momento, siento que puedo respirar.” Participante en el estudio

Claramente, hay una gran oportunidad aquí. ¿Qué podemos aprender de esta situación global de confinamiento para ayudar a personas con SAD para prosperar en el futuro?

Y al igual que las personas con SAD, hay otros grupos que también están prosperando durante el confinamiento. Piensa en los niños que sufren acoso, ​​que ahora están teniendo un descanso de sus acosadores, o en los introvertidos por ejemplo. En un artículo recientemente publicado en The Guardian, Jess Denham escribía: “Ningún experimento social podría haber llegado tan lejos en el modelado de una forma de vida diseñada casi en exclusividad para introvertidos”.

En definitiva, para muchos el confinamiento está siendo una oportunidad para desarrollar la resiliencia.

Si bien el aislamiento social es extraño para muchos, la realidad es que está siendo una experiencia conocida para otras muchas personas. Piensa en los rehenes, en las personas que padecen enfermedades de salud mental, o en los pacientes que deben estar en aislamiento obligado para recuperarse de una operación. Estas personas han vivido el aislamiento físicamente o socialmente en el pasado.

En sólo unas pocas semanas, vieron cómo la forma en la que se desarrollaban sus experiencias privadas se convertían en una gran experiencia global / pública. Sin embargo, lo interesante es que la parte de su experiencia privada con la que más se identifican no es el confinamiento en sí mismo. Es más bien la sensación de incertidumbre, y el hecho de lidiar con la incertidumbre antes de recibir el diagnóstico, o la propia incertidumbre del éxito del tratamiento. Es entonces, cuando se sienten completamente aislados. Y el confinamiento les está haciendo más conscientes de ello.

Illustrar.io — made by Gema Hoang @Secuoyas

“Es muy diferente sentir pena por uno mismo que la pena que sienten otras personas hacia ti. Con la incertidumbre he tenido que aprender a ser compasiva conmigo mismo, porque no había otra vía de la que pudiera obtener compasión.” Participante en el estudio

Aunque es un tipo diferente de aislamiento, ya que es más autoimpuesto, en el que uno elige abstraerse y lidiar con la incertidumbre de la enfermedad por sí mismo, es aún más forzado cuando es obligado a ello. Ya sea porque carecía de las herramientas para lidiar con esa incertidumbre o porque carecía de la red de soporte. Aquí es en realidad cuando uno aprende a desarrollar la capacidad negativa, como lo define el poeta John Keats “cuando un hombre es capaz de vivir con incertidumbre, misterios, dudas, sin ninguna búsqueda irritable tras cualquier hecho o razón”. Pero, ¿qué pasa con los que no desarrollan esa capacidad?

Piensa, por ejemplo, en cuántos pacientes con esclerosis múltiple, con síndrome de fatiga crónica o que padecen enfermedades raras (solo por nombrar algunos) pasarán por momentos inciertos prolongados como el que estamos viviendo ahora. ¿Qué podemos aprender de millones de personas que tratan de lidiar con la incertidumbre ahora, para ayudar a cada paciente a lidiar con la incertidumbre de su enfermedad en el futuro?

Estas son algunas de las primeras reflexiones personales que he extraído de nuestra investigación. Estad atentos, que seguiré compartiendo los resultados que vayamos descubriendo.

--

--