Existencia
José María Ávila Carranza
Soy uno con la existencia
pero estoy desecho.
¿La existencia también lo está?
¿O sólo soy yo y mi rechazo petulante
por esta existencia que me parece deshabitada?
Trato, harto trato
de hallar el centro de este círculo incompleto
y me hallo extraviado.
En mis manos hay disparates y metáforas
que no cubren la bóveda acuática
que discurre sobre mis hombros.
Nada cubre estas carreteras de fuego.
Nada llena estos resquicios porosos.
Nada llena mi ser.
Y la existencia se me asemeja a la niebla invernal:
a cada paso la corto, la traspaso
pero sigo sin ver.
En perpetua oscuridad
me encuentro solo gritando, muriendo.
El frío me corta a mí,
pero es un frío cálido
como la indiferencia de un ángel.
En un camino sin gravedad
corro discordante, afónico;
corro, corro y vuelvo a correr
huyendo de la negritud que me empapa.
Huyo (qué más puedo hacer un cobarde?)
para descubrir lo que hay detrás de la vida
pero nada cambia.
La vida vivida ha de ser
si no no vale la pena existir.
Nací al final del estío, en el año de 1998. Comencé a escribir poesía hace unos años, a la par que dejé la escuela. He vivido en diversas delegaciones de la Ciudad de México y en un pueblito perdido en la cordillera del estado de Puebla, cerca de las costas de Acapulco. Amo los lugares fríos y no soporto el calor; pero curiosamente he sido más feliz en lugares cálidos. Supongo que así es la poesía: una irónica contradicción.
