¿Por qué sentirse afortunado es el primer síntoma de peligro?

Una respuesta que todo viajero frecuente o expatriado debería conocer.

En los cursos de autoprotección intentamos evitar largas enumeraciones de situaciones de peligro y su correspondiente protocolo de respuesta. Son aburridas y muy poco eficaces.

Nuestro objetivo es crear instinto, para ello, enseñamos al viajero a reconocer sus emociones y sacar partido de ellas. Este artículo es una muestra: “Si te sientes afortunado, algo va mal” para entenderlo nada mejor que un par de ejemplos:

«Mario llegó hace tres días a Buenos Aires. Esta mañana se le han pegado las sábanas, todavía no se ha recuperado del «jet lag», sale a toda prisa de la primera visita del día. Al llegar, ha visto una oficina del Banco Nación a dos manzanas. Si se da prisa, puede cambiar un poco de dinero y si no hay muchos problemas de tráfico, llegará a tiempo a la siguiente visita. Sonríe al entrar, no hay cola, cambia trescientos euros y sale a la calle con la esperanza de encontrar un taxi. «Para, para, para…»— piensa cuando nada más salir del banco un taxi dobla la esquina — . Levanta el brazo y sorprendentemente el taxi se detiene a su lado. Entra sonriendo y así sigue hasta que en la siguiente intersección, el taxi se detiene y dos tipos con aspecto patibulario suben al coche…»

«Luis ha terminado el informe de la semana y le quedan un par de horas hasta la cena. Decide dar un paseo por los alrededores del hotel. Ha sido una semana dura y le apetece estirar las piernas. People’s Square está en pleno bullicio de fin de semana. Se para delante de un anciano que con una habilidad pasmosa hace insectos doblando unos tallos flexibles. Al levantar la vista dos chicas le miran sonrientes. «Hellooooo! Where are you from?» — Le preguntan entre risas y cuchicheos. Se presentan como estudiantes de turismo, alaban el inglés de Luis y le proponen tomar un café en un bar cercano para poder practicar un poco el idioma. A cambio, le pueden sugerir una ruta para conocer Shanghai y aprovechar el domingo. Luis está encantado, se dirigen a unas callejuelas cercanas, le van a mostrar un lugar donde sirven los auténticos pastelillos de la luna. Unas horas después, Luis se despierta con un enorme dolor de cabeza en lo que parece un almacén abandonado lleno de trapos sucios.»

Estos ejemplos son reales: Mario sufrió un paseo millonario, en realidad no paró un taxi, en algunas ciudades falsos taxis acechan en el entorno de bancos, sedes de grandes empresas, centros comerciales, esperando a que salga alguien con tanta prisa como para saltarse la norma de no coger taxis en la calle. Luis por su parte sufrió un ataque por sumisión química, dos jovencitas actuaron de cebo para atraerlo a un bar donde le administraron una sustancia con la bebida, ambos sobrevivieron y todo quedó en un gran susto y unos pocos miles de euros menos.

La autoprotección cuando realmente funciona es cuando forma parte de nuestro instinto. Por eso usamos los sentimientos. En los cursos trabajamos a fondo con ellos. El primer escalón de la seguridad es conseguir identificar las situaciones peligrosas. Después, eso que llamamos «los gestos», se trata de la automatización de hábitos seguros: cómo seleccionar la habitación en un hotel, la planificación de los desplazamientos... El último escalón es el comportamiento en caso de que la prevención haya fallado, cuando el riesgo se materializa, y es en ese momento cuando más importante es ser capaz de identificar la situación y conocer la respuesta adecuada.

Es una actividad apasionante y muy satisfactoria, sobre todo porque la comunidad de los viajeros por motivos profesionales está formada por personas muy especiales. Viajar hace a las personas tolerantes, empáticas y me atrevería a decir que inteligentes y felices. O quizá es que sólo los que son así pueden mantener el ritmo.

Pero me estoy dispersando. Ya que ha llegado hasta aquí hagamos que la lectura de este artículo mejore su seguridad.

Estimado lector: Si un día está en un lugar ajeno a su experiencia (esos que denominamos de riesgo) y ante una situación cotidiana viene a su mente la frase: «¡Jo, qué suerte!». Deténgase un segundo y analice la situación. No se deje llevar, recuerde que los «malos» gustan de disfrazarse de oportunidad.

Jesús Belenguer dirige el equipo que diseñó e implanta el Protocolo Mercurio que es el sistema de gestión de la seguridad personal de trabajadores desplazados a países lejanos más implementado en las empresas españolas. Comparte sus ideas en Medium desde abril de 2015.

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Jesús Belenguer
Autoprotección corporativa: Seguridad para viajeros y expatriados

Director de Seguridad Privada y TS en Gestión de Riesgos y Protección Civil. EU en Análisis de la Conducta Violenta y en Ingeniería Protección Contra Incendios