Al ritmo de la ciudad de la furia

Julián Andrés M.
Sin Fronteras
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3 min readApr 26, 2018
Buenos Aires Design - Recoleta

El día parecía tranquilo, con un clima agradable y sin ningún tipo de presión. Caminaba junto con mi mochila colgada en la espalda mientras disfrutaba de cada lugar nuevo por el que pasaba. Grandes edificios con rasgos de arquitectura antigua, plazas rodeadas de todo tipo de gente, restaurantes a los que quizá algún día pueda visitar.

Tranquilo andando miraba muy atento mi teléfono móvil, específicamente me fijaba de manera detallada y meticulosa en el Google Maps, aplicación indispensable para cualquier extranjero que concurre la ciudad, hacía cálculos de cuantos minutos tardaría para llegar a mi destino y por qué lugares debía caminar.

Al pasar de los minutos el día se iba tornando un poco frío, algo peor, más pesado por la congestión de la gente al salir, suponía yo que se debía a que estos salían de sus lugares de trabajo, de estudio, o tal vez simplemente porque la situación los obligaba al estar allí. Empecé a sentirme un poco más agitado y con ganas de llegar, sabía que allí podía descansar al pedir una bebida acompañada de buena música.

El tiempo pasaba y seguía caminando al ritmo de los demás, se sentía el ambiente aún más pesado, cantidad de personas esperando en las paradas de los autobuses para tomarse uno que los lleve a su destino. Por suerte, yo me encontraba cerca del lugar que había elegido para visitar. Después de unos minutos con algo de sudor y las piernas temblando alcancé a entrar.

La música me contagió, en un ambiente particular, ubicado en lugar hermoso rodeado de mesas al aire libre, restaurantes muy al estilo americano, buena iluminación y lo mejor, una canción, no una cualquiera, particularmente esa canción. Me transportaba a aquella parte feliz y dulce de mi infancia junto a esas personas que me emitían gratos recuerdos. También nostálgicamente recordé al ídolo y recién fallecido autor del tema, el gran Gustavo Cerati.

Buenos Aires Design siempre fue una de mis debilidades, ubicado en una buena zona de la ciudad, es un lugar elegante y a la vez espontaneo. Perfecto para conectarte con la verdadera Ciudad de la Furia. Afortunadamente, ese día fue distinto a los demás.

A lo lejos podía observar como las personas disfrutaban en grupo, compartían experiencias, algún chiste o acontecimiento sucedido del día mientras degustaban de algún cóctel o entrada del restaurante, así solía ser en la mayoría de los casos.

Después de haber analizado algunas situaciones al no tener nada más que hacer me dediqué a pedir otro licor para sentarme a observar particularmente a una señora que desde hacía rato me había llamado la atención. Esta señora tenía algo particular, entraba y salía del lugar cada quince minutos, no parecía ser de acá, tenía un tono de piel oscuro y parecía estar algo perdida. Le calculaba un promedio de unos cincuenta y cinco años. Su acento era distinto, me causó curiosidad, algo de intriga así que me decidí y opté por acercarme y preguntarle de dónde era, qué solía hacer por esta zona.

Para satisfacción mía, mi instinto nunca mintió. La mujer era venezolana, lastimosamente su situación no era la mejor. Ella estaba obligada a pedir una que otra ayuda a las personas para poder sobrevivir, enviar para su país y poder ver a su familia. Dentro de mi pensé muchas cosas que no preferí decir. Le desee suerte, le brindé un apoyo y continué mi camino.

Ahora me pregunto, cómo es posible que en un sitio particular se puedan encontrar infinidades de cosas por hacer, miles de historias por contar, diferentes tipos de casos y millones de personas con una situación especial por vivir. Unos ríen, otros lloran, unos comen, otros pasan hambre y esa es la ley de la vida. Historias incontables en un pequeño entorno.

Bienvenidos a la ciudad de la Furia.

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Julián Andrés M.
Sin Fronteras

De Bogotá. Periodismo Deportivo. Bs As. @UAInow Sólo se vive una vez