“La mujer ilustrada” (Del libro: Las maquinarias de la alegría)

Kevin SYE
Shango Lector BLOG
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8 min readMay 29, 2020

Publicado por primera vez en la revista “Playboy” en su edición de marzo de 1961, esta historia corta nos presenta a una mujer con sobrepeso que acude al psicólogo, no con la intención de conseguir un tratamiento para bajar de peso, al contrario, lo que ella busca es subir unos kilos extra para mantener feliz y entretenido a su diminuto esposo.

Fuente: Playboy

La historia comienza en el consultorio del doctor George C. George. La recepcionista del doctor anuncia la llegada de la paciente. Emma Fleet es el nombre de la mujer ilustrada (En la historia nadie la presenta como “la mujer ilustrada“, ella misma se presenta como “La Dama Generosa” -“Lady Bountiful”, en inglés-)

El doctor George al ver a Emma entrar al consultorio no puede evitar que su mirada se muestre sorprendida y haga evidente el asombro al ver a una mujer de talla extra-super-mega-grande, a lo que Emma no lo toma como una ofensa, ella revela su peso amablemente ante la mirada del doctor (201.25 kilos, para ser exactos).

Antes de escuchar los problemas de Emma, el doctor George hace un diagnóstico previo de su paciente: “Lo más seguro es que quiera bajar de peso, para eso acudió a esta clínica” y le informa a Emma que lamentablemente, en el campo de la psiquiatría, no se ha conseguido inhibir el apetito de los pacientes para tratamientos de sobrepeso y que es incapaz de darle una consulta real para tratar su problema. La mujer agradece al doctor George su honradez, pero le informa que no acudió a la clínica para bajar de peso, lo que ella quiere es subir otros cincuenta kilos, quizá cien. Esta respuesta asombra al doctor.

El problema de Emma radica en que su corazón no permitirá lo que su alma querida y entrañable soportaría con el mayor gozo. Su corazón físico podría fallar ante las exigencias de amor de su corazón y su mente.

Para aclarar su petición Emma le relata su situación actual al doctor George.

Emma comienza a contarle al doctor que está casada con Willy Fleet y que trabajan juntos en los Espectáculos Ambulantes Dillbeck-Horsemann, ella es conocida ahí como La Dama Generosa y a su esposo como “El hombre que adivina el peso“.

Willy Fleet es un hombre minúsculo de pies minúsculos, manos minúsculas y ojos también minúsculos de color azul brillante en una cabeza minúscula. Medía más o menos noventa centímetros de alto y pesaba no más de treinta kilos. Al parecer, un personaje debilucho y sin mucho brillo, pero tiene una mirada de genio orgulloso, tenebrosa, casi violenta, que resplandecía en la cara pequeña aunque áspera.

El doctor George, por la diferencia tremenda de tamaños asume que Willy y Emma no tienen hijos y Emma se lo confirma pero le comenta al doctor que eso tampoco es un problema para ellos.

-Bueno, si su problema no son los hijos, o el tamaño de usted o el de él, o los kilos de más entonces, ¿qué…?

Emma Fleet respondió con una risita tolerante. Era una risa agradable, como la de una niña que de alguna manera estaba presa en aquel cuerpo enorme y en aquella garganta.

— Paciencia, doctor. ¿No deberíamos retroceder hasta encontrar el momento en que Willy y yo nos conocimos?

Así que Emma le relata al doctor como Willy cambió su vida por completo. Will y Emma se conocieron ocho años atrás en una feria ambulante del Día del trabajo. Ella fue acompañada de su grupo de amigas de la secundaria, un grupo de chicas robustas que se sentían esbeltas al lado de Emma. Al final del día, sus amigas la dejaron sola y fue a rondar por el puesto del Hombre que adivina el peso para ponerlo nervioso con su voluptuoso cuerpo para divertirse un poco. Pero el Hombre que adivina el peso no se puso nervioso en lo absoluto, sino más bien admiro el cuerpo de Emma, se emocionó tanto al verla que bailo alrededor de ella con excitación y le ofreció un premio con tal de que ella le permitiera conocer su peso. Emma con esto se sintió muy bien, ya que nadie le había hecho tanto caso en su vida, se ruborizó.

— ¡Ciento cuarenta y cinco kilos! — exclamó Willy — , ¡Dios mío, que encantadora!

— ¿Cómo dijo? — preguntó.

— Que usted es la mujer más encantadora del mundo — dijo él, mirando directamente los ojos de Emma.

Después de una larga platica esa noche, Willy le insinuó matrimonio a Emma y a la semana se casaron.

En este punto el doctor George estaba tan enfrascado en la historia que Emma le estaba contando. Emma terminó de contar como se conocieron ella y Willy y le preguntó al doctor si quería saber que pasó en la luna de miel, a lo que el doctor respondió con fervor que continuara contándole su pasado.

La luna de miel fue en la diminuta casa de Willy. En la habitación del hombrecillo, una habitación de tamaño normal, le pidió a Emma una a una sus prendas hasta que quedó completamente desnuda frente a él. Emma estaba ruborizada de pies a cabeza y unas oleadas de calor subían y bajaban por su cuerpo.

— ¡Dios mío — exclamó Willy — , eres la camelia más grande y más bonita que haya florecido jamás!

Willy comenzó a dar vueltas alrededor de Emma, contemplando su hermosa piel, milímetro a milímetro por un largo rato. Momentos después se detuvo y la miro a los ojos y le propuso tatuar su cuerpo entero con múltiples tintas y lápices y brillantes agujas de plata para tatuar, a lo que Emma le dio su consentimiento.

