El ahorro del futuro, el éxito y el ácido acetilsalicílico.

Yaret R.
Shango Lector BLOG
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4 min readAug 7, 2020

Me gustaría decir que servirme otro café hizo que hiciera esta reflexión que vas a leer. Pero en sí, la hice mientras tomaba agua. –Me gustaría decir que otro café, pero para mi fortuna me hace daño, justo en donde el cerebro crea mi ansiedad y el cuerpo me tiembla, creo que mi irritable debilidad comienza desde mi intolerancia a la cafeína.

En fin, agua, en la oficina, recordé aquello que pocas veces escuché en los pasillos de mi Facultad, el ahorro para el futuro, que te mencionan de vez en vez y pocas veces en la escuela, que por lo general en una de artes como en la que yo estudié no lo mencionaron mucho que digamos, mencionaban más las becas que se ven inalcanzables en un ámbito burocrático o de inscripciones carísimas, inimaginables, en fin, si alguien más estudia otra cosa: ¿les mencionaron aquello?

Me quedé ida frente al garrafoncito de agua hasta que me di cuenta que se estaba regando. Bajé a la ventana donde se reflejaban la masa de carros en viaducto a las 6 de la tarde, mientras limpiada las gotas que escurrían sobre mi termo, recordé un poco más sobre esos planes y el dinero para crearlos. Luego vi las gotas que mojaron mi falda, lo cual me hizo pensar en una hipótesis más: mis objetivos y el éxito; estos, estaban ligados a mi vaso de agua, el cual olvide, por lo que usar el termo no fue mala idea, así como mis sueños, no estaba mal dejarlos en casa un ratito mientras en una oficina generaba sueños ajenos.

Ahí surgió un punto del cual me reí, debo decir que me encantan esas frases de “solo se vive una vez”, o la de “usar la vida para lo que plazca y divertirse” y casi caigo, pero no del todo, definitivamente no pienso que la vida me la tomo tan a la ligera para que me guste esa sensación de vivir al día.

Me causó risa, ahora si lo diré, el hecho de verme ahí sirviéndome agua, esperando que mi jornada laboral terminara para volver a mi escritorio y pensar en que, en un futuro podré comprar cualquier cosa o viajar ahora si, o en un caso remoto comprar una que otra cosa, a veces todas innecesarias o eso creemos. Aunque sea para un chicle, como diría mi mamá, no puedo ni quiero creerlo, si lo vemos objetivamente, ¿en serio? Me levanto a las 6 am y llego a mi casa a las 8 pm para comprar un misero chicle…

Por otro lado, llegar a los 25 años no permite en ocasiones, generarse dudas o como yo ahora me veo en un ahogamiento de cuestiones, vivo la vida o mejor ahorro para el futuro. ¿Y si mi futuro no me gusta? Oigan… ¿y si no hay futuro?… Cumplir cualquier edad pasada de los 25 a veces te empieza a hacer creer que ya debes generarte algo estable, yo creo que eso solo es una imposición social a la que estamos desgraciadamente sometidos, ya sea porque es en promedio la edad en la que uno alcanza cierta adultez, entre que ya terminó la carrera o ya se encuentra trabajando en algo.

Me pone inquieta pensar en esto: — sigue haciendo lo que te gusta cueste lo que cueste, dejes lo que dejes, pero nunca te dejes.– Y hay una pequeña parte que casi no se escucha pero que esta viviendo de un suspiro: sigue escribiendo.

Ilustración tomada del libro “Un cuarto propio” de Virginia Woolf

Mi alarma está dividida en dos, casi en tres y aún así duermo de noche. Pienso en volver a cada una de esas horas muertas. Acostada en el pasto antes de descubrir que me daba alergia, asimilando aquello que aprendí, sé que no seré tan pobre y que el éxito para mí es creer que lograré ser y estar receptiva a lo que me permite estar tranquila.

Entonces lo divertido yace aquí: la confusión… que sinceramente espero no dure tanto– donde vuelvo al punto inicial, tal vez el único ahorro de futuro que necesito ahora es recuperar las cosas pendientes, ¿Qué es un trabajo pues, sin un poco de odio personal? y –¿Cómo espero tener un ahorro para el futuro si no recupero los proyectos perdidos?, entonces desear algo más y apuntar a un futuro incierto, pero hasta este punto de reflexión es probable que la cabeza explote y entonces una sabe que bajo cualquier explosión siempre tendremos una aspirina para volver, tomar la siesta, siesta reparadora y seguir con ese proyecto que se estaba empolvando abajo de la cama, con el librito que le dejamos una página doblada, con la película que hemos regresado al inicio tres veces porque nos quedamos dormidos, hasta con el recetario que compramos un día en el tianguis.

Con esas cosas que vemos pequeñas pero que se nos regresaba un poquito el brillo de los ojos.

Entonces mi yo en viejecita, va a volver a leer esto, mientras pinta otro conejo mientras recorta otros textos, y va a pensar, ¿ahorré lo suficiente? pero lo terminará olvidando porque va a ir a acostarse al pasto, bajo una tormenta de nubes aunque le dé alergia.

Ilustración de Ginnie Hsu

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Yaret R.
Shango Lector BLOG

Sensible empedernida, Malabarista de palabras, colecciono historias y tés. Las fotos e ilustraciones son mías a menos que diga lo contrario.