No te quiero esperar
Eres las ansias de un cigarro en la madrugada.
Una maldición prolongada clavada
en la garganta.
Eres la estaca que no quisiera que salga.
La brisa y meceo de la playa.
Una vieja canción,
tocada a cuerdas cantada por la quebrada voz de tu viajero,
que sobrevive a la espera
con tu buqué ilusorio,
la promesa que conjuraste,
falacias ad Tempus,
de fondo sonando Leonardo Favio.
Salir corriendo por el tabaco
para prenderme a la velocidad de la nicotina y estrellarme contra tus recuerdos, con fuego en mano
y el cenicero de decano.
Que me creo Quijote sin rumbo,
sin Dulcinea a su lado.
El llanto al borde y suspiro desesperado.
y sigue la canción Volando Con Los Destellos.
de Los destellos.
La música apacigua el tormento.
Opaca al insensible tiempo
y la dolorosa analepsis
de mi mano y la tuya,
las noches compartidas,
y nubla lo irremediable...
De tu partida.
Ojalá fuera viento...
Para sentirte todavía.