El origen del término ‘Rock and Roll’

David Alvarez
45rpm
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7 min readDec 2, 2016

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Viéndolo desde una perspectiva estrictamente temporal, la música rock es un pequeño accidente en la gran línea del tiempo que conforma la historia de la música. Un fenómeno relativamente reciente. De hecho cuenta con apenas 60 años. Una broma si lo comparamos con otros géneros musicales. Pero el impacto que tuvo en el siglo XX como revolución musical y social fue tal que parece que la música rock siempre haya estado ahí. Cierto es que el rock ha perdido el carácter subversivo que los jóvenes de la América de mediados de los 50 quisieron mostrar al mundo como respuesta al futuro que se presentaba ante ellos tras la Segunda Guerra Mundial. Hoy día a la música rock le queda poco de aquella rebeldía. En los 5o el rock and roll era actitud, hoy es poco más que impostura.

Pero como cualquier estilo musical tuvo un comienzo. Un momento determinado en el tiempo donde una serie de acontecimientos y personas construyen los cimientos sobre los que posteriormente se asienta dicho estilo. Una de esas personas fue Alan Freed. Un joven disc-jockey de Philadelphia que, a diferencia de sus compañeros en aquellos años, se apartó del camino marcado por las grandes compañías discográficas. A comienzo de los años 50 empezó a radiar música negra, rhythm and blues sobre todo. Un tipo de música mal vista por entonces por su lenguaje vulgar, sus bailes provocativos y sobre todo por venir de la mano de una minoría étnica que por entonces aún sufría un terrible racismo. Nadie se atrevía a radiar aquella música excepto Alan Freed. Poco le importaba qué música es la que más se vendía o lo que el resto de medios dieran como oficial.

Lo habitual a principios de los años 50 era que cualquier canción de rhythm and blues original tuviera su versión interpretada por un blanco con un ritmo mucho más comedido y unas letras suavizadas hasta llegar al ridículo. Freed prefería el original y la audiencia apoyó masivamente el atrevimiento. Alan Freed enfrentaba original y copia en sus programas y la comparación era demoledora. La juventud de los años cincuenta empezaba a enloquecer con aquella música que espantaba a padres, políticos y clero. Aquello tenía que ser bueno. Curiosamente este ritual de rebeldía se repetiría en los años venideros con otros estilos musicales como el beat, el punk o la música electrónica.

Tras pasar por varias emisoras, Alan Freed llegó a la WJW de Cleveland donde la audiencia ya se contaba en decenas de miles. Comenzó a realizar programas en directo en teatros y estadios a lo largo de Estados Unidos. Era habitual que a las puertas del show se presentaran más de 20.000 personas. Aquel programa de radio se convirtió en un acontecimiento sin precedente en la radio americana. En aquellos shows se podían presenciar actuaciones en directo de muchos artistas —negros en su mayoría— que no hacían sino alimentar el deseo de un público cada vez más hambriento de aquella nueva música.

Era evidente que aquella música se estaba convirtiendo en algo más que una moda pasajera. Hacía falta ponerle un nombre para referirse a ella. Freed echó mano de una palabra que por entonces se repetía mucho en las canciones que radiaba, la palabra rock. A esta palabra le unió el término roll, procedente del argot popular y así nació el nombre de aquel sonido que estaba transformando no solo la industria musical, sino el resto de la sociedad tal y como la historia se encargaría de constatar posteriormente.

Su programa de radio se llamaba Moondog’s Rock And Roll Party y alcanzó una dimensión tal que los artistas que eran radiados realizaban giras por todo el país gracias a la notoriedad alcanzada en dicho programa. Alan Freed se convirtió en la estrella de la radio mejor pagada por entonces al ser contratado por la emisora WINS de Nueva York. Todavía no había llegado Elvis, faltaban 10 años para el advenimiento de The Beatles, pero este disc-jockey había llevado a cada rincón del país el Rock and Roll. Fue el primero en popularizarlo, el primero en convertirlo en una realidad comercial, pero también se convirtió en la primera víctima del rock.

En medio de aquel huracán de rebeldía contra el orden cultural y musical establecido, había una realidad paralela a la que le costaba digerir aquel movimiento. La moral americana rechazaba la música negra, se oponía a la forma de vestir —cazadoras de cuero, pantalones ceñidos, la brillantina—, los grandes medios de comunicación y el poder político asistían impotentes a una demostración de fuerza que mostraba cómo una generación entera se entregaba a aquella música alejada de las buenas costumbres que imponía la América blanca. Incluso se afirmaba que era un invento comunista destinado a alienar a los jóvenes. El Rock and Roll era libertad y eso asustaba.

