La película que pedía ser serie [El mundo de ayer]

El hundimiento de un régimen, un gobierno o un partido es un argumento muy recurrente en la ficción política, si bien, el resultado final del producto no siempre satisface las expectativas iniciales. Es lo que ocurre con El mundo de ayer (2022), filme francés dirigido por Diastème, que explosiona en mil direcciones en su primer acto para después divagar y dejar muchos frentes abiertos.

El argumento describe los últimos días de Elisabeth de Raincy (Léa Drucker) como presidenta de Francia. En el crepúsculo de su mandato se le acumulan los imprevistos, las decisiones y las urgencias, en una agonía política que se resiste a soportar. Como punto de partida, El mundo de ayer describe el ‘mal del altura’ que sufren algunos cargos públicos al considerar que sus acciones serán determinantes en el devenir de la Historia. En este caso, De Raincy y su secretario, el brillante Denis Podalydès, se autoadjudican el protagonismo de salvar a Europa del avance de la ultraderecha, liderada por el candidato ultra Willem, quien tiene serias posibilidades de llegar al Elíseo.

Para avanzar en la historia, Diastème despliega un abanico de tramas que son difíciles de digerir en apenas noventa minutos. En realidad, el filme podía haber sido una serie que con el doble de metraje hubiese profundizado y resuelto todos los nudos que se atragantan al llegar al final de El mundo de ayer.

Los temas que trata la película abren muchos debates que podían ser interesantes con más arco argumental. El espectador se enfrenta a los dilemas que generan la enfermedad en un cargo público, el ‘síndrome de Estocolmo’ que sufren algunos asesores políticos que confunden honestidad con fidelidad, las puertas giratorias, la utilización de recursos públicos para espiar, la injerencia rusa en otros países… Demasiados ingredientes para un pastel de ficción política.

Más allá de los temas, El mundo de ayer destaca por su dirección dinámica y la fotografía oscura, que ambienta a la perfección la intriga de sus protagonistas. También los referentes literarios son una base que da enjundia al desarrollo de los acontecimientos: la presencia de la idea de la ultraderecha como un ‘moby dick’ que acabe con el bienestar o la referencia atmosférica de la vida y obra de Stefan Zweig, no solo en el título sino también en las acciones de los protagonistas, enriquecen esta ficción política que pide más minutos para poder ser digerida.

[Nota: con motivo del patrón de los periodistas, el Colegio de Periodistas de La Rioja me invitó a participar en un debate con Sergio Caneda sobre la película y nuestra experiencia como asesores en política. Gracias a los compañeros periodistas que asistieron y participaron en esta jornada]

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