Luchando con el deseo de tener *la* idea

Rafa Jiménez
Seenapse Blog
Published in
5 min readDec 3, 2020

(English version)

A lo largo de los años, he notado que mucha gente (incluyéndome) trata de tener casi de inmediato la solución a cualquier problema creativo, como si hubiera un premio especial por ello, o como si hubiera sólo unos minutos disponibles para lograrlo.

Creo que la razón por la que tenemos esa tentación es por la forma en la que funciona la escuela: de niños nos enseñaron a que si respondíamos rápida y correctamente las preguntas del maestro, nos iba bien (y a diferencia del trabajo creativo, en la mayoría de las materias sólo había una respuesta correcta). Crecemos pensando que se va por el camino del éxito respondiendo rápidamente la respuesta correcta.

Más allá del efecto general que esto tiene en nuestras vidas, el impacto específico en el trabajo creativo es considerable, principalmente por el sesgo cognitivo conocido como anclaje: una vez que crees que tienes una buena idea, es muy difícil alejarse de ésta, y la mayoría de las demás ideas que se te ocurran serán derivativas.

No se trata de un problema menor. Como dijo el científico Linus Pauling, la mejor forma de tener una buena idea es tener muchas ideas, y es muy difícil tener muchas ideas cuando tu mente está orbitando alrededor de esa primera idea. Necesitas vencer a la fuerza de gravedad.

En alguna ocasión escuché a Neil French, el multipremiado publicista, hablar sobre la técnica que él utilizaba para lidiar con este fenómeno. Consistía en escribir la idea en una hoja de papel, hacer una bola con ella, y lanzarla al bote de basura. Decía que ese acto en sí mismo, aunque fuera un tanto dramático, le funcionaba, pues liberaba su mente para poder perseguir nuevos caminos de pensamiento (también dijo que, en caso de emergencia, siempre podía regresar a buscar su hoja en el bote).

Lo bueno es que hay maneras de evitar que todo esto suceda. Requiere el tener un acercamiento más metódico, lo que para algunos puede sonar opuesto al acto creativo, pero los resultados lo justifican.

La forma más conocida de luchar contra el deseo de tener inmediatamente la idea correcta, o la mejor, es seguir los cuatro pasos del proceso creativo de Graham Wallas, que documentó en 1926:

Se tiene que seguir al pie de la letra, eso sí. Cuando estás en la etapa de Preparación, tienes que aprender todo lo que puedas acerca del problema, y evitar pensar en soluciones. Después, debes dirigir tu atención a otra cosa, completamente inconexa, y dejar que el subconsciente haga el trabajo creativo durante la etapa de Incubación. La duración de esta etapa es muy variable: puede llevar horas, días, semanas, o incluso más. Pero con toda seguridad, algunas ideas interesantes y poco obvias te llegarán durante la etapa que Wallas llamó Iluminación. Después, claro, toca verificar que esas ideas realmente resuelvan el problema, o no.

Este proceso me encanta por su simplicidad, por su acercamiento casi Zen. Las ideas llegarán cuando estés preparado, sólo relaja la mente. Vete a jugar fútbol o algo. En caso de que necesites productividad, trabaja, siempre que sea en algo no relacionado.

Sin embargo, en nuestras vidas profesionales, nada Zen, este acercamiento parece un lujo que no nos podemos dar (y es una pena, pero así es). Entonces nos quedamos sin tiempo para incubar y con la presión de tener ideas, rápido.

Creo que hay otra forma de luchar contra este deseo mientras se trabaja de forma activa en el problema, incluso cuando tenemos poco tiempo. Pensando en cómo lograr esto, y robando de muchos procesos creativos que han sido documentados en los últimos cien años, propuse éste:

Sí, parece más trabajo, pero no es así en realidad. Simplemente está más estructurado. Entraré en mayor detalle en entregas posteriores, pero por ahora vamos a concentrarnos en las etapas de divergencia, que sustituyen a las de Incubación e Iluminación en el proceso de Wallas.

La etapa Inspira busca involucrar tanto al consciente como al subconsciente, al ponerlos en contacto con cosas que están oblicuamente relacionadas con el problema. Es decir, contrario a lo que algunas metodologías hacen, que es pedirte que te inspires viendo soluciones existentes a problemas similares, lo que este proceso te pide es que consideres tantos caminos divergentes como puedas, detonados por asociaciones mentales.

Por supuesto, la herramienta a utilizar durante esta etapa es Seenapse. Es la única que conozco que aprovecha las asociaciones mentales libres de otras personas, de manera que no es solamente tu subconsciente haciendo el trabajo, pero el de miles de personas alrededor del mundo.

La tarea, en este punto, no es tener ideas todavía, pero el escribir todos los caminos de pensamiento que Seenapse detone en tu mente, que apunten en muchas direcciones diferentes, y que intuyas que tienen algo por ahí.

Puedes diagramar estos caminos como un mapa mental en una hoja o usar software como MindNode u otros similares. He notado que esto ayuda a visualizar la naturaleza divergente de estos caminos de pensamiento.

Entonces, sigues con la etapa Idea, en la que tú solo o sola (esto es muy importante) comienzas a escribir todas las ideas que te vengan a la mente, por cada uno de los caminos de pensamiento. La razón no es tu amiga en este momento. Debes de suspender todo juicio y simplemente escribir, escribir, escribir (o dibujar). El objetivo es cantidad, no calidad.

Es sólo después de esta etapa en la que realmente podrás beneficiarte de tener una lluvia de ideas con otros, en la etapa Re-mezcla. Como muchos han notado, las sesiones de lluvia de ideas tienen muchos problemas, y una muy buena manera de hacerlas más efectivas es pedirle a los participantes que lleguen con una lista de ideas cada uno.

De esta forma, usas al grupo para enriquecer, combinar y re-mezclar las ideas que todos dijeron (y no sólo los más extrovertidos). El objetivo sigue siendo tener muchas ideas, no encontrar la mejor; por lo tanto, la etapa de Re-mezcla debe de generar más ideas de las que había en la etapa anterior.

Ya después, en las etapas de convergencia, vendrá la selección. Pero es muy, muy importante que no se filtren ideas en las etapas de divergencia — nunca se sabe si ese patito feo de la etapa de Idea se convierta en un hermoso cisne en la etapa de Re-mezcla.

Como puedes ver, luchar contra el deseo de tener la idea requiere de cierto trabajo, pero no necesariamente de más tiempo. Puedes hacer las tres etapas de divergencia en un día o incluso en menos. He hecho ejercicios de 90 minutos con mis alumnos de la Maestría en Negocios, Innovación, y Creatividad de centro, y los resultados han sido muy buenos. Es cuestión de ser un poco más metódico, nada más.

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