Problemas con la lactancia

Al amamantar pueden surgir molestias en los senos que conviene tratar cuanto antes.

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3 min readApr 17, 2017

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Aunque amamantar es un acto natural, el inicio de la lactancia no siempre es fácil. El recién nacido se pasa el día colgado al pecho («¿mamará bien?»), es habitual que los senos se hinchen y, a veces, aparecen grietas u hongos que pueden hacer que la toma resulte dolorosa para la madre. Si surge algún problema, conviene consultar cuanto antes a la partera o a una coordinadora de grupos de apoyo a la lactancia para que revisen la postura en la que das el pecho y la corrijan si no es correcta. También te puede ayudar acudir a un grupo de la lactancia. Estas reuniones de madres son un gran apoyo, sobre todo al principio, cuando cualquier contratiempo con la lactancia se hace un mundo.

Lo importante es no desanimarse y no abandonar. Es solo cuestión de tiempo. Apenas existen casos que aconsejen dejar de dar el pecho, la mejor alimentación que se le puede ofrecer al bebé.

Mamas congestionadas

El pecho está hinchado, caliente y duele.

Congestión primaria. Tiene una causa hormonal y aparece luego de dar a luz, cuando el calostro se transforma en leche.

  • Se alivia aplicando un paño perfectamente limpio con calor húmedo sobre cada una de las mamas.

Congestión secundaria. Puede ocurrir en cualquier momento durante la lactancia cuando el bebé no vacía bien el pecho o la madre deja pasar mucho tiempo entre toma y toma, y el seno tiene demasiada leche acumulada (ingurgitación).

  • Se alivia vaciando el pecho: poniendo al bebé a mamar con frecuencia o extrayéndose leche con el sacaleches y aplicando frío después de la extracción (entre toma y toma). De este modo, se evita la mencionada congestión que puede perturbar.

Mastitis

La mastitis suele ser resultado de una ingurgitación no tratada a tiempo o una infección que se ha colado por las grietas abiertas. El pecho está inflamado, caliente y con mucho dolor. Puede haber fiebre, escalofríos y malestar general.

  • Conviene seguir la siguiente rutina cada dos o tres horas: ponerse calor en los pechos antes de amamantar, masajear la zona, extraer la leche (bien poniendo al bebé al pecho o con un sacaleches) y aplicar frío después.

Si no mejora en unas horas, se aconseja ir al médico.

Hongos

Los hongos aparecen por contagio, cuando el bebé los tiene en la boca y los transmite a los pezones maternos al mamar. El pezón está rosado y húmedo, y se nota un dolor agudo, como si nos clavaran agujas.

Hay que tratarlos cuanto antes en los dos. El médico suele recetar una pomada para la piel de la madre y un gel para el bebé.

Aunque son muy molestos, no influyen en la lactancia. Por lo tanto, no hay razón para suspenderla.

Grietas en los pezones

Son heridas o fisuras muy pequeñas que hacen muy dolorosa la toma. Aparecen cuando el bebé se agarra mal.

Hay que revisar la técnica de la succión y la postura (por si el cuerpo del bebé queda algo alejado del de mamá). Conviene ir probando diferentes posiciones hasta hallar una que logre un agarre profundo.

El bebé debe abrir mucho la boca para que le entre todo el pezón y gran parte de la aréola. Conviene acercarlo suavemente al pezón de forma que lo sujete con la lengua y haga el vacío sin morder. Para que no aparezcan grietas, sus labios deben estar abiertos, no metidos hacia adentro.

Para liberar el pezón se puede introducir un dedo por la comisura de su labio, no es bueno apartarlo de golpe si el pequeño no ha abierto la boca.

  • Tanto para evitar las grietas como para curarlas si ya se tienen, el mejor tratamiento es la propia leche materna. Después de amamantar, sirve de ayuda untar el pezón y la aréola con la leche del final (más grasa) y dejar que se sequen al aire.

La falta de experiencia y de asesoramiento pueden hacer que algo tan natural como dar de mamar al bebé resulte doloroso.

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