Atomium, Bruselas Bélgica. Vía Pixabay

Qué hacer en caso de atentado radiológico, biológico o químico (RBQ)

Este artículo es una consecuencia del anterior: “Comportamiento en caso de sufrir un atentado terrorista.” y, como el anterior, lo escribo por sugerencia de una persona preocupada, esta vez por las desafortunadas declaraciones de Valls.

Antes de continuar, es necesario advertir que la seguridad se basa en la adquisición de hábitos seguros, lo que en la mayoría de los casos supone sustituir los hábitos actuales por otros nuevos y aplicarlos en cada oportunidad. Por ejemplo, si decidimos comprobar las vías de escape cada vez que llegamos a un sitio, tendremos que hacerlo siempre, incluso cuando vamos al cine de nuestro barrio. De lo contrario, más pronto que tarde, dejaremos de hacerlo.

A propósito de la creación de hábitos seguros, ayer me preguntaron cuál fue el que más me ha costado abandonar o adoptar. Después de hacer un chiste sobre el tabaco, me vino a la cabeza uno que fue casi doloroso: las normas de la sala de correo establecen que jamás se debe oler una carta o un paquete sospechoso.

Para alguien que siempre ha considerado el correo como algo mágico fue un sacrificio. Me gusta estar sentado en la mesa de un hotel en cualquier rincón del mundo, tomar el papel de carta y escribir unas líneas sabiendo que al cabo de una semana lo recibirán en casa. El papel guarda tu olor y, cuando cierras el sobre, capturas una parte minúscula del ambiente que también recibirán en el destino. Sigo escribiendo, pero ya nadie huele las cartas.

La norma de no oler el correo describe perfectamente el comportamiento en caso de ataque RBQ: todas las medidas se dirigen a reducir el contacto con la sustancia agresiva, y es especialmente importante proteger los ojos, la nariz, la boca y,en su caso, posibles heridas abiertas.

Como se deduce del título, no se contempla el uso de dispositivos nucleares, ya que es una tecnología actualmente fuera del alcance de los terroristas aunque será necesario estar atentos a la evolución de la amenaza.

Sin embargo, sí existe una remota posibilidad de que usen bombas sucias, que consisten en dispersar alguna sustancia radioactiva mediante una explosión. Debido a los recursos al alcance de los terroristas, es poco probable que el dispositivo tenga una cantidad suficiente de material radioactivo para causar grandes daños en la población. En caso de usar este tipo de bombas, el terrorista moriría a los pocos minutos de comenzar su manipulación, y además sería rápidamente detectado. Su uso discreto requiriría de pesados blindajes y, por tanto, de grandes cantidades de explosivos, todo demasiado complicado máxime cuando un AK47, por ejemplo, cuesta poco más de cien dólares en el mercado regular.

Ataque radiológico

De producirse un ataque radiológico no podríamos percibirlo con nuestros sentidos, por tanto, sería necesario un aviso y con él vendrían las instrucciones de comportamiento. Como pautas generales, debemos saber que si nos coge en un edificio:

  • Cerraremos puertas, ventanas y persianas. Nos refugiaremos cuanto más al interior mejor, ideal un sótano.
  • Salvo que dispongamos de filtros HEPA de alta calidad, todos los elementos de climatización deben apagarse.
  • Nos mantendremos en contacto con las autoridades y seguiremos sus instrucciones. La radio alimentada con pilas sigue siendo imprescindible en cualquier kit de emergencia.

Si la explosión nos coge al aire libre es posible que nos contaminemos con polvo radioactivo. Esto significa que podemos contaminar otros espacios o personas, algo que debemos tener muy en cuenta. Como primera medida taparemos boca y nariz con un pañuelo, bufanda, parte superior del jersey o, si no tenemos otra cosa, nuestros calcetines, que protegidos por el calzado estarán libres de polvo. Si llevamos capucha nos la pondremos; también las gafas que, si disponemos de cinta adhesiva, podemos hacer estancas. La idea es exponer la mínima superficie de piel y, sobre todo, de mucosas, al exterior y caminar contra el viento alejándonos del lugar de la explosión. En esa dirección es donde encontraremos a los equipos de emergencia, sin embargo, si no conocemos dónde está la zona cero ––donde se ha producido la explosión–– deberemos caminar en dirección perpendicular a la del viento para alejarnos lo antes posible de la sustancia.

Si por alguna razón no hay disponibles ayudas y estamos alejados, al menos un par de kilómetros, nos quitaremos la ropa con mucho cuidado. La idea es envolverla con la parte interior hacia afuera, haciendo una bola que no permita la dispersión del polvo. La dejaremos a la vista, apartada de la zona de paso, para que pueda ser fácilmente identificable (no la esconderemos). Podemos quedarnos en ropa interior y lo más adecuado sería darnos una ducha, enjabonándonos vigorosamente de arriba hacía abajo. La posibilidad de sufrir una lesión grave es mínima debemos mantener la calma.

Y ahora ya sabemos exactamente lo que van a hacer con nosotros los servicios de emergencia. Prepárate mentalmente para facilitar su labor. Llevarán trajes de protección y usarán cepillos; será lo más parecido a una pesadilla pero te están ayudando y, aunque tu vida no corre peligro, cuanto antes lo hagan mejor. En función de la sustancia utilizada y el tiempo de exposición puede que sea necesario medicarte.

