Más de la mitad de las personas hospitalizadas por Covid-19 están vacunadas (pero no es lo que parece)

Alessandro Solís Lerici
sismos
Published in
6 min readJan 18, 2022

La primera parte del título de este artículo bien podría ser el título de una noticia en un medio de comunicación de alcance nacional. Todavía no ha pasado, pero podría pasar, y si llega a suceder será por la dejadez del departamento de comunicación de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), que difundió datos que apuntan en esa dirección sin darse a la tarea de contextualizarlos para evitar que los antivacunas, negacionistas y demás rebeldes del ocaso de la civilización desacrediten las vacunas, como ya sucede en otros países en los que también parece haber más vacunados hospitalizados que no vacunados.

Según datos del 11 de enero de 2022 difundidos por la CCSS el 17 de enero, la mayoría de quienes han sido ingresados por Covid-19 tienen lo que el sistema sanitario define como pauta completa de vacunación. En breve veremos estos números con más detalle, pero grosso modo las cifras de la CCSS indican que, de las 212 personas hospitalizadas y contagiadas de SARS-CoV-2 hasta ese momento, 127 estaban vacunadas y 85 no tenían ninguna dosis, solo tenían una o se habían puesto la primera en las dos semanas previas a enfermar. Es decir, de cada 10 personas ingresadas, seis tenían la pauta completa de vacunación y cuatro no estaban vacunadas.

Esto supone un giro relevante con respecto a lo que se observó durante la práctica totalidad de 2021, cuando las afecciones provocadas por el coronavirus tenían un mayor impacto en los no vacunados. No en vano, la CCSS el año pasado informó de que las personas no vacunadas “siguen ocupando más camas” por Covid-19 (15 de noviembre de 2021), que “8 de cada 10 pacientes en UCI” no estaban vacunados (21 de septiembre de 2021), o que “solo 8 de cada 10.000 personas con esquema de vacunación completo contra [la Covid-19] requirieron hospitalización” (27 de agosto de 2021).

No obstante, la realidad epidemiológica nuevamente ha cambiado, y también lo ha hecho la inmunización en el grueso de la sociedad. Es por ello que no se estaría mintiendo si hoy se dice que, al 11 de enero de 2022, el 57,1% de las personas hospitalizadas en salón por Covid-19 estaban vacunadas, así como el 66,2% de los ingresados en unidades de cuidados intensivos (UCI). Insisto: veremos estos números de forma más específica más adelante. Pero ahora cabe decir que, si esos datos se sacan con el afán de desdeñar la vacunación, se estaría incurriendo en el grave error de asumir que la proporción de vacunados y no vacunados en el conjunto de la población es equivalente.

Así las cosas, la CCSS hace un flaco favor a su propia causa de potenciar la campaña de vacunación cuando se limita a dar datos que no acaban de ilustrar la realidad de la forma más precisa posible. Y ello, como ya se ha dicho, sirve como carnada para la comunidad conspiranoica. En un contexto de altísima transmisión comunitaria de la variante ómicron, las cifras absolutas (como decir que X número de hospitalizados están vacunados) no ayudan tanto como las tasas. Las tasas sirven para dimensionar la proporción de una característica en una muestra. En este caso en concreto, la tasa de hospitalizados según vacunación puede revelar mucho sobre la efectividad de la vacuna.

Vamos a explicarlo primero viendo los datos de los hospitalizados en salón; es decir, quienes al 11 de enero de 2022 fueron ingresados en un hospital pero su cuadro entonces no era tan grave como para requerir cuidados intensivos. Un total de 150 personas estaban en salón por Covid-19 ese día, de las cuales 64 no estaban vacunados y 86 sí. Según datos de la CCSS al 17 de enero, 683.873 personas mayores de 12 años aún no tienen siquiera la primera dosis de la vacuna, mientras que 3.590.471 tienen ya el esquema completo. Visto de esa forma, puede decirse que hace una semana la tasa de ingreso a salón era de 9,36 por cada 100.000 mayores de 12 años no vacunados y de 2,39 por cada 100.000 mayores de 12 años con al menos dos dosis. Es decir, la tasa es cuatro veces mayor para los no vacunados.

