Luz

José María Avila Carranza

Ya no hay rabia sólo resignación,
burbujas brotando de mis escombros
reflejando una luz que ya no existe
sorbiendo lo que me he dejado atrás.

Al final del cielo arrancaré nubes,
escribiré negros ocasos débiles,
al final del sonido: sólo yo
huérfano de vida, de vanagloria.

Tierra dentro de una cascada ardiente,
elevando polvo y agua por doquier
como espasmos nítidos y febriles,
como desangrar un desierto parvo,
tocando la muerte a través del barro:

único exilio para los pirómanos.

Nací al final del estío, en el año de 1998. Comencé a escribir poesía hace unos años, a la par que dejé la escuela. He vivido en diversas delegaciones de la Ciudad de México y en un pueblito perdido en la cordillera del estado de Puebla, cerca de las costas de Acapulco. Amo los lugares fríos y no soporto el calor; pero curiosamente he sido más feliz en lugares cálidos. Supongo que así es la poesía: una irónica contradicción.