Una sanadora lección de empatía [La ley del mar]

Cuenta Luis Tosar que cuando le presentaron el proyecto de La ley del mar, le pareció que “el formato televisivo era perfecto para poder entrar en el corazón y en la emoción de la historia”. De eso va esta sobresaliente miniserie: de la empatía del ser humano. Contextualicemos: la ley del mar marca unas normas del juego entre las que destaca el deber de prestar asistencia a quienes se encuentren en peligro en el mar. Por ejemplo, está prohibido devolver a personas a situaciones donde corran peligro de persecución o malos tratos y, en un plano institucional, esta ley incluye la obligación de los estados de cooperar ante cualquier emergencia humanitaria en costas o alta mar.

Sin embargo, la ley del mar hace aguas especialmente en el contexto de la migración irregular y la gestión de fronteras marítimas. Los Estados y organizaciones internacionales habitualmente tienen posturas muy diferentes sobre cómo abordar la migración marítima y proteger los derechos de los migrantes en el mar.

En este complejo tablero político entra la serie producida por Studio 60 y MacFly Producciones con un caso real que agitó los informativos en España en julio de 2006. El pesquero ‘Francisco y Catalina’, capitaneado por Pepe (Luis Tosar), decidió rescatar a 50 inmigrantes africanos varados a unas diez millas de Malta. A lo largo de nueve largos días, la embarcación quedó varada a la espera de que alguien tomara una decisión política y diplomática sobre cómo proceder.

La serie profundiza en bruto en la dramática convivencia entre marineros e inmigrantes en un espacio muy pequeño en el que los recursos se agotan y la tensión va in crescendo. Mientras los rescatados experimentan emociones que van desde el alivio por haber llegado a algún lugar hasta el miedo a lo desconocido o la incertidumbre sobre su futuro. En realidad, La ley del mar es un canto a la esperanza, dentro de un marasmo de frustración e incomprensión entre seres humanos.

De fondo, la fontanería diplomática en Europa muestra en La ley del mar que en los despachos hay piratas que comercian con los sueños de los desfavorecidos. También hay justicia poética para quien persevera y cree en el ser humano, con o sin papeles.

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