El latino que hizo el pitch perfecto

Silicio
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2 min readMay 17, 2017

Se preparó el mensaje, tenía un producto único, aprendió el idioma e hizo una propuesta de valor clara

Muchos de los emprendedores que prueban suerte en Estados Unidos ya han triunfado en su país. En ocasiones también en más países. Pero el mercado americano siempre impone. Es el gran filo, el desfiladero que separa el éxito del fracaso.

Se pueden leer libros, contratar un coach, reducir acento o invertir en publicidad. Se puede combinar todo lo anterior, pero nada garantiza el éxito.

De vez en cuando, en YouTube se encuentran joyas que invitan a reflexionar. Hay un latino que hizo un pitch, que se lo preparó antes de abarcar el mercado. Ya era famoso en casi todo el mundo, pero esperó hasta tener el conocimiento del idioma, del hueco que podía ocupar, a tener una historia que contar y algo diferente que ofrecer para entrar en Estados Unidos.

Para colmo, el pitch fue en televisión, en directo, en programa de máxima audiencia. El emprendedor, cuya carrera ya despuntaba en otras latitudes, se tomó tu tiempo antes de llamar a las puertas. Sabía que tenía una sola bala, que no la podía desperdiciar. Mejoró el idioma, preparó su historia. Como tantos otros, su padre tampoco veía claro que tomase ese rumbo profesional, no le parecía serio. Prefería que fuese abogado. Pero un hecho vital, un accidente que le tuvo postrado en cama, cambió su destino para siempre. De un contratiempo, supo crear un producto que todavía hoy es reconocible en casi todo el mundo.

En 1983 Julio Iglesias debutó en la televisión de USA en el late night show de Johnny Carson.

Julio y su pitch

Más de 30 años después, Julio sigue siendo Julio. Uno de los coleccionistas de discos de oro más grandes de todos los tiempo, un personaje de calado mundial, un embajador del mundo latino capaz de abrir cualquier puerta. Al margen de su música en sí, (nos guste más o menos), ha creado una identidad, una marca a su alrededor reconocible.

En ocasiones, las grandes lecciones vienen de maestros inesperados…

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Hecho con cariño y esmero en San Francisco

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