Ni tan malo como para no escribirlo

Yaret R.
Shango Lector BLOG
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3 min readDec 31, 2020
Ilustración: Katrin Honnesta

El primer día del 2020 lo inicié de una forma bastante terrible con muchos problemas de ansiedad, con mucha sensación de abandono, con mucha incertidumbre y sobre todo con demasiada nostalgia, el 2019 me había titulado de la Facultad de artes, entonces comenzaba esa presión de ¿Que voy a hacer ahora?

Parte de Enero y Febrero estuve homeless, si no fuera por algunas personas que me ayudaron a encaminarme gracias a su fortaleza y a que me brindaron un hogar y una comida en casa. Suena más feo de lo que se lee, pero no fue del todo terrible parte de esos meses viví con una de mis mejores amigas y es muy bonito cuando una familia que no es la tuya te ofrece ayuda. Me mantuve dando algunas clases de artes o de lo que estudié y buscando freelancear todo el tiempo. Hasta que llego la decisión de mudarme de ciudad, y puedo decir que ha sido la mejor mudanza de mi vida. Prácticamente mis 26 años estuve en los mismos dos lugares conociendo las mismas cosas, escuchando las mismas voces, y no lo digo de una forma negativa, sino que llego un momento en mi vida, que ya fuera muy temprano o tarde comencé a sentirme estancada.

Comprendí que el movimiento en cualquiera de sus formas es necesario, y esto lo entendí, viendo el comportamiento de mi gatas. Definitivamente la mudanza de Ciudad de México a Xalapa, Veracruz, fue caótica, llevaba a Aura y a Prana (mis gatitas) en sus respectivas transportadoras, también cargaba mis maletas y una botella de agua que no podía meter en ninguna mochila porque estaban llenas de cosas. Fue un viaje larguísimo y pesado, para colmo con mucho calor y sobre todo con mucho trafico, durante el viaje en carretera hacia Xalapa, mis gatas tuvieron ciertos procesos entre maullar, volverse locas y aventarse en la transportadora y hasta dormir, yo solo pensaba que era una muy mala madre de mis gatitas, estaba mas preocupada por ellas, que por mi y ni había comido.

Llegando a Xalapa nos esperaba Kevin y Matilde (nuestra tercera gatita) y tomamos todas las cosas, debo decir que verlo fue un alivio en mi pecho, que sentí también en mi cabeza, tomamos un taxi y cuando llegamos a nuestro nuevo hogar chocamos. Perdón por aventar la idea tan así, pero justo eso sucedió, llegando chocaron el taxi en el que veníamos en la parte trasera. No se ni como describir toda esa emoción, entre cansancio, preocupación, alivio y susto.

La reunión de las Michitas (Matilde, Aura y Prana) Marzo 2020

Esa misma noche me di cuenta que pasé por un trayecto increíblemente caótico, que mis gatas resistieron, que me dolía el cuello y que definitivamente fue la mejor decisión de mi vida.

Ahora que pienso en retrospectiva recuerdo esos primeros dos meses del 2020 como todo vestigio que atesoro bastante, no podría pedir menos con lo que he vivido los meses posteriores. Se sumaron más cosas a nuestra familia entre ellas mi perro taquito.

Taquito después de su cirugía por tragarse un trapo, Octubre 2020.

Mi año se encargo de hacerme entender lo que es el amor y la familia que uno elige y crea, y para mi es esto: cuando más horrible crees que va el viaje, llegas, chocas y duermes profundo, solo para darte cuenta a la mañana siguiente, que ya se te pasó el dolor de cuello y entonces ya puedes platicar de eso.

Ilustración: Katrin Honnesta

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Yaret R.
Shango Lector BLOG

Sensible empedernida, Malabarista de palabras, colecciono historias y tés. Las fotos e ilustraciones son mías a menos que diga lo contrario.