El Rubí: el barrio, la pizza y el fútbol

Mica Kasty
Sin Fronteras
Published in
4 min readMay 9, 2018
El frente de la mítica pizzería lanusense.

Llego a la esquina de Ituzaingó y Sarmiento a las 12:45. Paso por la puerta de uno de los lugares mas emblemáticos de Lanús, levanto la mirada y ojeo el cartel: el cielo nublado no permite que los rayos de sol se reflejen en los ribetes dorados de las letras y las hagan brillar. Sin embargo, El Rubí brilla por si mismo.

El aroma que sale del interior del local te abre la puerta y te invita a pasar a probar una porción de la pizza al molde más antigua de Lanús. El Rubí es, junto con la fábrica de pastas vecina, uno de los pocos negocios del barrio que se muestran inmunes al paso del tiempo.

Entrar a la pizzería se asemeja a teletransportarse a otra época. Por donde la mires, El Rubí es una máquina del tiempo, una auténtica joya. Desde la colección de botellas de vino que acumulan polvo, recuerdos y años en la repisa sobre la barra, pasando por la decoración, e incluso prestando atención a los electrodomésticos, pueden recogerse las cenizas de la época dorada del negocio. Los azulejos antiguos y los espejos repartidos por todo el local hacen que muestre su naturaleza de pizzería tradicional.

Al sentarme en la mesa que está pegada al ventanal veo a la gente pasar, apurada, con bolsas en las manos y en los ojos, también. Un grupo de chicos acelera el paso al ver un colectivo que se acerca a la parada. Son muchas las postales de una pizzería que lleva 92 años en el mismo lugar, a media cuadra de la estación, siendo testigo de infinitas idas y vueltas, horas de caos y momentos de paz, y anfitrión de trabajadores, estudiantes, colectiveros, familias, parejas, fanáticos del fútbol y de la buena pizza.

La carta granate, como casi todo el lugar.

El mozo me trae la carta: granate, como era de esperarse, al igual que las sillas, las banquetas y el corazón del local. Afuera suenan bocinazos. Adentro, mientras espero con ansias las dos porciones de muzzarella y el vaso de Coca, miro por la ventana e intento imaginar aquellos años en los cuales el Cine Rex se encontraba en el lugar que ahora ocupan tres locales comerciales, la época en la cual ir al cine” implicaba, inevitablemente, ir al Rubí.

Samuel me saca de mis pensamientos y me sonríe mientras me deja el plato en la mesa y me desea buen provecho, al igual que lo hace con todos los clientes hace ya más de 15 años. Cambia todo, pero El Rubí sigue igual, es una familia que invita a cada desconocido a volverse habitué, a probar la sensación de comer de parado o sentarse en familia a disfrutar de alguna de sus variedades. Muzzarella, jamón y morrones, fugazzeta y de cancha, las más elegidas.

Las cataratas de queso que caen por los bordes de cada porción hacen que se me haga agua la boca. Claro, si el negocio no es solo su historia, sino también su pizza espectacular, el orgullo del pizzero que desde hace 30 años deleita a todo el que se da el gusto de entrar. Al plato, con la mano, en el salón o de parado, la fiesta de sabores es la misma.

Termino de comer y me voy a la barra. En el mostrador reposan las pizzas recién sacadas del horno, esperando al siguiente afortunado que tenga la oportunidad de saborearlas. En la barra se conversa, se hacen amigos y se intenta arreglar el país. Fútbol y política, los temas más elegidos. La cerveza y el vino, los fieles compañeros.

La colección de cuadros y el orgullo de El Rubí: el Club Atlético Lanús.

La historia del club del barrio se cuenta en las paredes: banderines, cuadros, caricaturas de jugadores históricos, banderas y recortes de diarios de cada “Lanús campeón”. Mirá si le tendrán cariño, que hasta poemas le han dedicado. Pero el granate no es el único que recibe palabras de afecto de parte de los vecinos que plasman sus sentimientos en el papel, sino que El Rubí mismo tiene las propias en honor a sus 90 años. Me paro de la banqueta y lo leo. Me emociono al darme cuenta que, para cualquier lanusense, El Rubí no es sólo una pizzería: es historia, es familia, son las costumbres, los colores, son los bancos de mármol que vieron pasar a generaciones enteras, es el barrio.

Miro el reloj en la pared, 13:45. No caben dudas de por qué hoy El Rubí está, según el municipio, entre los 10 lugares que más le aportan a la identidad lanusense. Tenía razón aquel intendente cuando dijo que El Rubí se merecía un monumento, aunque no se dio cuenta de que, de hecho, la pizzería más antigua de Lanús es un monumento en sí misma.

--

--

Mica Kasty
Sin Fronteras
0 Followers
Writer for

Periodista. Hincha de River. Fanática de Soda Stereo. Puteo en dos idiomas.