Crónicas cingalesas: Vol. 0

Decisión y primeras ambiciones.

David Fuentes
Siguiendo a Marco Polo

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Siempre es una decisión difícil decidir cuál va a ser el próximo destino, y más, como en esta ocasión, cuando por motivos ajenos, la cercanía al verano acucia, sin posibilidad de haber cerrado vacaciones en el trabajo, más cuando el margen de fechas es diminuto, los precios de los vuelos no hacen más que subir y subir, hay cierta incertidumbre de vida que no te permite tomar un período festivo muy largo y además hay que poner de acuerdo a cuatro personas (mis amigüitos Alfon y Carol, mi compañera de piso Paty, y un servidor), uno de los cuales (yo) prefería no repetir algún destino que ya conociese.

Nos costó, pero al final parece que, tras idas y venidas de fechas, con incertidumbre de por medio, en la que parecía que no podríamos coincidir todos, se ha resuelto la cosa, y nos vamos dos semanitas, en mitad de verano a la desconocida e insólita isla de Ceylan, o lo que es lo mismo, hoy en día: Sri Lanka.

Con los vuelos ya comprados (sin falta de problemas, pues todo parecía estar en nuestra contra en los portales de venta de vuelos), y con todo por preparar pues tampoco he leído tanto sobre este lugar, sólo lo poco que tienen escrito Sele y Carmen, que son de los pocos de los que me fío; aquí expongo, a trazos, algunas de las cosas que espero (y que para nada tienen que cumplirse) sobre esta pequeña aventura por venir.

Esos trenes, y esos paisajes

Esos trenes que parecen de juguete (como este, fotografiado por James Gordon), que aparecen en cualquier documental y en cualquier artículo sobre Sri Lanka. No sé si nos pillarán de paso, ni si será la mejor manera de unir ciudades, pero es que juraría que hacen un highlight por sí mismos, pero es una de mis expectativas para estos días.

Esos ferrocarriles que desaparecen entre las nubes y se funden con las plantaciones de té por las tierras altas del interior del país. A la espera de trazar una ruta prevista, me gustaría coger, por lo menos, un par de ellos. Sentarme a escuchar qué tienen que contar los pasajeros y sacar temerosamente mi cabeza y mi cámara por la ventanilla para retratar todo lo que nos pille de paso. Dejarme llevar por los paisajes y simplemente, disfrutar de estar en medio de la nada.

Elefantes

Sri Lanka es uno de los países asiáticos donde más elefantes salvajes (y domesticados) hay, o al menos eso creo. Me gustaría llevarme un poco de cada, pero especialmente poder ver alguna manada en libertad (algo que nunca he visto) en algún parque nacional, o en semi-libertad, al menos, en alguno de los centros de recuperación o “orfanatos”.

Pinnawela Elephant Sanctuary, by Malcolm Brown

Perahera

Bastante ligado al anterior, aunque no en su fondo. Cada año se celebra en Kandy un festival de diez días de duración en el que sacan en procesión una reliquia de un diente de Buda, albergada el resto del año en el templo de su propio nombre.

Música, bailes, interminables desfiles de devotos, de faquires y de elefantes se congregan en las principales calles de Kandy, sin duda el mejor momento del año para ir. Y nos coincide ☺. Toda la ciudad engalanada para su fiesta mayor. No es algo que hubiera tenido en cuenta, para nada, cuando pensé en Sri Lanka como destino, pero la suerte quiso que nos coincidiera a nuestro paso por el país.

Templos

De muchos tipos, pero diría que Sigiriya y Dambulla son los que más me atraen, por lo distinto a tantos otros, aunque el primero seguramente se encuentre en un estado de conservación tirando a regulero. No tengo ninguna duda de que las cuevas de Dambulla van a ser, culturalmente hablando, lo más espectacular del viaje… y eso no deja de generarme un poquito de ansia.

Damulla Cave Temple, by Ilee Wu

Dicen de estas cuevas que son “infotografiables” porque es imposible dar una idea realista de su magnitud solamente a través de fotografías. Lamentablemente, tendremos que acercarnos para comprobarlo.

… y esos pequeños paraísos

Ya lo decía al principio. Unas buenas playas era un requisito indispensable para este viaje y, aunque Sri Lanka no es precisamente famoso por ello, tiene numerosas playas de postal, muchas desiertas y casi inexploradas (como la de Mirissa, en la foto, de Claire Rowland), y otras bastante bien organizaditas para el tursimo. Espero que dejemos para el final, unos días para conocer, al menos, un par de ellas, relajarnos y quizás practicar algo de submarinismo, ver pescadores zancudos como los de la foto de portada y disfrutar de la comida de la costa sur, que he leído que es de la mejor del país.

Si no cambio de idea hasta entonces… mi propósito es contar este viaje tan en directo como me sea posible, pero nunca se sabe. Seguiremos informando.

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David Fuentes
Siguiendo a Marco Polo

Pachorro, viajero, despistado, Molone, pensador, ingeniero, coherente, baterista, madrileño, cervecero, rayista, seriéfilo, comidista, chanante y submarinista.