Adelante.
Es inacabable. La noche atrae evocaciones que se saborean como un dulce nocivo y agradable mientras la almohada desgrana memorias. Inacabable. Las horas se atropellan y la noche se viste de madrugada. Amanece. Entonces es momento de hacer a un lado las imágenes superpuestas y ponerse de pie.
Decía el buen Julio Ramón Ribeyro que uno se hace viejo cuando empiezan a sobrarnos recuerdos. Viejos recuerdos. Viejos que recuerdan. En varios momentos me dijeron “deberías hacer tus memorias” porque como me dice Tania, gran amiga, “a ti te suceden cosas”.
De las cosas que me sucedieron trata este blog. También de las que pudieron suceder y las que quizá no sean como las recuerdo. Eso las hace más sabrosas.
Si llegaste a estas líneas es que ya tienes la contraseña de entrada. Las reglas de casa las pongo y yo y se resumen en: no seas idiota. No hay segunda ni tercera, a la primera falta te vas.
Todos los demás, arriba las copas y salud.
Washington, D.C., 4 de junio de 2020