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La sumisión química

Administración de sustancias químicas con fines violentos.

Jesús Belenguer
10 min readOct 16, 2016

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Mi experiencia

Yo mismo sufrí un ataque de sumisión química, con lo cual puedo hablar en primera persona; fue hace ya muchos años en San Petesburgo. Era la tercera o cuarta vez que visitaba la ciudad e iba acompañado de dos colegas. Juntos formábamos el equipo principal de negociación de nuestra empresa y los tres éramos viajeros expertos, con amplia experiencia en gestión de riesgos personales y en los protocolos de seguridad de la empresa.

La estancia fue larga, ya que usábamos San Petesburgo como ciudad base y nos desplazábamos a otros lugares de la Federación Rusa. El programa contemplaba la asistencia a una feria comercial donde nos integramos en una misión de empresas españolas. Fue durante la misma cuando Sergei, empleado de uno de nuestros clientes rusos, se ofreció a llevarnos a cenar a un restaurante típico de su zona y después a tomar una copa. Nos pareció una buena oportunidad para obtener información acerca del mercado y de nuestro cliente, con lo que aceptamos.

Como acostumbra a ocurrir en estas ocasiones, se apuntaron al plan seis españoles más, miembros de la misión a la feria. Nuestro anfitrión no pareció muy contento cuando le avisamos para que cambiara la reserva, pero tampoco es fácil interpretar correctamente las reacciones de personas de otras culturas.

Llegamos puntuales y Sergei ya nos estaba esperando. Recuerdo que me agradó mucho el restaurante y especialmente la mesa. La vajilla era francesa, magnífica, y cuando llegamos ya estaban servidos unos platos en el centro con los típicos blinis y un surtido de ahumados acompañados de la sempiterna crema agria.

Tras las presentaciones y una conversación con el camarero —que ahora se me antoja demasiado larga—, Sergei nos invitó a cumplir una tradición local y brindar con unas minúsculas copas en las que el camarero nos sirvió un dedal de vodka. Recuerdo pronunciar el «Vashe zdorovie!», un telón negro y el siguiente recuerdo que tengo es de cuatro horas después. Veo claramente a una de mis compañeras hablando con un policía ruso y al director comercial de una importante empresa española triscando el césped a mis pies. Estábamos al borde de un parque que lindaba con la carretera donde nos esperaban dos de nuestros tres taxis y un Lada de la policía rusa. Sergei había desaparecido con el tercer taxi.

Nos libró nuestro protocolo. Siempre que salíamos, un miembro del equipo evitaba el consumo de alcohol y tomaba otra serie de precauciones que reservo, lo llamábamos hacer el camello. Esa noche le tocaba a una de mis compañeras, la que acabó discutiendo con el policía ruso, que ya sobre la marcha identificó la amenaza que no era otra que el interés de Sergei por la tercer miembro del equipo. Todos, menos «el camello», vivimos de cuatro a seis horas en el limbo químico.

Y ese es uno de los elementos comunes. Las agresiones de sumisión química te sorprenden y hay que estar muy bien entrenado para detectarlas y, en la mayoría de los casos, solo es posible hacerlo a posteriori. Otro de los elementos comunes es el telón negro. Absoluta y escalofriantemente real, durante los días siguientes recuperé alguna imagen suelta, como si una habitación oscura se iluminara con un flash, pero nada más.

En nuestro caso, la sustancia que nos administraron nos produjo una alegre desinhibición y amnesia.

No hay recetas mágicas en este tema. Solo hay dos estrategias viables o te comportas como un camello u otra persona hace el camello por ti. Este artículo se ilustra con la representación geométrica de una molécula de agua, elemento imprescindible para todo camello que se precie.

El asunto es muy grave y la desinformación enorme. Tiene el suficiente morbo como para que, de vez en cuando, los medios de comunicación le presten atención con resultados muchas veces penosos: un ejemplo, otro y otro.

El elemento común de todas las noticias es la cita de las posibles sustancias utilizadas y un desconocimiento absoluto de los efectos y sus consecuencias. Aunque el uso de drogas para la comisión de un delito es viejo como la humanidad, su uso está más extendido en el continente americano.

Qué es

Los medios de comunicación se refieren a la «burundanga», que utilizan como sinónimo de «escopolamina», y en algún caso citan la «hioscina». En realidad los tres términos se refieren a la misma sustancia, o familia de sustancias, que cuando se descubrió en 1880 se denominó «hioscina». Se trata de una droga altamente tóxica que se extrae de ciertas plantas silvestres muy frecuentes en climas fríos y templados, principalmente en Centroamérica y Sudamérica.