Ocho años tardó Willy Fleet en tatuar por completo el enorme cuerpo de Emma. Ocho años de una relación íntima y de trabajo. Ocho años en los que Emma continuaba engordando para brindarle un poco más de lienzo a su amado esposo, que trabajaba sobre su piel con amor y pasión. Ocho años, ocho fabulosos y gloriosos años. Al terminar la obra maestra, Willy se desplomó y durmió durante cuarenta y ocho horas seguidas, Emma durmió junto a él.

Al despertar, la felicidad plena terminó.

Emma se dio cuenta que Willy podría irse en cualquier momento. Le platicó al doctor que Will retomó su trabajo del Hombre que adivina el peso ese mismo día, antes de ir a la consulta. Ella asume que su esposo está buscando “nuevos lienzos” en otras mujeres para continuar su historial de obras maestras. Y para rematar, terminado el trabajo artístico que realizó sobre la piel de Emma, no quedó satisfecho, y encontraba defectos menores en su trabajo, como todo perfeccionista extraordinario.

Emma se siente a punto de ser abandonada. ¿Qué le queda a una mujer que pesa doscientos kilos y está cubierta de ilustraciones? Si Will se va, ¿qué hará, a dónde irá, quién la querrá? ¿Se perderá de nuevo en el mundo como estaba perdida antes de esa felicidad loca?

— Un psiquiatra — dijo el psiquiatra — no está para dar consejos. Pero…

— ¿Pero qué, qué? — preguntó la mujer ansiosamente.

— Un psiquiatra está para que el paciente pueda entender y curarse. Pero en este caso…

— ¡En este caso, sí, siga!

— Parece tan sencillo. Para conservar el amor de su marido…

— ¿Para conservar su amor, sí?

El doctor sonrió. — Usted debe destruir la Obra Maestra.

Con esta simple pero contundente respuesta, el rostro de Emma se llena de esperanza y encuentra el método inmediato: Willy puede despintarla en un total de tres meses y volverla a tatuar por otros ocho años y repetir el ciclo un sinfín de veces y ser felices toda la vida.

Emma, agradecida por la respuesta del doctor le ofrece pagarle lo que quiera, a lo que el doctor modestamente solo pide sus honorarios habituales. Pero ella, en señal de agradecimiento le ofrece mostrarle la obra maestra de Willy Fleet, para ello, se desprende de la única prenda que cubre su cuerpo, un abrigo.

La mujer quedo completamente desnuda frente al doctor, el cual contempló su vastedad continental.

Pero… no había ningún tatuaje sobre la piel de Emma.

Emma se puso nuevamente el abrigo y se dirigió hacia la sala de espera para llamar a Will, el doctor no pudo articular palabra alguna por el asombrosamente raro descubrimiento que había presenciado. Cuando el doctor recuperó el habla, Willy Fleet, con su diminuta mano, firme como una roca, se encontraba estrechando su mano, agradeciendo su valiosa ayuda para resolver el problema de su pareja y le pregunta si deben volver a alguna cita en el futuro al consultorio.

Santo Dios, pensó el doctor, ¿él piensa que la ha ilustrado de proa a popa, y ella le sigue la corriente? ¿Está loco?

¿O ella se imagina que él la ha tatuado de la cabeza a los pies, y él le sigue la corriente? ¿Está loca?

O, lo que era aún más extraño, ¿creen los dos que él la ha atiborrado como el techo de la Capilla Sixtina, cubriéndola de raras y significativas bellezas? ¿Los dos creen, saben, se siguen la corriente el uno al otro, en su mundo de especiales dimensiones?

— ¿Tendremos que volver de nuevo? — preguntó Willy Fleet por segunda vez.

— No. — El doctor musitó una plegaria. — Creo que no.

Emma y Willy, felices, abandonaron el edificio agradeciendo al doctor George durante su trayecto hacia la salida a través de los pasillos.

Y el ascensor bajó, la mujerona y el hombrecito desaparecieron hundiéndose en una tierra que de pronto no era demasiado sólida, y donde los átomos se abrían para dejarlos pasar.

— Adiós, gracias, gracias… gracias…

Las voces se desvanecieron, nombrándolo y ensalzando su inteligencia mucho después de haber dejado arriba el cuarto piso.

El doctor miró alrededor y retrocedió inseguro hasta el consultorio. Cerró la puerta y se apoyó en ella.

— Doctor — murmuró — , cúrate a ti mismo.

Dio un paso adelante. No se sentía real. Tenía que acostarse, aunque fuera un momento. ¿Dónde? En el diván, naturalmente, en el diván.

Al terminar de leer esta enigmática historia se creó un remolino de posibilidades en mi cabeza

¿Qué paso? ¿Qué es real? ¿Quién es el loco y quien es el cuerdo en la relación? ¿Emma y Willy existen? ¿El “doctor” George no es un paciente de algún centro psiquiátrico e imaginó la historia? ¿Realmente el cuerpo de la mujer está completamente tatuado?

Para llegar a pensar que el doctor George puede estar inventando todo esto en su cabeza presté atención a los extremos en su vivencia: una mujer enorme y un hombre diminuto y también recordé que poco después de iniciar el cuento esta la siguiente pregunta:

¿Dónde se pone el paciente en contacto con la realidad?

Inevitablemente recordé una canción de una de mis bandas favoritas al repasar a historia de amor de Emma y Willy, el título de la canción es “Así” y es interpretada por Caramelos de Cianuro

Así — Caramelos de Cianuro vía Spotify

Si deseas leer el cuento completo, encontré esta versión electrónica en un blog que incluye lectura guiada (con acento argentino) de buena calidad.

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Kevin SYE
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