A 20 años de que el indie rock se propuso la meta de ser perfecto

Shy-Guy
SHYMATAZZ

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(Y lo fue… por unos años)

¿Dónde quieres pasar la eternidad? nos pregunta Doug Martsch conjurando el mensaje de su guía cristiano de cuando era más joven en la primera canción de Perfect From Now On (asumiendo que todas las anotaciones en Genius son correctas).

Es curioso pero tengo un gusto por temas que incorporan referencias cristianas en las letras, como en las canciones de Sufjan Stevens, Danielson, Iron & Wine o Pedro The Lion. Por un lado tiene sentido, varios de los músicos de la ola indie de los 90 crecieron en estados sureños como Georgia o en el llamado midwest como en Iowa donde no había mucho que hacer para convivir con la familia aparte de ir a la iglesia y ver la tele.

Perfect From Now On no es un disco cristiano, por supuesto. Es más bien un disco de guitarras. De mucho reverb, de mucho jam… pero más allá de eso, es un disco que le prende una mecha al indie rock como un género que se debe tomar en serio. O sea, sí, a mediados de los caóticos 90, el indie tenía reputación de música rara tipo Neutral Milk Hotel o muy linda, onda Belle & Sebastian. Y claro, Built to Spill no estaba muy apartado de esa línea romántica-depresiva dominada por Yo La Tengo (si nunca lo han hecho, por lo que más quieran denle una oída a There’s Nothing Wrong With Love de 1994). Pero Perfect From Now On marcó pauta. Así de, miren putos, chequen lo que podemos hacer cuando tenemos acceso al generoso presupuesto de Warner.

Esto fue en 1997, cuando Warner Music le estaba apostando a bandas independientes como The Flaming Lips o Built To Spill, en un intento frustrado de revivir la euforia alternativa del inicio de los 90. Recuerden, todavía no había indicios de que el internet iba a revolucionar y arruinar el modelo empresarial de las grandes disqueras, por lo que Warner tenía bastante dinero y podía darse el lujo de invertir en proyectos marginales como estos.

En el caso de los Flaming Lips, tomó algo de tiempo pero la excéntrica banda de Oklahoma empezó a rendir frutos con Yoshimi. Eso sí, primero tuvieron que exorcizar sus demonios y grabar su obra maestra, The Soft Bulletin (1999). Un par de años antes, BTS intentó lo mismo. Obra maestra primero: Perfect From Now On (1997) seguido por un disco accesible para tranquilizar a los ejecutivos de la disquera, Keep It Like a Secret (1999). Desafortunadamente, los fans de BTS se tomaron muy en serio el título del disco y la banda de Idaho nunca pasó de ser un grupo de culto y un acto consentido de la nueva crítica indie.

Debo confesar que le tengo más cariño a Keep It Like a Secret que a Perfect From Now On. O sea, recuerdo que Secret fue de mis primeros discos indie, fue mi introducción al género, fue mi introducción a BTS y yo quedé encantado. Todavía lo puedo escuchar ahora y se desatan un chingo de imágenes proustianas en mi memoria (dicho sea esto, por lo que más quieran denle una oída a Keep It Like a Secret de 1999)

Pero cuando se trata de Perfect

No. Hago un retorno.

Llevo varios meses queriendo escribir un SHYMATAZZ con motivo del vigésimo aniversario de este álbum. ¿Por qué? Porque alguien tiene que hacerlo. ¿En qué medio mexicano van a ver una nota sobre BTS? ¿En Sopitas? ¡Ja! ¿En Lifeboxset? ¡Doble jaja!

A decir verdad, nunca supe qué hacer para conmemorar el disco, así que dejé pendiente esta columna para que los meses terminaran por archivarla en algún cajón de mi memoria. En fin, solo bastó darle una oída al disco por mero azar del destino para que revivieran mis ganar de escribir algo. Algo bonito. No una reseña porque la verdad qué hueva. Tal vez una reseña al estilo de las que hacía Pitchfork en sus primeros años cuando los textos carecían de una línea estructural y eran puras pavadas incoherentes o un video de un chango bebiendo de su propia orina… algo así como lo que estoy haciendo ahorita (quiero decir la parte incoherente, no lo de beber de mi propia orina).

Pero mi cerebro anda demasiado frito estos días como para dedicarle a un disco que pocos han escuchado un texto de mil palabras que menos personas van a leer.

Aunque sí vale la pena rescatar la siguiente observación.

Hay un verso muy sencillo pero muy conmovedor en “Randy” que dice “I’m going to be perfect from now on / I’m going to be perfect starting now.” Y creo que eso es lo que le hace falta a la música. No quiero decir que le hace falta una banda de auto-ayuda porque el mensaje no va dirigido a la audiencia. Como lo dije arriba, Built to Spill era una banda de culto, no tenía audiencia, pero sí había gente escuchando con atención y estos eran sus contemporáneos.

Alentados por el mensaje de Doug Martsch, de 1997 al 2007, el rock independiente tomó las riendas de una industria en transición y le mostró a un mainstream medio escéptico lo que todavía se podía hacer con un par de guitarras, un bajo, una batería… y tal vez unos sintetizadores, un acordeón, un violín, un sax, un chelo y un chingo de instrumentos barrocos si es que eran necesarios (y por lo general no lo eran). Sin embargo, la industria ya de plano no quería entonces y no quiere hoy más bandas de rock. Son muchos músicos y muchos instrumentos y muchos roadies y mucho personal… ¡no hay varo para tanta cosa! Lo ideal es un DJ con una laptop y un USB y a chingar a su madre. Pero no, pinche Built to Spill y demás bandas pseudo-cristianas independientes tuvieron que entrometerse y retrasar el apogeo del EDM por diez años. ¡Diez años, benditos sean!

Al menos esta es la situación que me gusta imaginar.

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Shy-Guy
SHYMATAZZ

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