Sus efectos son casi instantáneos cuando se ingiere y en la mayoría de los casos provoca: amnesia, agresividad, psicosis, taquicardia, fiebre, ceguera transitoria y en dosis superiores a 100 mg en adultos y 10 mg en niños provoca: insuficiencia respiratoria, colapso vascular y la muerte.

Tiene unos síntomas menores que pueden indicar que se está bajo los efectos de la escopolamina: sequedad en la boca, dificultad para deglutir, dilatación de las pupilas, enrojecimiento de la piel y manchas rojas en cara y tronco.

Como anécdota indicar que se producen también intoxicaciones accidentales en niños y adultos al ingerir miel contaminada —de forma natural por las abejas— o al ingerir las semillas de las plantas que la producen.

Estos efectos distan bastante de los que mantiene la creencia popular. De hecho, hasta los años ochenta los servicios de urgencias hospitalaria en Colombia indican que las intoxicaciones con fines delictivos se acompañaban de traumatismos más o menos graves, ya que el agresor necesitaba reducir a la víctima que se encontraba excitada debido a la ingesta del tóxico.

A partir de los años ochenta los pacientes atendidos en los servicios de urgencias colombianos presentaban, además de la amnesia, un deterioro del estado de conciencia debido a que se comenzó a mezclar la escopolamina con otras sustancias, depresoras del sistema nervioso central, lo que hizo desaparecer las lesiones por agresión. Esta mezcla es lo que se conoce como «nueva burundanga». En Colombia, la mayoría de los asaltos que se denuncian tienen como objetivo el robo y la víctima acostumbra a ser un varón en edad laboral.

Personalmente me resisto a creer en la existencia de una droga que anule la voluntad de la víctima manteniendo esta el aspecto de no estar drogada. De ser así, sería ampliamente utilizada por organizaciones criminales y sus efectos habrían transcendido. Existen dos estudios aceptados por la comunidad científica que citan el testimonio de una persona que afirma haber sufrido dichos efectos y se apuntan líneas de investigación, pero de ningún modo afirman la veracidad de los efectos. Quizá el mito surja de una lectura demasiado apresurada de los mismos. Curiosamente en cada uno de los estudios la víctima es una mujer joven que inicia una conversación con un hombre atractivo y que horas después descubre que le ha entregado todos sus bienes, sin que el entorno de la mujer detecte un comportamiento extraño ––es probable que ambos estudios se refieran a la misma persona.

En cuanto a los fármacos comerciales, hubo uno que combinaba la depresión del sistema nervioso central con la amnesia y llegó a ser tan habitual su uso que está prohibido en un buen número de países, entre ellos España desde enero de 2013. Ello a pesar de que el laboratorio que lo fabricaba llegó incluso a utilizar un sustancia que teñía la bebida o la comida en la que se disolvía de un potente y antinatural color azul.

Dicho fármaco se puede adquirir legalmente en algún país e ilegalmente a través de ciertas páginas web. Por tanto, una medida de precaución es evitar las bebidas y alimentos de color azul especialmente en fiestas: pastelitos, donuts, el famoso vino azul y los habituales combinados de colores.

Los supuestos medicamentos que se compran a través de internet son muy peligrosos, ya que, en la mayoría de los casos, son falsificaciones. La intención del vendedor queda perfectamente clara con las indicaciones, que no dejan duda alguna acerca del uso al que se dedican. Incluso advierten sutilmente al agresor del intervalo de tiempo en el que la droga es detectable.

Fragmento de la descripción de un medicamento a la venta en internet

Es necesario señalar que algunas de las falsificaciones carecen del tinte y son como el original insípidas, incoloras e inodoras. También existe una referencia a un medicamento falsificado, al que se había incorporado escopolamina y que provocó un brote de psicosis en Noruega —se vieron afectadas veinte personas.