Algo similar sucede en las UCI. Al 11 de enero de 2022 había 62 personas con Covid-19 requiriendo cuidados intensivos, de las cuales 21 no estaban vacunadas y 41 tenían la pauta completa de vacunación. Nuevamente, en cifras absolutas y relativas eran más los vacunados que los no vacunados en UCI (el 66,2% frente al 33,8%, respectivamente). Pero la tasa era superior para los no vacunados. Por cada 100.000 mayores de 12 años sin vacuna, ingresaban a la UCI 3,07 personas, mientras que por cada 100.000 mayores de 12 años con la pauta completa de vacunación requerían cuidados intensivos 1,14 personas. En este caso, la tasa en los no vacunados es casi tres veces la tasa en la población vacunada.

La nota de prensa de la CCSS que reveló el número de ingresados con y sin vacuna se tituló ‘Hospitalizados sin vacunar con más posibilidades de requerir cuidados intensivos por covid’. Las mencionadas cifras estaban enterradas a partir del quinto párrafo, sin contextualización alguna. Antes de llegar a esa parte, la nota de la institución recoge las declaraciones de Susana López Delgado, la jefa del subárea de análisis estadístico de la Caja, que señala que las personas no vacunadas tienen 8,6 veces más posibilidades de ingresar en una UCI y 3,68 más probabilidades de fallecer, pese a que el documento no incluye el dato de los fallecimientos según estado de vacunación. Sí dice que los vacunados son hospitalizados en promedio 9 días, mientras que los vacunados permanecen ingresados en promedio 32 días.

Es posible que se haya decidido restarle relevancia a la cifra de personas vacunadas que han requerido hospitalización por Covid-19 para no darle alas a los antivacunas, pero como ya se ha visto esto pudo haberse resuelto poniendo en relieve la tasa de hospitalización de los no vacunados frente a los inoculados. No hacerlo deja la puerta abierta a interpretaciones que, aunque erradas, fácilmente pueden echar por tierra cualquier avance conseguido en cuanto a la opinión que se tiene sobre las vacunas en el país. No solo eso: no hacerlo también supone una suerte de negligencia con respecto a cómo se informa sobre la evolución de la pandemia en el territorio nacional.

Si algún cargo público cree que hay información de interés público que la sociedad no tiene las herramientas para comprender, lo ideal sería que nos diera las herramientas para hacerlo, no que actúe de forma paternalista. Es lo que ha sucedido durante la pandemia desde que las autoridades temían admitir ante la población que la razón por la que no recomendaban el uso de mascarillas al inicio de la emergencia era porque había escasez, no porque no ayudaran a reducir los contagios. No solo se trata de una estrategia de comunicación fracasada, en el tanto eventualmente la verdad tiene que ser explicada, sino que representa una amenaza a la propia salud pública.

No es suficiente con decir que más de la mitad de las hospitalizaciones son a personas con la pauta completa de vacunación. Como todo, es más complejo que eso. Para que estos datos no se conviertan en argumentos anticientíficos, hay que esforzarse un poco más. Observemos, por ejemplo, el siguiente gráfico. Incluye datos de hospitalizaciones en Nueva York, Estados Unidos, hasta el 3 de enero de 2022, desagregándolos entre vacunados y no vacunados y recogiendo los datos en tasas de 100.000 personas según su inmunización.

[fuente]

Si la información que la CCSS y el Ministerio de Salud dan fuera tan completa como la situación lo amerita, podríamos tener un gráfico similar sobre la situación en Costa Rica. Pero no, de momento hemos de conformarnos con notas de prensa mediocres que tienen más potencial de alimentar la desinformación que de acallarla. Es una lástima, pero no tiene que seguir siendo así, y en vista de que la pandemia no está pronta a acabar, la ciudadanía debería exigir información fidedigna, transparencia y, por qué no, acompañamiento para poder entender los datos que se le presentan. De lo contrario, seguiremos navegando a ciegas una circunstancia que inevitablemente va a tener un impacto en nuestras vidas.

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