Las pruebas de tono de Edison

David Alvarez
45rpm

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Capturar el sonido, almacenarlo en un soporte físico y poder reproducirlo tantas veces como queramos en cualquier lugar se hizo realidad a finales del siglo XIX. Thomas Alba Edison presentó el primer fonógrafo en el año 1888. Unos años antes había logrado capturar su propia voz recitando Mary Had A Llittle Lamb a través de un tubo metálico que hacía vibrar una aguja la cual dejaba su marca en un papel encerado. Edison se convirtió así en la primera persona en la historia capaz de grabar y posteriormente reproducir su propia voz. La idea original de Edison era poder capturar la voz de personalidades del momento o seres queridos para que quedara registrada para siempre. Discursos políticos, mensajes a familiares como recuerdo, etc. La grabación y reproducción musical nunca fue la primera intención.

Pero lo cierto es que el logro de Edison terminó por convertirse en un auténtico punto de inflexión en la historia de la música. Almacenar el sonido suponía poder ser reproducido en cualquier lugar y momento. Hay que tener en cuenta que hasta que no apareció el fonógrafo, una persona podía escuchar su canción favorita dos o tres veces en su vida. Hasta la llegada de la grabación sonora, el simple acto de escuchar música requería desplazarse al lugar donde se representará la obra o el concierto. Y esto era algo que no estaba al alcance de todo el mundo, especialmente si no se vivía en las grandes ciudades. La grabación musical cambió la historia de la música para siempre.

Edison aparcó el desarrollo del fonógrafo unos años para volver con una idea mejorada en el año 1912. El Edison Diamond Disc Phonograph supuso toda una revolución en cuanto a calidad de sonido. Tal era esa calidad que durante los años siguientes se convirtió en una gran atracción gracias a las llamadas pruebas de tono.

Almacenar el sonido suponía poder ser reproducido en cualquier lugar y momento

Las pruebas de tono consistían en demostraciones públicas, al principio en tiendas de electrónica y posteriormente en teatros, donde se convocaba al público a formar parte de un experimento; tratar de averiguar cual era un sonido real o cual una grabación del mismo sonido. En el escenario se encontraba un fonógrafo Diamond Disc y a su lado un cantante o un músico. En el Diamond Disc había un disco con una grabación que previamente había grabado ese cantante o una pieza interpretada por el músico que se encontraba en el escenario. La prueba comenzaba con la reproducción en el Diamond Disc de, habitualmente, un fragmento de una opera. El fonógrafo iniciaba la reproducción y en el momento en que aparecía la parte de la voz, el cantante en el escenario comenzaba a cantar al mismo tiempo sobre la grabación. Al cabo de un tiempo dicho cantante dejaba de cantar y solo movía la boca. Por extraño que pueda parecernos hoy, nadie en el público lograba darse cuenta de cuando estaban escuchando la voz real del cantante o cuando la grabación del Diamond Disc. La parte final de la demostración consistía en una grabación de voz a capela o una pieza instrumental que se reproducía en el Diamond Disc. En un momento dado las luces del auditorio se apagaban y se alternaban la reproducción del fonógrafo con la interpretación de la persona en el escenario. Nadie lograba diferenciar ambas interpretaciones.

Estas demostraciones se hicieron tan populares que los asistentes a las mismas se contaban por miles. La compañía organizó demostraciones por todo Estados Unidos en los siguientes años llegando incluso a tener lugar en varios puntos de Europa. A pesar del altísimo precio del Edison Diamond Disc, las ventas fueron excelentes.

Paralelamente a esta historia, el gramófono de Victor RCA también lograba adentrarse en los hogares. Aunque con una calidad de sonido menor al fonógrafo de Edison, terminó por triunfar en el mercado gracias al menor precio de los discos y un mejor catálogo de los mismos.

Aunque Thomas A. Edison ha pasado a la historia por otros logros, la verdadera obsesión y pasión hasta el fin de sus días siempre fue encontrar el sonido perfecto. Lograr grabar y reproducir la música (sonido) de manera que el oyente alcanzase a experimentar la sensación de estar presenciando la interpretación real en su propia casa. Sus hallazgos en el desarrollo del fonógrafo fueron absolutamente decisivos en el devenir de la historia de las grabaciones musicales y por tanto en la historia de la música.

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