Qué hacer

  • La primera señal de alarma es la sensación de mareo o somnolencia injustificada. Ante estos síntomas pediremos ayuda de forma inmediata y asistencia médica. Usaremos la grabadora del móvil para relatar los últimos acontecimientos previendo la posible amnesia y si no disponemos de teléfono, lo anotaremos o se lo contaremos a la primera persona con la que nos encontremos teniendo especial cuidado en la descripción de las personas y lugares de las últimas horas.
  • En el mismo instante en el que retornemos de un episodio de amnesia, debemos solicitar asistencia médica inmediata y, si es posible que se haya producido una agresión sexual, evitaremos lavarnos y conservaremos la misma ropa. No hay que dudar y tampoco se debe pedir la opinión a conocidos o amigos. Si ha ocurrido en nuestra casa, o en el lugar en el que nos encontramos, estamos en el escenario de un delito. Llamaremos inmediatamente a la policía, que probablemente llegará antes que la asistencia médica y preservará el escenario para la investigación; además le dará apoyo, consuelo y soporte. En raras ocasiones, puede usted toparse con un facultativo que no percibe adecuadamente la situación, llame a la policía sin dudar y espere a su llegada en el propio centro médico.
  • Existe el mito de que estas sustancias se metabolizan con gran rapidez y no son detectables a las pocas horas, lo cual no es cierto: todas son detectables doce horas después y la mayoría a las 72 horas siguen siéndolo. Solicite asistencia con rapidez, a la mínima duda, y sobre todo no pida consejo a su entorno, es posible que el ataque tenga su origen en personas cercanas y de ser así tratarán de disuadirla.
  • Una vez confirmado el ataque químico busque un buen psiquiatra forense que le someta a una evaluación y compruebe si el ataque le ha dejado secuelas. Repita la evaluación unos meses después. El objetivo es tratarlas, cuando ello es posible, y en todo caso incorporarlas a la reclamación de daños.

Por último, si observa que una mujer sin motivo aparente tiene una actitud muy agresiva y parece fuera de sí, llame a la policía, es muy posible que el agresor todavía no domine la formulación y la víctima esté sufriendo una psicosis química.

Conclusiones

Los ataques de sumisión química son muy peligrosos. Al riesgo de quedar a merced del agresor, se deben sumar los efectos adversos que pueden producir las sustancias en la salud de la víctima. En el caso de la escopolamina se indican casos de daños cognitivos permanentes y en el caso de los fármacos depresores del sistema nervioso central es tremendamente peligrosa su administración, sin control de la dosis y de los posibles efectos al combinarse con otras sustancias que hayan podido ser ingeridas por la víctima con anterioridad.

A la hora de la calificación del delito debe tenerse en cuenta que la administración de sustancias incapacitantes es potencialmente letal y muestra un claro desprecio del agresor por la salud y vida de la víctima.

La mejor forma de acabar con estos delitos es terminar con la sensación de impunidad de los agresores. Hay que denunciar a la mínima duda, difundir la detectabilidad de las sustancias hasta 72 horas después, castigar duramente a los agresores y comunicar correctamente este tipo de delitos. Las noticias fantasiosas pueden estimular la imaginación de los felones e impulsar su uso.

De forma intencionada no se nombra más sustancia que la escopolamina, no se detallan efectos y no se citan las fuentes utilizadas. El objetivo es evitar que el artículo se convierta en un manual para violadores. Si alguna persona desea conocer las fuentes, puede enviarme un correo indicando su motivación y, a mi discreción, se las haré llegar.

[Actualización 1ª] En septiembre de 2017 se confirma el primer caso de uso mortal de la escopolamina en España, ver enlace:

[Actualización 2ª] En octubre de 2017, la Guardia Civil desmantela una plantación ilegal en la que el estramonio había desplazado como producto principal a la marihuana, ver enlace:

[Actualización 3ª] En 2016, durante su Erasmus en España, Danya Sherman, fue violada por un compañero que le echó algo en su bebida. A la vuelta, en su Universidad, se puso manos a la obra y en otono de 2018 verá la luz KnoNap una servilleta que permite identificar discretamente la mayoría de las sustancias que se utilizan en la sumisión química. Un excelente trabajo: KnoNap, the Napkin that Knows

[Actualización 4ª] En febrero de 2022 la policía anuncia una operación en la que con la colaboración del equipo de seguridad de una discoteca se detuvo a unos agresores que suministraron anfetaminas a dos jóvenes en una discoteca.

[Actualización 5ª] En febrero de 2022 publicamos una alerta sobre un fenómeno que puede pasar desapercibido y que tiene graves consecuencias para las víctimas.

Jesús Belenguer dirige el equipo que diseñó e implanta el Protocolo Mercurio que es el sistema de gestión de la seguridad personal de trabajadores desplazados a países lejanos más implementado en las empresas españolas. Comparte sus ideas en Medium desde abril de 2015.

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Jesús Belenguer
Autoprotección familiar

Director de Seguridad Privada y TS en Gestión de Riesgos y Protección Civil. EU en Análisis de la Conducta Violenta y en Ingeniería Protección Contra Incendios