Confesión en un intento

Rosalvina
Idear
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2 min readSep 25, 2016
Por Carolina Pineda González

“Si las puertas de la percepción se purificasen, cada cosa se aparecería al hombre como es, infinita. Pues el hombre se ha encerrado hasta el punto de no ver sino a través de las grietas estrechas de su caverna”. (La percepción, de William Blake)

Sospecho que la vida es incierta, que el presente es lo único que existe aunque sea el instante siempre pasajero. No me queda nada más que vivir el hoy, aunque tantas veces viva en el pasado o en el futuro y deba volver a recordarlo.

La vida me parece una espiral de instantes en la que vamos a aprendiendo lo aprendido: el amor. En este momento sé que vivo, puedo confiar en que respiro mientras escribo. Durante 21 años he aprendido que el intento de la vida es lo único que tenemos, que no hay respuestas satisfactorias, no hay perfección más que la de Dios, que mucho está fuera de nuestro control y lo único que queda es el amor, aquel que nos permite ver al mundo, ver a nuestra familia, a nuestros amigos, y vernos a nosotros mismos.

Vivir es incierto, estoy segura. Me siento finita y siempre con preguntas. Me siento nada, aunque alguien soy. Mi camino comienza en el interior pero ninguno me parece feliz sin otros. No me queda más alternativa que escribir, leer, escuchar para aprender a vivir este intento de vida, porque eso me hace feliz, eso es lo que quiero. Me gustan las palabras, son mi alimento, vivo con ellas y en ellas.

Hay tensiones constantes entre el pasado y el futuro, por eso cada día es un intento por aprender de mi historia, la de mi familia, la de mi país y la del tiempo en el que nací. Ahora mismo me preocupa el reloj del mundo, su ritmo y el ritmo que impone al mío, me preocupan las personas que cruzo, sus caminos, y siento que el instante de la vida vale la pena si estás para ocuparte de algo distinto a ti mismo, y quiero hacer eso a través de mi escritura, como escritora, como comunicadora y como periodista.

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