La casa de paja y los seguros privados de salud.

Peligros de la externalización de los servicios sanitarios.

Gab Sato
Seikatsu Blog
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3 min readAug 1, 2015

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Por G. Sato

El cuento de los tres cerditos y sus casas de paja, madera y ladrillo es una historia que se ha contado a nuestros hijos durante generaciones. Todo el mundo la conoce, va sobre tres cerditos que hacen casas para protegerse de un lobo, uno la hace de paja, rápida, económica y sencilla, otro de madera, que cuesta un poco más y el más trabajador de ladrillo, cara y resistente. Después el lobo acaba con las dos primeras y los dueños se tienen que refugiar en la que ha costado más, que es la de ladrillo.

Otra historia que se ha puesto de moda en España es la de los seguros de salud y la polémica sobre la externalización de la sanidad. Hasta hace poco los seguros privados rentables se limitaban a los que se ofrecían (desde la propia administración -lo que es una contradicción-) a trabajadores del estado. Pero la sanidad que ofrecía la seguridad social era predominante y generalmente la primera elección para la población general. Estos seguros/sociedades de carácter privado no aspiraban a alcanzar cotas similares.

En los últimos años, multitud de empresas han creído que el momento propicio para captar clientes en la población general había llegado. Han asaltado las televisiones y las radios para convencernos de que los servicios médicos que ofrecen son los más completos, los de más calidad y algo que está preparado especialmente para nuestras necesidades.

¿Por qué? ¿Por qué ahora? Parece que la constante imagen de decadencia de la sanidad pública, que desde algunos sectores de la administración se intenta transmitir a la población hace mella en el público general.

Esta idea de que la sanidad pública es lenta, ineficiente y cara hace que comparativamente un seguro privado, por el hecho de gastar dinero en él directamente, sea mejor. Esta idea, esta manera de desmerecer lo que haces -la administración es la gestora- hace que la población, asustada y empujada por su propio gobierno, acabe comprando una cabaña de paja preciosa pero que dudosamente aguantará el soplo furioso del lobo.

La sanidad pública, por regla general, ni es lenta, ni ineficiente, ni cara siempre que se gestione bien (por gente cualificada y que parta de la base de que la sanidad no es una empresa en la que los beneficios son lo primero) y siempre que la administración no intente sujetarla con la mano izquierda y agraviarla/maltratarla con la derecha (véase la curiosa historia del hospital Carlos III o el “entusiasta” plan de medidas para la sostenibilidad del sistema sanitario madrileño”). Siempre ha sido y será eficiente -está concebida para eso- al tratar enfermedades graves, reales y frecuentes. Otro punto a tener en cuenta es que la sanidad privada ofrecida por los seguros normalmente se dirige a personas jóvenes y sanas que acuden poco a sus servicios de urgencias y que si acuden es por procesos banales, baratos y de rápida atención (son empresas que quieren producir beneficios, eso por supuesto no es nada de lo que avergonzarse, pero llamemos a las cosas por su nombre) Curiosamente en estos casos la sensación de calidad percibida se dispara, razón que esgrimen los defensores de la externalización de servicios.

Realmente hay pocos seguros que ofrezcan servicios médicos dirigidos a pacientes con enfermedades crónicas, pacientes ancianos o pacientes que requieran tratamientos paliativos. Me temo que estos pacientes necesitan algo más que una choza de paja y eso, los seguros, como buenas empresas, lo saben. No hay que olvidar que en la sanidad pública también se invierte, y que todos pagamos con nuestros impuestos su mantenimiento y desarrollo, por lo tanto hemos de exigir a los gestores una sanidad de calidad. Una casa de ladrillo, dónde todos nos tendremos que refugiar algún día.

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Gab Sato
Seikatsu Blog

Me gustaría autoproclamarme escritor, pero creo que sería muy osado por mi parte.