Ataque biológico

El ataque biológico probablemente será detectado por los servicios médicos de emergencia. Salvo casos como la difusión postal de Antrax o algo similar, el único signo será un patrón inusual de enfermos con los mismos síntomas.

Aplicaremos una respuesta similar a la de ataque radiológico. Tendremos en cuenta que si hemos sido afectados podemos ser vector transmisor de la enfermedad, por tanto, seguiremos protegiendo nariz y boca para evitar contagiar a los demás. No tocaremos ningún objeto o persona y nos dirigiremos, contra el viento dejando la fuente atrás, al hospital más cercano y si no conocemos la ubicación de la fuente nos moveremos perpendicularmente a la dirección del viento. Es importante considerar que hacer uso de un transporte sanitario puede inutilizarlo durante horas para su descontaminación; por ello, es mejor estar preparado para acercarse al centro sanitario por medios propios, salvo que se reciban instrucciones en contra. Una vez en el perímetro del centro hospitalario puede ser prudente solicitar instrucciones.

También es necesario prepararse para lo que se avecina. El personal sanitario estará equipado con medios de protección y es posible que nos veamos confinados en cápsulas de aislamiento. Una actitud positiva favorece las posibilidades de recuperación. Ya has llegado, descansa y relájate, otros están trabajando para tu recuperación.

La dispersión de un agresivo biológico rara vez tendrá como medio de difusión una explosión. Por tanto, es posible que tengamos capacidad de actuación sobre la fuente. Si es un elemento pequeño: un sobre o un vaporizador, trataremos de contenerlo cubriéndolo con una papelera o cualquier otro medio. Si se trata de otro sistema sobre el que tengamos control, como un aspersor , conducto de aire o algo similar intentaremos desactivarlo. Desde un punto de vista egoista cuantos menos enfermos, más recursos sanitarios a nuestra disposición.

Ataque químico

En el caso de ataque químico los efectos son siempre mucho más violentos y rápidos. Los productos pueden manifestarse con fuertes olores, nubes de vapor de colores vivos o ser indetectables por medios directos. El aviso indirecto más obvio es la presencia de animales o insectos muertos.

La recomendación de refugiarse en el sótano puede ser contraproducente en este caso: muy probablemente la sustancia pesará más que el aire y lo más recomendable puede ser el piso más alto. El equipo de ventilación siempre deberá estar apagado, y si es posible se sellarán puertas y ventanas con cinta adhesiva o tejidos húmedos.

Resumiendo, el comportamiento en caso de atentado con sustancias debe ser: abandonar la zona o, si no es posible buscar refugio, descontaminarse y buscar ayuda siguiendo las instrucciones.

Otras recomendaciones

Además de estos consejos básicos, hay otras cosas que podemos hacer para estar preparados.

Hay muchos técnicos de seguridad industrial y de prevención de riesgos laborales que conviven en su día a día con productos muy peligrosos. En estos tiempos es importante mantenerse alerta y avisar a las autoridades ante cualquier comportamiento extraño o sospechoso. Deben saber que las Fuerzas de Seguridad prefieren actuar ante una falsa alarma que después de un atentado, y que información que a nosotros nos puede parecer irrelevante, debidamente contextualizada, puede ser la clave para evitar un atentado, cualquier merma desconocida de precursores debe ser denunciada.

Como ciudadanos también tenemos una enorme responsabilidad:

  • Debemos estar atentos, olores extraños y hábitos poco frecuentes que pueden indicar la presencia de un laboratorio clandestino de explosivos. Preste especial atención al olor a acetona, silicona o vinagre denuncie a la mínima evidencia, los vecinos pueden estar cocinando cosas muy peligrosas.
  • Respecto a nuestro entorno familiar, debemos elaborar pequeños planes de contingencia que incluyan aspectos como establecer puntos de reunión en función de diversas situaciones o preparar un pequeño botiquín y, sobre todo, valorar las posibles alternativas ante situaciones extremas. Debemos preparar nuestra mente para actuar correcta y coordinadamente.
  • En nuestro entorno inmediato, es una buena práctica interesarnos por los planes de emergencia de colegios y empresas. Podemos aprovechar el conocimiento que adquiramos para preparar o mejorar nuestro plan de emergencia familiar. Si no existen, debemos exigirlos y, si podemos, colaborar en su realización.
  • Puede que debamos plantearnos si nuesto gobierno destina suficientes recursos a las fuerzas de seguridad nacional, pública y privada, a la protección civil y al sistema sanitario de urgencia, y si de verdad se toma en serio la formación y la dotación de dichos recursos.
  • Y quizá podamos hacer el propósito, para el año que viene, de realizar un curso de socorrismo o, cuando menos, leer de vez en cuando el magnífico manual del SAMUR.

Es necesario tener presente que la seguridad es un bien complejo, que construímos entre todos, cada día.

Jesús Belenguer dirige el equipo que diseñó el Protocolo Mercurio que es el sistema de gestión de la seguridad personal de trabajadores desplazados a países lejanos más implementado en las empresas españolas. Comparte sus ideas en Medium desde abril de 2015.

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Jesús Belenguer
Autoprotección corporativa: Seguridad para viajeros y expatriados

Director de Seguridad Privada y TS en Gestión de Riesgos y Protección Civil. EU en Análisis de la Conducta Violenta y en Ingeniería Protección Contra Incendios