Relato de un perdedor

Si el silencio se recostara conmigo
sabría que mis caricias no son en vano,
solamente el viento y yo, su único compañero.
Oh, Si el calor del sol hubiese llegado a tiempo.

Si fracaso nuevamente en el ocaso,
No me lo podré perdonar.
Por piedad, decían las copas de los árboles,
no lo hagas una vez más.
Déjate abrazar, de pedir milagros al azar,
déjate de estimular.

Inmerso ya en el acto, arrinconado cual cobarde
en medio de ventanas rotas, ecos y flores.
Impío ser, asesino de pasiones.
¿No sientes vergüenza,
tú que gastas las noches en maldecir a tus creadores?

Analéptico placer,
rítmico baile de sombras
adictas a hacerme enloquecer.
¡Detenedme, rayo de luna, que lo estoy haciendo otra vez!

¿Qué no me ves? Maldita traicionera.
Oh, si tan solo fuera una estrella.
Tú, amanecer, consolador de cuerpos.
Tú, que sabes de desvelos, dime qué debo hacer.