Entre 1954 y 1955 el rock estalla en mitad de las listas de éxito. El fenómeno ya es imparable. La industria discográfica americana dedicada a promocionar música mucho más aséptica e inofensiva, de la mano de artistas blancos en su mayoría, ve amenazada su posición y decide poner en marcha un plan para eliminar de raíz el problema. Ese plan se lleva a cabo en un contexto donde el rock muestra su primer signo de debilidad desde su nacimiento.

A finales de los cincuenta el Rock and Roll tuvo su primera crisis. Elvis se marcha al servicio militar en lo más alto de su carrera, Chuck Berry tiene problemas graves con la justicia, Buddy Holly ha muerto, Little Richard abandona el rock para atender la llamada del Señor, a Carl Perkins un accidente de coche le impide llegar a ser la gran estrella que estaba destinada a ser. Y así, una larga serie de acontecimientos que hacen que el rock se acerque al abismo de su desaparición pocos años después de su nacimiento. Momento que aprovechan las grandes discográficas para tratar de rematar el fenómeno.

Para las grandes compañías discográficas, toda aquella locura que hacía que los jóvenes se lanzaran a comprar millones de discos de Rock and Roll publicitados en las emisoras de radio solo podía ser debido a que las pequeñas compañías de rock sobornaban a los disc-jockeys para que estos radiaran sus discos en sus programas. Era cierto que algunos disc-jockeys recibían regalos y dinero a cambio de radiar determinada música, pero también es cierto que el fenómeno de la música rock se debía a algo más que a este simple hecho.

La todopoderosa ASCAP American Society of Composers, Authors and Publishers— se negaba a ver la realidad. Una realidad que mostraba que los tiempos estaban cambiando para siempre. Millones de jóvenes habían entregado su vida, y lo que es más importante, su dinero, a aquella música subversiva y «vulgar». En 1959 la ASCAP presentaba una demanda acusando a cientos de disc-jockeys y emisoras de radio de recibir sobornos especialmente de BMI, una asociación creada en 1939 principalmente por profesionales de la radio, destinada a velar por el interés, difusión y recaudación de derechos de los artistas minoritarios. Nacía el escándalo payola.

Con la ayuda de varios senadores y fiscales se iniciaron las investigaciones que terminaron por demostrar la culpabilidad de numerosos disc-jockeys y la confesión de otros tantos. Pero faltaba cazar la pieza mayor. Alan Freed era el objetivo a batir. Él era el causante de todo aquel terremoto discográfico…y social. Era el que llevó el Rock and Roll a cada rincón de Estados Unidos a través de la radio. El que se atrevió a desafiar a las grandes productoras discográficas. El que le había puesto nombre al estilo que aplastó a la música blanca. Esa música pulcra, limpia e inmaculada que quedó enterrada durante buena parte de la década de los 50 bajo la losa del todopoderoso rock. De alguna manera acabar con Freed era acabar con aquel huracán de libertad, diversión y sublevación que era el rock.

Había que dar ejemplo. Entre 1959 y 1964 Alan Freed sufrió una persecución legal y política que no solo acabó con su carrera. En 1962 fue condenado por aceptar sobornos y más tarde por evasión fiscal. Para entonces el rock primitivo que estalló en la vida de millones de jóvenes empezaba a desvanecerse. Elvis regresó del servicio militar y nunca volvió a ser el mismo. Cuatro chicos de Liverpool empezaban a tragarse el mundo sin respirar. Otros estilos musicales como el soul o el beat hechizaban a las nuevas generaciones.

La primera sentencia se suspendió y antes de que una segunda sentencia le enviara a prisión, Alan Freed se convirtió en la primera víctima del rock. En 1965, con 43 años, moría en mitad de una gran depresión, arruinado y olvidado. Nunca dejó de proclamar su inocencia.

Alan Freed fue la persona que inventó el rock. A él le debemos su explosión comercial, su difusión, que se hiciera popular, el nacimiento de sellos discográficos dedicados al rock y sobre todo, le debemos la aparición de enormes artistas nacidos bajo la influencia de su programa de radio.

Por difícil de creer que parezca, de no haber sido por él, es muy probable que el rock nunca hubiera existido como fenómeno musical.

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