Datos inútiles que siempre fueron útiles: Artrópodos en serie I — Cicádidos
A lo largo de varias publicaciones de Artrópodos en Serie ustedes y yo iremos explorando poco a poco el asombroso mundo de los artrópodos, animales caracterizados por poseer un cuerpo de tamaño variado, duro y segmentado, con 6 o más patas, aparatos bucales diversos, formas de desarrollo que pareciesen ser inspiradas en libros de ciencia ficción y que se encuentran distribuidos en casi todo el mundo.
Se han descrito alrededor de un millón de especies de artrópodos, de los cuales la mayoría son insectos. Este número, sin embargo, puede ser solo una fracción del total. Cuatro de cada cinco especies animales en la tierra hoy en día son artrópodos. El 90% de los artrópodos son insectos; el otro 10% de este grupo diverso y prolífico incluye cangrejos, arañas, escorpiones y una gran cantidad de animales menos conocidos.
Son un grupo animal antiquísimo, ya que se han encontrado fósiles de artrópodos de aproximadamente 500 millones de años, a comparación de los mamíferos, que aparecieron hace 220 millones de años.
En esta ocasión aprenderemos sobre los cicádidos (Cicadidae), una familia de insectos del orden Hemiptera (a este orden pertenecen de igual manera las chinches, los afidos o pulgones y los fulgomorfos).
Los cicádidos cuentan con mas de 3,000 especies, distribuidas en todo el mundo, la mayoría en los trópicos. La mayoría de los géneros están restringidos a una sola región biogeográfica y muchas especies tienen un rango de distribución muy limitado.
Su tamaño oscila entre los 15 y 65 milímetros de largo. Cuentan con un aparato bucal de tipo succionador, que les permite perforar arboles y otras plantas para posteriormente chupar la savia y alimentarse. Pasan la mayor parte de su vida bajo tierra, alimentándose de los fluidos de las arboles. Entre sus favoritos se encuentran el roble, ciprés, sauce, fresno y arce.
La cabeza esta dispuesta en una condición opistognata, es decir, se encuentra dirigida hacia atrás cuando esta en reposo, con las piezas bucales dispuestas entre las patas.
Sus ojos se encuentran separados y sobresalen de su cabeza. Cuentan con un par de antenas pequeña y poseen dos pares de alas homogéneas y membranosas.
Su ciclo de vida comienza después del apareamiento, la hembra corta hendiduras en la corteza de una ramita donde deposita sus huevos. Cuando los huevos eclosionan, las ninfas recién nacidas caen al suelo y se entierran.
Las cigarras viven bajo tierra como ninfas durante la mayor parte de sus vidas a profundidades de hasta 2.5 metros. Las ninfas tienen patas delanteras muy fuertes para cavar y crear así cámaras cerca de las raíces donde se alimentan de savia de xilema. En el proceso, sus cuerpos y el interior de la madriguera se cubren con fluidos anales. En hábitats húmedos, las especies más grandes construyen torres de barro sobre el suelo para airear sus madrigueras. En el último instar las ninfas construyen un túnel de salida a la superficie y emergen.
Luego sufren una metamorfosis en una planta cercana a su madriguera por última vez, y emergen como adultos. Las exuvias o los exoesqueletos abandonados permanecen, todavía aferrados a la corteza del árbol.
En algunas especies de cigarras, los machos permanecen en un solo lugar y llaman para atraer a las hembras. A veces, varios machos se agregan y llaman a coro. En otras especies, los machos se mueven de un lugar a otro, generalmente con llamadas más tranquilas mientras buscan hembras. Después del apareamiento, el ciclo vuelve al inicio.
Para atraer a las hembras, los machos realizan un sonido, llamado estridulación, gracias a unos sacos de aire situados en su abdomen que se inflan y desinflan a través de unas membranas al que los entomólogos denominan timbales. El sonido emitido puede ser captado por las hembras a más de un kilómetro de distancia.
Los machos pueden estridular de manera diferente si quieren marcar territorio ante sus competidores, o si desean atraer sexualmente a las hembras y tambien pueden hacerlo en señal de alarma al detectar depredadores.
La mayoría de las cigarras pasan por un ciclo de vida que dura de dos a cinco años. Algunas especies tienen ciclos de vida mucho más largos, como el género norteamericano, Magicicada, que tiene varias “crías” distintas que pasan por un ciclo de vida de 17 años o en algunas partes de la región. Los largos ciclos de vida pueden haberse desarrollado como respuesta a los depredadores, como la avispa asesina de cigarras y la mantis religiosa. Un depredador especialista con un ciclo de vida más corto de al menos dos años no podría atacar a las cigarras de manera confiable. Una hipótesis alternativa es que estos largos ciclos de vida evolucionaron durante las glaciaciones para superar los períodos fríos y que, a medida que las especies emergieron e hibridaron.
Los depredadores más comunes de los cicadidos son los pájaros, ardillas, murciélagos, avispas, mantis, arañas y moscas ladronas. En tiempos de aparición masiva de cigarras, varios anfibios, peces, reptiles, mamíferos y aves cambian sus hábitos de alimentación para beneficiarse del exceso. Las ninfas recién nacidas pueden ser comidas por las hormigas, y las ninfas que viven bajo tierra son cazadas por mamíferos excavadores como topos. En Australia, las cigarras son atacadas por la avispa asesina de cigarras australiana (Exeirus lateritius), que pica y aturde a las cigarras en lo alto de los árboles, haciéndolas caer al suelo, donde la avispa las monta y las empuja con sus patas traseras hacia su madriguera.
Varias enfermedades fúngicas infectan y matan cigarras adultas, mientras que un hongo entomopatógeno, Cordyceps spp., ataca a las ninfas. Massospora cicadina ataca específicamente a los adultos de las cigarras periódicas, las esporas permanecen latentes en el suelo entre los brotes. Este hongo también es capaz de dosificar cigarras con psilocibina, la droga psicodélica que se encuentra en los hongos mágicos, así como con la catinona, un alcaloide similar a varias anfetaminas. Estas sustancias químicas alteran el comportamiento de las cigarras, lo que hace que los machos copulen, incluso con los machos, y se cree que es beneficioso para el hongo ya que las esporas de hongos se dispersan por un mayor número de portadores infectados.
Pese a que su apariencia que puede resultar extraña para algunos, no hay que preocuparse, ya que no muerden ni pican, no pueden hacer nada dañino para el hombre. Lo peor que se puede decir de ellas es que si tienes árboles frutales u ornamentales, los pueden dañar cuando las hembras ponen los huevos. Más allá de eso, son inofensivas y los exoesqueletos sirven de abono para árboles y otros animales, incluso pueden ser ingeridos por humanos.
