Una mirada al mundo de la Educación Superior

Lola Martín-Gil
Secuoyas Experience
5 min readOct 28, 2020

La semana pasada tuvo lugar Enlighted, el evento dedicado en exclusiva a conversar sobre temas relacionados con la educación. Teníamos especial interés en asistir y escuchar la opinión de otras voces con las que contrastar nuestra visión, que ya hemos empezado a compartir en nuestro Observatorio.

Progreso, sociedad y colaboración

Si tuviéramos que resumir el evento en tres palabras, serían “progreso, sociedad y colaboración”. En nuestra opinión son las que han estado presentes, en mayor o menor medida, en todas las intervenciones.

Progreso

El fin último del proceso de aprendizaje sería ese: progresar. Un progreso que vivimos de manera individual pero que volcamos en la sociedad. Esta premisa que aparentemente es sencilla en realidad no lo es tanto. Aprender no es un verbo de acción fácil como tampoco lo es enseñar. Debemos aprender a aprender y enseñar a enseñar, algo muy cierto aunque suene redundante, pero ¿qué debemos aprender y para qué? Quizá si el fin último es el progreso, entonces deberíamos empezar a definir en base a qué queremos progresar.

Steven Pinker abordó la inmensidad de este tema, desde un punto de vista humanista y científico, definiéndolo como reducción de la pobreza; mejores condiciones de trabajo; mayor salud y menor mortandad; igualdad de género y la desaparición de la esclavitud en las relaciones de poder, por nombrar unos pocos parámetros, pero ¿eso nos basta? ¿acaso progreso no es también una sociedad más comprometida, más crítica, con mayor conciencia? ¿No conseguiría esto gran parte de lo anterior?

En ese sentido, sí echamos en falta más conversaciones y visiones que abordasen este tema que a nuestros ojos es fundamental: la creación de espacios de crítica y reflexión en las instituciones educativas como oportunidades de crecimiento individual y social.

Sociedad

La escuela actúa como un bastión en la sociedad, especialmente en aquellas comunidades que son muy pobres. Son entornos “seguros”, como bien decía Axel Rivas de la Universidad de Buenos Aires, que permiten a los estudiantes refugiarse de la violencia y la hostilidad.

Cierto es que no se puede equiparar la magnitud del papel que juega una escuela en Siria, que en unas favelas brasileñas que en un barrio del centro de Madrid, pero en todos los casos deben recibir la atención que merecen, porque lo invertido en educación retorna en la sociedad y en el sistema en el que vivimos, y eso es válido en cualquier etapa: desde la era escolar hasta la investigación postdoctoral, o como dijo Mariya Gabriel de la Comisión Europea: “Education is an investment in private value but also in market value”.

Por eso creemos que se trabajará en una educación universal, inclusiva y diversa, espejo de nuestra sociedad pero con el objetivo de superar o al menos minimizar las brechas económica y educativa, actuando como catalizador de nuestro desarrollo.

No solo eso, también creemos que una de las líneas de trabajo con más protagonismo será la creación de sentimiento de pertenencia y comunidad, ahora más necesario que nunca por la cuestión de estudiar en remoto.

Educación universal, inclusiva y diversa

Colaboración

Andreas Schleicher, Director for Education and Skills de la OECD, lo resumió perfectamente: “Es fundamental la colaboración estableciendo redes de innovación y buenas prácticas educativas”. Por eso nos preguntamos ¿por qué no se favorecen contextos de cocreación con docentes y estudiantes? ¿Por qué en este tipo de eventos siempre quedan relegados a un segundo plano prevaleciendo el punto de vista institucional?

Otro de los puntos colaborativos pasa, a nuestro parecer, por la armonía de las políticas públicas y las iniciativas privadas pero podemos ir incluso un poquito más allá: la integración de diferentes instituciones orientadas al conocimiento: ¿Qué papel podrían jugar las bibliotecas o los museos en la educación reglada y formal? ¿Podrían ayudar a expandir la experiencia educativa en nuevos formatos?

Los nuevos estudiantes

Ya sea por cuestiones de volatilidad del mercado y la necesidad de reciclaje constante para mantenerse en activo o por la mera satisfacción de aprendizaje y crecimiento intelectual, la experiencia como estudiantes se va a extender a lo largo de nuestras vidas. Lo podemos llamar life-long learning o concebirlo como education as a service, ambos conceptos de reciente creación vienen a decir lo mismo: el aprendizaje no se acaba ni en el instituto ni en la universidad.

Estas nuevas necesidades educativas unidas a la falta de tiempo por trabajo o por la necesidad de conciliación, o a las limitaciones de espacio físico por confinamiento o distancia respecto a la institución, van a provocar que los móviles, los software en la nube y los Learning Management Systems sean los vehículos del cambio en lo que a infrastructura técnica se refiere.

Esto, que puede parecer obvio, nos lleva a un dilema que merecería un evento en sí mismo: La importancia de la recogida y el tratamiento de datos en las estrategias educativas. Ryan Baker, de la Universidad de Pennsylvania, mostró las posibilidades de la minería de datos y el learning analytics, en cuanto que pueden ayudar a crear itinerarios personalizados de aprendizaje y detectar de forma temprana potenciales problemas.

La otra cara de la moneda es la cuestión de la propiedad de esos datos, la necesidad de crear mecanismos que aseguren un uso ético de esos comportamientos trazados, y la evitación de sesgos en la interpretación de esos datos.

Esto va de Systemic Thinking

Esto podría ser tan extenso que mejor os lo cuenta mi compañera Farah Ramadan en un vídeo :)

¿Y ahora?

Quizá por defecto profesional cuando nos enfrentamos a un problema, aparte de desmenuzarlo e intentar definirlo bien, jugamos con la visión estratégica y la táctica. Quizás también por nuestro día a día con algunas instituciones educativas, somos conscientes de sus problemas diarios.

Tal vez por esto es por lo que vemos la necesidad de compartir visiones aspiracionales y conocer qué puede dificultar el alcance de esas metas, pero no perdemos de vista el corto plazo, las cuestiones tácticas que paso a paso conforman una hoja de ruta.

Es simple. A veces el primer paso a resolver no implica un gran movimiento estratégico sino entender qué implica elegir Canvas o elegir Blackboard o cómo debería ser ese formulario que todos los estudiantes tienen que rellenar.

Esas dos visiones son las que hemos recogido en las tendencias que prevemos van a ser las líneas de trabajo más habituales en los próximos meses y sobre las que seguiremos trabajando para contribuir desde nuestra experiencia a la comunidad educativa y de diseño.

Esperemos que os sea de interés y ayuda.

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