Ave muerta, que estás en los cielos

Miguel Angel Luján
Shango Lector BLOG
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2 min readAug 23, 2020

Primer tiro:

No será el ímpetu por vivir
ni largas repeticiones
de plegarias incomprensibles
las que me harán levantar.

Los ojos mantendré cerrados
y evitaré pronunciar
para los sensibles,
aunque sé que pueden escuchar
los gemidos y el sollozo.
el liguero rechinar de este artilugio
y el cansado gotear del sudor,
que se evapora sin razón religiosa
postrado en el fin, en medio de rosas.

Lo escatológico de la oración en comuna,
uniendo las voces de una a una,
alrededor del féretro color marrón,
evocando mantras, entrelazaron sus manos,
con permiso de sus seres de luz
con singular tristeza,
abrían portales mágicos
y es que es comprensible
para este adiós.

Si me sobrara un poco de aliento soltaba un suspiro,
si hubiera coherencia en lo que digo
dejaría las segundas oportunidades.
Si tan solo algún Dios se apiadara de este chico
que culpaba al clima de sus situaciones sentimentales

Segundo tiro:

Divagaba y me perdía,
pasaba los días en las orillas de las frases
que repetía y desgastaba,
las bordaba en camisas
y las que no cabían
las colocaba cual drogas ilícitas
entre mis calcetas de rayas

Y cuanto más te cuento, más omito,
la ambición de este chico
y su cachito de corazón.
Entre las cosas que inherentemente se irán conmigo
está la procrastinación; las desveladas
lo onírico, cuanto balbuceaba,
la urticaria, la galería llena de fotos viejas,
borrosas, sin contrastes ni colores turquesa.

No era bueno, de todos modos;
dormía, despertaba, mi cama acumulaba
el sudor de mis manos precoces.
Ahora que lo pienso
está de más sobre pensar las noches.

No desperdicies tus tardes.
Te lo dice alguien que anestesiaba su boca,
dormía su torso,
cerraba los ojos de lo horroroso
que puede ser quedarse aquí, donde yo,
donde la sobriedad basta para noquearte.

¿Convertir mi casa en un vivero o
convertirme en planta y morir tras florecer?

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Miguel Angel Luján
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poesia surrealista, filosofia, declaraciones pasionales. El lenguaje no tiene dueño